Cuatro horas tuvo que caminar el Ministro de Asuntos Exteriores de Bolivia, David Choquehuanca, tras ser retenido por los manifestantes. Parecía que este fin de semana, el Gobierno pondría fin a la marcha indígena, pero nada más lejos de la realidad. La policía intentó zanjar las protestas haciendo uso de la violencia, y eso caldeó más el ambiente. Cuatro horas tuvo que caminar el Ministro de Asuntos Exteriores de Bolivia, David Choquehuanca, tras ser retenido por los manifestantes. Parecía que este fin de semana, el Gobierno pondría fin a la marcha indígena, pero nada más lejos de la realidad. La policía intentó zanjar las protestas haciendo uso de la violencia, y eso caldeó más el ambiente.
El presidente boliviano, Evo Morales, ordenó el domingo disolver la marcha, que cumplía 41 días, con el resultado de varios heridos y detenidos, un día después de que el ministro boliviano, David Choquehuanca, fuese retenido y obligado a marchar con los indígenas.
El ministro de Gobierno, Sacha Llorenti, aseguró que la operación policial sellevó a cabo con el fin de impedir que los indígenas se enfrentasen durante la marcha con campesinos partidarios de Morales que optaron por bloquear la carretera desde hace más de 20 días.
Llorenti apuntó que poco antes de la intervención policial, un grupo de indígenas con flechas golpeó a los policías, por lo que estos se vieron obligados a dispersar la jornada. Sin embargo, el Defensor de Pueblo, Rolando Villena, dijo que los actuaron cuando los indígenas estaban a punto de cenar.
Tras la violenta represión con gases y porras, varias mujeres quedaron separadas de sus hijos, que las acompañaban en la marcha, y dirigentes y activistas fueron detenidos o huyeron hacia la selva para huir de las autoridades.
De poco a servido la carga policial. Sindicatos, asociaciones indígenas, partidos de oposición y grupos ecologistas y de defensa de los derechos humanos han organizado protestas públicas para esta semana, además de una huelga nacional de la Central Obrera Boliviana (COB), la mayor organización laboral del país.
Los indígenas rechazan la construcción de una carretera de 300 km que cruzará el Territorio Indígena y el Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), en el centro del país, de un millón de hectáreas, rico en flora y fauna y donde habitan varios grupos de indígenas desde tiempos ancestrales.
Los ministros no han logrado convencer a los nativos de que se trabaje en una propuesta alternativa y que de forma conjunta se realice una consulta directa con las comunidades que habitan los territorios por donde pasaría la vía.