Las tensiones que vive Brasil por la revolución social y política que protagoniza estos días ha hecho que las autoridades utilicen entre 10.000 y 14.000 policías y militares para garantizar la seguridad del pontífice. Las tensiones que vive Brasil por la revolución social y política que protagoniza estos días ha hecho que las autoridades utilicen entre 10.000 y 14.000 policías y militares para garantizar la seguridad del pontífice. Según El País, las manifestaciones y protestas contra los políticos reinan en las calles y plazas de Río de Janeiro y los servicios creen que la visita de Francisco I podría llevar a las reivindicaciones de derechos sociales por parte de miles de personas, a las que consideran “el mayor peligro para su seguridad”.
Por su parte, el portavoz del Papa, Federico Lombardi, ha mostrado su desacuerdo ante algunas de las medidas de seguridad que quieren tomar los brasileños: “No habrá cambios de programa durante la visita”. La policía de Brasil había pensado que para evitar la manifestación que hay prevista en protesta contra el gobernador y el alcalde de Río, lo mejor sería que el Papa se encontrara con las autoridades brasileñas en el aeropuerto de Galión a su llegada, lejos de la ciudad, pero el pontífice no ha cedido.
Además, desde Roma han asegurado que todas estas medidas son exageradas porque las protestas “no son contra el Papa, sino contra los políticos”. Más aún, como ha afirmado el arzobispo cardenal de São Paulo, Odilo Scherer, Francisco “apoya las reivindicaciones sociales que están haciendo los jóvenes” y hasta dedicará a ellas uno de sus discursos dirigido al millón de brasileños que se concentrará en Río de Janeiro con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).
En cuanto al Papa Francisco I, el pontífice ha rechazado llegar en el papamóvil blindado y ha rechazado que desfilen a su lado “hombres armados de fusiles” cuando vaya al encuentro con los jóvenes y con los fieles.
