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EL NUEVO MODO

Balance III

Prometimos un balance del “estado del arte” y a ello vamos en éste y el próximo artículo. No significa que no haya aún espacio a nuevas hipótesis y discusiones; pero, nos resulta mejor partir del establecimiento de unas “condiciones iniciales” a la tarea. Prometimos un balance del “estado del arte” y a ello vamos en éste y el próximo artículo. No significa que no haya aún espacio a nuevas hipótesis y discusiones; pero, nos resulta mejor partir del establecimiento de unas “condiciones iniciales” a la tarea.

Nuestro punto de partida, insistimos, es que la Economía Transicional debe ser revisitada. Ya lo planteamos al nivel de sus fundamentos (que avanzamos en anterior artículo) y, ahora, en el de su “estado del arte”. Los nuevos requerimientos y casos lo demandan.

Pasa que el campo de la Economía Transicional tuvo un tiempo de auge. Y luego se distendió. Se interesó principalmente en el proceso del bloque soviético. Más por el progreso al “mercado” que a la democracia, ya asentamos. Pero, pasa también que hoy hay asuntos y procesos viejos y nuevos a revisar y nuevos casos a atender.

La puesta al día sobre los más relevantes factores y condiciones transicionales debe ser realizada. Hay unos cuantos conceptos establecidos a revisar y diversas hipótesis a validar.

Solo como ejemplo, en razón de la consideración, por expertos en el área, de China como caso exitoso y su definición como país aún en transición, resulta obligante la revisión profesional de sus factores explicativos. El espacio de posibilidades es amplio.

También, hay casos como el de Myanmar, los atascos español (¡la “segunda transición”!) y chileno (los reclamos en educación y otros), las exigencias en Venezuela y casos adicionales de neototalitarismo o populismo, que esperan por su evaluación y apropiado tratamiento.

Vayamos, pues, a la tarea. La haremos en dos artículos y con base en diez criterios. Pero, es una tarea abierta. Y ojalá que en un nutrido intercambio.

Primero. No hay dudas sobre la relevancia y prelación de lo legal-institucional sobre lo económico. Esto es muy importante. Evita el riesgo de un excesivo o errado economicismo y de situaciones, llamémoslas, de Economía Política, ligadas a los intentos de supervivencia del sistema desplazado y de prácticas económicas nefastas. Este postulado resuelve en parte la tan frecuente diatriba entre procesos acelerados (de shock) y graduales. Más adelante retomaremos esto último con más detalle.

Como posición dominante, se reconoce el gradualismo y la prelación de las leyes como el modo apropiado, con respeto a especificidades o situaciones puntuales. Ello, en todo caso, no limita las más acuciantes y urgentes tareas de estabilización económica, propias de los inicios de las transiciones.

Segundo. Se reconoce la importancia del conocimiento y apropiado reconocimiento y manejo de las condiciones iniciales del sistema económico en el momento de la asunción de una transición.

Aunque la tarea puede ser tan amplia como lo permita cada situación, hay acuerdo sobre el efecto de esas condiciones en las políticas y reformas aconsejables y los resultados de la propia transición y la posterior consolidación.

El asunto puede ser asimilado al concepto walrasiano original; pero, con mucha mayor amplitud de factores: históricos, geográficos, culturales, sociales, institucionales, políticos y económicos. No solo preferencias, recursos y bagaje tecnocientífico. Se aconseja el más amplio y creativo manejo posible.

Para nosotros –lucha contra un neototalitarismo- tiene una aplicación política aún mayor que la conocida: es tema de la agenda económica ante el régimen a superar. Las condiciones iniciales de la transición son los resultados finales del totalitarismo. Una macroeconomía maltrecha y desequilibrada es un pesado fardo en la transición. Y eso debe ser -antes, no después- un tema político opositor.

Tercero. Al lado de las condiciones iniciales, aparece lo medular de las políticas y reformas económicas y complementarias. Más allá de variaciones relativas a la velocidad, oportunidad o nivel de las políticas; su calidad es, sin duda, el factor transicional más importante.

Son el núcleo duro del proceso. Incluye, como dicho, áreas económicas y extraeconómicas. Se maneja el criterio de la existencia de al menos dos generaciones de reformas.

En la literatura se reconoce varios tipos de actuaciones. Se mencionan la estabilización, la privatización, la liberalización, reestructuraciones y la central reforma política e institucional-legal.

Se nos acabó el espacio. Son éstos los aspectos primarios a considerar. La transición requiere de una acción específica, hay un “estado del arte”, proponemos revisitar el campo, considerar nuevas hipótesis y casos y establecer unas “condiciones iniciales” para toda nueva incursión. Trabajo en curso.

* Santiago José Guevara García

(Valencia, Venezuela)

[email protected] / @SJGuevaraG1

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