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Consecuencia de la no condena de República Dominicana, Haití y El Salvador a Maduro en la OEA

Marco Rubio amenaza con represalias a países del Caribe

Marco Rubio, senador republicano por el estado de Florida

El senador conservador desea que República Dominicana, Haití y El Salvador sufran las consecuencias de no votar en el sentido deseado por la Administración Trump en el último plenario de la Organización de Estados Americanos (OEA). El senador republicano por el estado de Florida Marco Rubio ha amenazado a República Dominicana, Haití y El Salvador con que su relación con EE.UU. podría verse afectada después de que éstos países no votasen en el sentido deseado por la Administración Trump en el último plenario de la Organización de Estados Americanos (OEA).

Unas declaraciones en su cuenta de Twitter que llegan después de que, durante la semana pasada, en el marco de la 47ª Asamblea desarrollada en Cancún, en México, no saliese a la luz una resolución crítica con el Gobierno de Nicolás Maduro que, por ejemplo, solicitaba reconsiderarar la Asamblea Nacional Constituyente convocada por el presidente chavista.

Más allá de contenidos concretos se trataba de asestar un nuevo golpe diplomático al Ejecutivo venezolano reforzando la sensación de aislamiento internacional de éste. Sin embargo, la iniciativa fracasó al obtener 20 votos a favor. Y es que, si bien solo recibió cinco en contra; las 8 abstenciones resultaron providenciales ya que la mayoría necesaria para aprobar una resolución en la OEA es de 23 votos.

Es decir, en la práctica, Rubio está atribuyendo a República Dominicana, Haití y El Salvador la responsabilidad de no haber llegado a acumular esos tres votos que les faltaron para sacar adelante la resolución impulsada por los Gobiernos más hostiles a Maduro como el de México o Perú, y que contaba con la simpatía de EE.UU.

Especialmente por parte de figuras como la de Rubio, de origen cubano, que también ha sido de los principales defensores de regresar al enfoque del palo en lugar de al de la zanahoria en lo relativo a la política de su país hacia la Isla.

Sin embargo, la realidad es que EE.UU. bajo la actual Administración ha demostrado un notorio desinterés por la región que le ha llevado, por ejemplo, a disminuir el presupuesto en operaciones para América Latina y el Caribe en casi un 40%. Es más, tampoco en el ámbito diplomático ha tenido una actitud particularmente activa para que la mencionada resolución saliese adelante.

El secretario de Estado, Rex Tillerson, ni tan siquiera acudió a la reunión donde se realizó la votación final. Una actitud que contrasta con la de la delegación venezolana que, si bien formalmente ausente tras su aununcio de retirada de una organización a la que acusa de estar «al servicio del imperialismo», movió todos sus resortes para evitar que la resolución saliese adelante.

De esta forma, la fuerte dependencia del petróleo venezolona y la deuda que la mayoría de países del Caribe mantienen con el país presidido por Maduro explican que hayan preferido no oponerse frontalmente a su Gobierno. Por ejemplo, Haití mantiene una deuda con Venezuela de 1.500 millones dólares, la de El Salvador es de más de 900 millones y la de la República Dominicana está en el entorno de los 2.000.

Una carga inasumible, más aún cuando EE.UU. en lugar de enviar señalas de que estaría dispuesto a ayudarles a asumir, al menos en parte, el coste que supondría para estos países plegarse a su voluntad; tan solo ofrece señales en sentido punitivo. Así, declaraciones como Rubio parecen dirigidas más a reafirmar sus propias posiciones y las de su electorado que a conseguir una verdadera influencia en la región.

De hecho, las nuevas declaraciones del senador cubano estadounidense tienen un claro precedente en las que ya hizo en marzo de este año cuando avisó de que la cantidad destinada a cooperación por parte de EE.UU. a precisamente El Salvador, República Dominicana y Haití iba a ser difícil de justificar «si ellos, al final del día, son países que no cooperan con la defensa de la democracia en la región?.

Una amenaza que ya se había transformado en realidad en el primer proyecto de presupuestos de Trump con anterioridad a la votación decisiva de la pasada semana en el seno de la OEA.

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