Mañana, será retomado el juicio en el que se acusa al presidente no electo, Michel Temer, de abusos de poder y financiación ilegal en la campaña de 2014. Menos de un año después del juicio político que le costó el puesto a la presidenta electa Dilma Rousseff, la historia se repite a medio camino entra la farse y la tragedia, y es ahora su sustituto, Michel Temer, quien arranca la semana en el banquillo.
Mañana, será retomado el juicio en la corte electoral en el que se acusa al presidente no electo de abusos de poder y financiación ilegal en la campaña de 2014. Así, si la corte anula la elección, deberá definir si Temer debe salir inmediatamente del poder.
Aunque también existe la posibilidad de que incluso aceptando su culpabilidad, Temer sí pudiese seguir al frente del Ejecutivo hasta que se agotasen las instancias de apelación en el tribunal electoral y en la corte suprema.
Con todo, al menos en lo que se refiere al dictamente popular, la suerte parece estar echada mientras siguen las manifestaciones que reclaman elecciones directas inmediatas para votar por un nuevo presidente de Brasil bajo la consigna «Diretas já» (Directas ya), que recuerda a los últimos años de la dictadura militar.
Ello significa que, al margen de que su salida se haga efectiva antes o después, las posibilidades y el margen legislativo de Temer es cada vez más reducido y con ellas, la posibilidad que tiene de llevar a cabo las reformas que tenía previstas.
Un panorama que después de que Brasil pareciese empezar a salir este año de la recesión de los dos últimos años, vuelve a llevar la incertidumbre a las proyecciones macroeconómicas en torno al país carioca y, con ellas, a los inversores internacionales.
