El texto advierte que la crisis económica que actualmente padece Latinoamérica tiene efectos duraderos sobre la estructura del empleo y podrían expulsar a muchas personas de forma permanente de la economía formal.
El estudio indica que, de media, tres años después de una recesión se pierden 1,5 millones de empleos en la región, con una contracción del 3% en el empleo formal y una expansión del empleo informal. La crisis actual podría ser incluso peor y provocar una contracción del 4% en el empleo formal.
En este escenario, los trabajadores de menor cualificación suelen ser los más afectados, algo que exacerba las desigualdades persistentes en la región latinoamericana. Asimismo, dos tercios de los países de la región carecen de programas de seguro de desempleo.
«La recuperación económica con frecuencia ha sido un mito en términos de creación de empleo», destaca el vicepresidente del Banco Mundial para Latinoamérica y el Caribe, Carlos Felipe Jaramillo, quien cree que las políticas correctas «pueden ayudar a limitar el impacto de las crisis sobre el empleo y a promover la creación de más puestos de trabajo en la fase de recuperación».
Como ejemplo, el informe repasa algunos de los shocks más grandes que tuvieron lugar en la región en las últimas décadas. Entre ellos, destaca la crisis de deuda brasileña, los efectos de la crisis financiera asiática en Chile y el impacto de la crisis mundial de 2008-2009 en México. En ninguno de los casos se materializó una recuperación rápida en términos laborales, de manera que la curva
de empleo experimentó una desviación muy negativa a causa de estas crisis, algo que, lejos de revertirse, se profundizó con el paso del tiempo.
El Banco Mundial apunta que ante esta situación las políticas públicas deben enfocarse en proteger a los trabajadores de este fuerte impacto a largo plazo mediante el uso de seguros de desempleo, redes de seguridad social y programas de reconversión, además de facilitar la creación de empleo y ayudar a los trabajadores a «estar donde están los empleos».
«Debemos aprovechar la oportunidad de reconstruir mejor», apunta la economista senior del Banco Mundial y autora principal del informe, Joana Silva. «Debemos fortalecer nuestros mercados de trabajo para que sean capaces de sobrellevar y revertir rápidamente el impacto de los shocks futuros», añade Silva.
El organismo apuesta por avanzar hacia un contexto macroeconómico «sólido y prudente», con estabilizadores automáticos que protejan a los mercados laborales frente a cualquier crisis potencial. Además, recomienda una política fiscal y monetaria «sana» puede preservar la estabilidad macroeconómica y evitar las presiones financieras sistémicas de cara a un shock.
Por otro lado, la institución aconseja a los Gobiernos a adoptar reformas fiscales dentro de un marco tributario menos distorsionado, un gasto público más eficiente, sistemas de pensiones que sean sostenibles en términos financieros y normas fiscales claras. Todo ello conforma «la primera línea de defensa ante las crisis».
El Banco Mundial también apunta que una deficiencia importante de los desafíos de la región es que segmentos importantes de la fuerza laboral operan en la informalidad y de esta manera no son alcanzados por los seguros de desempleo tradicionales.
Además, la institución considera «imperativo» incrementar la capacidad de las políticas laborales y de protección social de la región, combinándolas con sistemas que brinden ayuda financiera y preparen a los trabajadores para los nuevos trabajos a través de ayuda para la reconversión y la recolocación laboral.
Una reacción rápida tras la pandemia por parte de los gobiernos, en el sentido de ampliar los programas laborales y de protección social, puede servir para avanzar en la elaboración de registros sociales de mayor calidad y más integrados, según el informe. «Esto es viable en el corto plazo y puede marcar la diferencia en cuanto al alcance de estos programas», destaca el Banco Mundial.
No obstante, el organismo avisa a los Gobiernos que contar con estabilizadores macroeconómicos más fuertes y reformas en los sistemas laborales y de protección social no será suficiente, ya que se tendrán que impulsar la recuperación del mercado laboral a través de una fuerte creación de empleo.
Para ello, será necesario solucionar problemas estructurales en políticas de competencia, regionales y normas laborales. «Si los países no tratan de resolver estos temas fundamentales, la recuperación seguirá caracterizándose por una escasa creación de empleo», concluye el informe.
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