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AMÉRICA EN FOCO...

Lo que viene

No queda otro camino para nuestros gobernantes que rápidamente tomen las medidas y apuesten todas las fichas a la ciencia y tecnología a efectos de lograr trasformar la estructura productiva. En el marco de la XXIV Cumbre Iberoamericana, de Boca del Río, Veracruz (México), tanto la OCDE como la CEPAL pronosticaron para el 2015 un lento crecimiento económico para la región de entre un 2% a un 2,5%. Sin embargo alertaron de que, de no poner énfasis en impulsar la ciencia, la tecnología, la educación, la innovación y la capacitación laboral, ni siquiera se alcanzarán esos porcentajes, considerados los más pobres de los últimos cinco años, la otra cara de una década de fuerte crecimiento.

No queda otro camino para nuestros gobernantes que rápidamente tomen las medidas y apuesten todas las fichas a la ciencia y tecnología a efectos de lograr trasformar la estructura productiva. Es de esperar que la desidia no los acompañe nuevamente, ya que es notorio que no supieron aprovechar el tiempo de bonanza para lograr desarrollo a largo plazo. Al momento pasa el tren y solo llegamos a subirnos al último vagón. Como de costumbre la mayoría de nuestras administraciones juegan día por día, de planificación ni hablar.

Vale recordar conceptos de manual. La transformación productiva parecía así como la idea clave para promover de manera simultánea, a la par, y no secuencial, tanto el crecimiento económico, como la equidad social. Es así que los ítems económicos, sociales e institucionales, deben de considerarse de manera integral, pues interactúan y se condicionan de manera reciproca.

Las administraciones, por lo tanto, deberán invertir en los jóvenes, más y mejor en educación, ciencia, tecnología, indudablemente la piedra fundamental para el desarrollo de la sociedad, de valor estratégico para el presente y el futuro de las comunidades, por lo que requiere el trabajo mancomunado de todos los actores políticos, sociales culturales y económicos, mancomunados en un solo objetivo, que la región siga consolidándose y no dé nunca más un paso atrás. Esperamos que comprendan la magnitud del desafío, ya que se vive una etapa de desaceleración económica que podría ser en realidad “un ajuste permanente”. No olvidemos que Latinoamérica sigue siendo la región más desigual del planeta, con más de un tercio de su población sumida en la pobreza. La lucha contra este flagelo se ve amenazada por la ralentización económica de la región. Datos concretos: en 2014 el crecimiento del PIB llegó a menos del 1,5%, por debajo de los países que integran la OCDE.

Es decir, América Latina registró una tasa de crecimiento que apenas superó el 1%, la más baja de los últimos doce años, con excepción de los registros correspondientes al 2009, producto de los temblores financieros internacionales. Un desempeño tan hibrido fue consecuencia del ajuste de la caída del precio de las comodities, la oferta restringida en países que marcharon a la cabeza asociados a un crecimiento considerable por las restricciones de oferta presentes en varias administraciones asociadas al rápido crecimiento, y a la baja inversión IED en los últimos tiempos, además de la incertidumbre que acarrea los cambios de política y por el debate en torno a reformas estructurales importantes en algunos países. Así que ante este brebaje explosivo es de esperar que en el transcurso de este año el crecimiento regional se recupere ligeramente, manteniéndose en niveles históricamente bajos.

Los analistas anticipan para el año que los precios de las principales materias primas, sobre todo el petróleo, continúen deprimidos y que la economía de EEUU muestre mejoras. El año 2015 de cara a la economía mundial muestra una serie de claroscuros que serán de fundamental importancia, el centro se sitúa, sin duda en el escenario económico más el presente de la economía de los EEUU con lo que ello representa. La caída del precio del petróleo es el resultado del tironeo geopolítico entre los países árabes y los desarrollados , que los precios de las principales materias primas continúen deprimidos, que la economía de los EEUU presente mejoras, tal lo analizado, y que, para el mal de muchos que continúe el proceso de desaceleración gradual de la economía china.

Vale convenir que para la gran mayoría de los países de la región el escenario externo es claramente negativo, habida cuenta que el efecto positivo apalancado al mayor crecimiento de los EEUU no llegará a compensar –según las previsiones- los efectos negativos que deberán dirigir como consecuencia de los menores precios en las materias primas y en el determinado incremento en las tasas de intereses. Sin embargo, no todos juegan a perdedor, pues tanto México, Centroamérica y el Caribe se beneficiarán de la recuperación de los EEUU, debido a que incrementarán sus ya fuertes flujos de exportación, remesas y turismo, con la ventaja comparativa, en esta situación que no son considerables exportadores de materias primas.

América del Sur, se ha visto en los últimos 18 meses en un proceso de desaceleración, gracias a la caída en el precio de los metales y de determinados granos, la fuerte caída en el precio del crudo en los últimos 6 meses golpea duramente a Venezuela y Ecuador, cuyas exportaciones netas representan el 33 y el 9 por ciento del producto respectivamente.

Otras economías regionales, como Brasil Argentina y México desarrollan al momento proyectos energéticos considerables, los que podrían verse afectados de manera negativa ante el nuevo escenario, con un precio de oferta por cada barril, sin embargo el resto de las economías regionales se verá favorecida gracias a las reducciones considerables que se comprobarán en el valor de sus importaciones de petróleo.

Y si la región ha dejado pasar el tren, no tomando las políticas correctas luego del potencial crecimiento de los últimos años, luz amarilla, atentos a que podría ingresar a un periodo de bajo crecimiento que dure probablemente algunos años, ya que se avecinan tasas bajas de inversión y ahorro, un crecimiento moderado en la productividad, factores que dan como resultado un crecimiento potencial por demás limitado, sus administraciones deberían tomar las riendas retomando una agenda de reformas estructurales que permita potenciar la rentabilidad de la inversión, mejorar la calidad educativa, reducir los déficits de infraestructura, incrementar el ahorro interno, y por sobre todo transparentar su gestión.

Una prueba de fuego, sin duda alguna para las democracias regionales, solo cabe esperar que la afronten con la seriedad y el profesionalismo que el momento amerita.

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