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La Isla celebra desde el sábado el VI Congreso del Partido Comunista

Cuba inicia el debate que debe cambiar su historia

El VI Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), que dará comienzo el sábado en La Habana, ha despertado grandes expectativas en todo el mundo. La teoría dice que en el mismo, la dirigencia castrista debe dirimir cual será el anunciado “nuevo modelo socialista” que va a regular la vida en la Isla. En mitad de una fuerte crisis económica y de confianza de sus principales valedores, la naturaleza de la propiedad privada, el papel del Estado o la apertura del mercado, así como la regulación del trabajo privado están sobre la mesa. Una cosa si parece segura. Nadie duda de que la gerontocracia que domina el país va a mantener sus privilegios. El VI Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), que dará comienzo el sábado en La Habana, ha despertado grandes expectativas en todo el mundo. La teoría dice que en el mismo, la dirigencia castrista debe dirimir cual será el anunciado “nuevo modelo socialista” que va a regular la vida en la Isla. En mitad de una fuerte crisis económica y de confianza de sus principales valedores, la naturaleza de la propiedad privada, el papel del Estado o la apertura del mercado, así como la regulación del trabajo privado están sobre la mesa. Una cosa si parece segura. Nadie duda de que la gerontocracia que domina el país va a mantener sus privilegios.

Las discusiones, que deben extenderse hasta el día 19 de abril, tendrán como base un documento, el «Proyecto de Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución», que ya ha sido discutido en centros laborales y de estudios, y en los barrios, y que, según parece, ha sido modificado luego de miles de propuestas de la población. Las expectativas son, por tanto, numerosas.

Por el contrario, los pasos previos, algunas de las medidas tomadas ya por que la jerarquía castrista, con Raúl Castro a la cabeza y su hermano Fidel fuera del órgano de dirección del Partido, han dejado más dudas que beneficios para la población. Una de ellas, la que tiene que ver con el despido de cerca de 500.000 funcionarios y la pretensión de que se conviertan en “cuentapropistas” o empresarios privados, ha dejado al descubierto el cómo se quieren hacer las cosas en la Isla.

Según ha reconocido el ejecutivo cubano, la crisis económica que vive el país es tan pronunciada que los despidos, dentro de un proceso de recortes en el gasto público, son absolutamente necesarios. El diario Granma, órgano oficial del PCC, alerta hoy de que la isla, debido al alza de precios de los alimentos, tendrá que gastar un 25% más para importar los mismos productos. Las malas noticias, como el alza del precio de la gasolina o del trigo, se suceden en los medios públicos. La población va teniendo claro que la situación económica que vive su país, necesita de cambios radicales.

De ahí que, además de anunciar los despidos y proponer plazos para la ejecución de los mismos, que no se están cumpliendo, se haya planteado a los nuevos desempleados, como vía de solución para su futuro, que entren a formar parte del sector privado, inexistente en el país. Para favorecerlo, siempre con el control estatal, se han anunciado créditos para ayudar a esos desempleados a crear su empresa.

Esos créditos, que vienen marcados por varias condiciones, son un buen ejemplo de cómo se van a hacer las cosas en adelante. Según lo anunciado después de la reunión de ministros en la que se tomó la decisión, estos créditos ayudarán a controlar de cerca el desarrollo del sector privado en la Isla. Con ello, hay quien considera que el concepto de ‘autónomos’ pierde en parte su significado si se tiene en cuenta que sólo se accede al crédito si se puede demostrar, documentalmente, que se tiene un contrato de suministro con alguna empresa estatal.

Es decir, que funciona casi como un descuento de papel de los tradicionales en los países occidentales, con la carta de pago de una empresa solvente, el banco adelantaría el dinero a cambio de una comisión.

También se asegura que ante los retrasos en los pagos por parte del Estado, un eventual acuerdo con los bancos sería positivo ya que, al menos de esa forma, los empresarios lograrían algo de liquidez por adelantado aunque tuvieran que pagar una cuota mensual para conseguirla. Cuba, sin embargo, sigue teniendo problemas de suministros, y de infraestructuras donde comprarlos, fuera del mercado negro. La fabricación nacional no cubre las carencias y, por lo tanto, deben adquirirse ciertos productos en el exterior, lo que haría que los créditos no llegaran a los nuevos empresarios.

De esta manera, se entiende que el Gobierno desea, en primer lugar, seguir manteniendo férreos los vínculos de los cuentapropistas con el Estado, y en segundo lugar, valerse de su trabajo para financiarse. No en vano, los impuestos que deberán abonar los nuevos empresarios son considerados por muchos un abuso. Granma se encargó de informar sobre ellos y de justificarlos: «El pago de tributos en Cuba no es nuevo, pero en el actual escenario económico también se rediseña la política tributaria».

Aunque sin muchos detalles, el diario cubano expuso que aquellos que se lancen al cuentapropismo abonarán mensualmente «un 10% sobre los ingresos obtenidos por la comercialización de bienes o la prestación de servicios según corresponda». Quienes contraten fuerza de trabajo cotizarán al Estado «un 25% de las remuneraciones que paguen a ese operario». Mientras que el trabajador que no tenga ningún vínculo con el Estado ni sea beneficiario de la seguridad social, deberá afiliarse a un apartado especial de ésta de manera obligatoria y pagando un 25% «en la base de contribución que seleccione el trabajador»

El mismo artículo de Cranma exponía que estos impuestos tienen “un carácter regulador para evitar concentraciones de riqueza o que se utilice indiscriminadamente la fuerza de trabajo. Mientras más personal se contrate, más gravoso será el importe por este concepto», agrega el rotativo. Parece que el Gobierno cubano tiene miedo de la acumulación de poder económico que no sea el que ellos mismos van a adquirir.

Y es que, después de la desaparición, o casi, de Fidel Castro de la escena política, hay quien considera que su hermano Raúl, que ahora dirige los designios del país, así como otros sectores de la dirigencia, están iniciando el reparto de los bienes de los cubanos. Como ya ocurriera en la URSS, parece que en Cuba, que está en proceso de abandonar la ideología comunista para convertirse en otra cosa, quién sabe qué, un pequeño grupo de aquellos que ahora forman parte del Gobierno y su entorno, se va a repartir los bienes estatales. Según todos los indicios, el reparto ya está en marcha.

El pasado febrero, la compañía estatal Rafin se hacía con la participación de Telecom Italia en ETECSA (27%), la compañía telefónica nacional. De esta manera, las autoridades cubanas terminaban con la inversión extranjera en esta compañía y sacaba a flote los otros accionistas de la misma. Estos no son otros que Telefónica Antillana (51%), Universal Trade & Management Corporation (11%), Banco Financiero Internacional (6,15%), Negocios en Telecomunicaciones (3,82%) y Banco Internacional de Comercio (0,92%). Todas ellas, a su vez, estatales, aunque se desconoce a quién pueden pertenecer, al ser Cuba una economía centralizada en la que todo pasa por La Habana.

Rafin desembolsó en la operación 706 millones de dólares (unos 523 millones de euros). Sin embargo, las autoridades de La Habana aún no saben muy bien qué hacer con ese porcentaje; si vendérselo a un inversor extranjero –y ya hay varios interesados- o si quedárselo. En cualquier caso, todo parece indicar que si el mercado de telefonía termina siendo liberalizado, como así parece que ocurrirá más pronto que tarde, alguien, hay quien apunta al vicepresidente Ramiro Valdés, ya está tomando posiciones.

Sólo seis días después de iniciado este año clave para el futuro de Cuba, Raúl Castro ha anunció una curiosa remodelación de su Gabinete en la que Valdés perdía su puesto como ministro tecnológico, pero reforzaba sus poderes como vicepresidente.

Muchos opinan que estos cambios en el Gobierno suponen de hecho, el reconocimiento del verdadero poder que acumulan los jugadores que luchan en el tablero de la Isla por el reparto del poder y la propiedad dentro un posible escenario futuro en el que la economía y la política de la Isla queden en ‘manos’ privadas.

Los diplomáticos internacionales peor pensados, creen que Valdés ya ha definido la parte del sistema productivo que reclama para sí. Justo la que se corresponde con las carteras que supervisará (Construcción, la Industria Básica e Informática y las Comunicaciones). Eso podría significar que otros buenos negocios como el turismo se quedarían en el entorno de Raúl Castro.

La división parece clara si hay que hacer caso a esta versión tan poco argumentada. A medio plazo, serán dos grandes corporaciones empresariales las que articulen el reparto con el que especula la rumorología cubana.

Según Radio Bemba (como se conoce a dicha rumorología), Valdés se hará cargo de un renovado y fortalecido “Grupo de la Electrónica”, empresa que él mismo creó en los años en los que estuvo aparentemente alejado del poder, mientras que Raúl Castro, que ha situado a su yerno al frente de Gaviota, se quedará con la parte del león del negocio turístico. Esto es, como lo cuenta Radio Bemba, algo parecido a lo que sucedió en la antigua Unión Soviética, cuando se produjo el desmantelamiento de la estructura comunista.

En este contexto, pocos dudan ya de que la jerarquía del castrismo, con más de 50 años de gobierno a sus espaldas, seguirá siendo la jerarquía de la nueva, veremos que ocurre, Cuba. El armazón teatral esta instalado, y es posible que venda muchas entradas entre aquellos que desean el bien para la Isla. Sin embargo, no parece que muchas cosas vayan a cambiar, no al menos tantas cosas como para cubrir las expectativas de muchos cubanos.

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