Honduras, con un promedio de 56,3 puntos, se encuentra en el otro extremo de España, siendo el único país cuyo ámbito bancario posee una reputación calificada como ‘sólida’.
De acuerdo con los hallazgos, los países menos bancarizados son aquellos donde la industria logra su mejor calificación promedio en términos de reputación; en contraste, en los mercados más desarrollados, con consumidores más demandantes, su reputación se ve mermada al no satisfacer las expectativas de sus clientes.
De este modo, se resalta la situación de España, la cual muestra el índice de prestigio menos elevado de las naciones examinadas, obteniendo 37,3 puntos, y posicionándose por debajo del promedio de la industria bancaria iberoamericana, que se sitúa en 46,1 puntos, valor considerado moderado en la escala estándar de RepCore (de 0 a 100), pero en su extremo inferior.
En términos generales, las instituciones bancarias de Iberoamérica muestran deficiencias en la valoración de características cruciales que tendrían que ser enfoques prioritarios para este sector.
Particularmente, la valoración más baja que recibe el sector bancario corresponde a los atributos «facilidad de acceso al crédito» y «fomento de la educación financiera». De manera opuesta, los puntos fuertes principales para sustentar la posición del sector y que generan una percepción positiva son la «experiencia o trayectoria local», la «igualdad (eliminación de discriminación) entre individuos», la «seguridad en las transacciones» y el «avance tecnológico».
Para Natalia Arenzana, miembro asociado de Reputation Lab, estas son notificaciones desfavorables. «La imagen es un mecanismo defensivo que reduce la susceptibilidad de las empresas a las noticias desfavorables, algo crucial en el contexto actual marcado por la desinformación. Igualmente, las refuerza frente a eventuales acciones reguladoras promovidas por los gobiernos», ha indicado.
Casi la mitad de la reputación del sector bancario es explicada por las variables relacionadas con los criterios ESG, según los resultados del estudio. Específicamente, el 48,6% de la reputación de las entidades es explicado por las dimensiones de «compromiso social» e «integridad», lo que evidencia que las demandas sociales de impacto positivo y comportamiento ético son especialmente relevantes para el sector.
No obstante, a los clientes parece faltarles comprensión sobre la participación de las entidades bancarias en la preservación del entorno y la batalla contra la alteración del clima, concentrándose exclusivamente en aspectos secundarios como la reducción de papel o la promoción del reúso.
De acuerdo con los entrevistados, la función fundamental de las entidades bancarias en la comunidad consiste en proveer crédito a individuos y entidades, respaldar la iniciativa empresarial y asistir a los hogares y a los jóvenes en sus planes de vida.
De igual manera, se destaca su aporte a la alfabetización económica, además de su influencia positiva en la sociedad. Por último, se menciona su relevancia en el funcionamiento económico nacional y su papel esencial en impulsar el progreso y la expansión.
Sin embargo, en lo que respecta a la evaluación de los clientes acerca de la ejecución de esta función, en términos generales, es reducida, aunque con marcadas disparidades entre naciones. En aquellas naciones donde se aprecia en mayor medida este cumplimiento, la industria posee una reputación más sólida.
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