Hace dos años ya que Gabriela Torres, la princesa del tango, presentó ‘Ningún Lugar, su último disco hasta la fecha. Hace dos años ya que Gabriela Torres, la princesa del tango, presentó ‘Ningún Lugar’, su último disco hasta la fecha.
Torres, hija del compositor de tangos Hipólito Torres, representa una vía aún sin agotar para la modernización de esta gran música argentina, empezó cantando canciones de otros y después tuvo un maravilloso despertar como compositora que ha caracterizado sus discos de la última década.
Su particular voz, que también ha madurado con el tiempo, fue en la década de los noventa casi un oasis en el desierto. Nadie cantaba tangos originales entonces y, fuera de los clásicos de siempre, el estilo languidecía, como si fuera una pieza de museo.
De alguna manera, en el resurgir posterior de esta música hay que atribuirle mucho mérito a la protagonista de nuestro Café de las Artes de hoy. Aunque ella, siempre haya dicho que «no era una cantante de tangos», que era alguien que se expresaba a través del tango.
Sus múltiples ‘fans’ repartidos por muchos puntos del globo desde que ‘Harmonia Mundi’ edita sus discos en Europa, esperan ansiosos una nueva entrega. Mientras tanto, habrá que conformarse con ‘Ningún Lugar’, uno de esos discos interesantes que no alcanzan a ser tan conocidos como merecen.
