La guerra comercial entre EEUU y China, primero a través del cruce de aranceles y ahora ya de lleno en el sector de la tecnología, amenaza con hacer descarrilar la economía mundial. Así lo ha constatado el Fondo Monetario Internacional (FMI) en un reciente informe en el que pone sobre la mesa una verdad palmaria: el final serán los hogares más pobres los que acabarán pagando la factura, y no sólo en los dos países contendientes.
Si bien el impacto sobre el crecimiento mundial ha sido “relativamente modesto” hasta ahora, constata la institución que preside Christine Lagarde, “la última escalada podría mermar significativamente la confianza de las empresas y los mercados financieros, perturbar las cadenas mundiales de suministro y poner en peligro la recuperación prevista del crecimiento mundial en 2019”.
En lo que se refiere al PIB, el impacto adicional de los nuevos aranceles recientemente anunciados y previstos entre EEUU y China, que se espera que se extiendan a todo el comercio entre esos países, restará alrededor del 0,3% del PIB mundial a corto plazo, y la mitad provendrá de los efectos sobre la confianza de las empresas y los mercados, augura el FMI, que espera poder más detalles a principios de junio, cuando se celebre la cumbre del G-20.
A falta de estos detalles, el FMI pinta un panorama lo suficientemente sombrío. “Si no se resuelven las diferencias comerciales y se intensifica la escalada en otras esferas, como la industria del automóvil, que abarcaría varios países, se podría debilitar aún más la confianza de las empresas y los mercados financieros, lo que repercutiría negativamente en los diferenciales de los bonos y las divisas de los mercados emergentes, y se ralentirarían las inversiones y el comercio”.
No solo eso, sino que “el aumento de los obstáculos al comercio perturbaría las cadenas mundiales de suministro y frenaría la difusión de nuevas tecnologías, lo que en última instancia reduciría la productividad y el bienestar mundiales”. “El aumento de las restricciones a la importación también haría que los bienes de consumo comercializables fueran menos asequibles, lo que perjudicaría de manera desproporcionada a los hogares de bajos ingresos”. “Este tipo de escenario es una de las razones por las que nos referimos al 2019 como un año delicado para la economía mundial”, advierte el FMI.
La institución señala además que, a día de hoy, los aranceles impulsados por el presidente de EEUU, Donald Trump, han repercutido directamente en los consumidores, convertidos “inequívocamente en los perdedores”. “Algunos de estos aranceles han pasado a los consumidores estadounidenses, como los de las lavadoras, mientras que otros han sido absorbidos por las empresas importadoras a través de márgenes de beneficio más bajos”. “Es probable que un nuevo aumento de las tarifas se transmita de forma similar a los consumidores”, concluye.
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