La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, ha aceptado la decisión de Graça Foster, la presidenta de la empresa estatal Petrobras, que se ha visto envuelta en sucesivos escándalos por corrupción. Foster ha insistido desde hace meses su renuncia, pero Rousseff nunca la aceptaba. La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, ha aceptado la decisión de Graça Foster, la presidenta de la empresa estatal Petrobras, que se ha visto envuelta en sucesivos escándalos por corrupción. Foster ha insistido desde hace meses su renuncia, pero Rousseff nunca la aceptaba.
De momento no hay fecha para su salida, pero la intención ha sido evidente después de que se supiera que la corrupción haya ascendido a casi 34.000 millones de dólares. Que el anuncio es positivo, lo deja claro lo ocurrido con el diario a Folha de Sao Paulo, que anunció la destitución e hizo que las acciones se disparasen hasta un 10%.
A pesar de la decisión, durante meses la presidente ha defendido a Foster a capa y a espada. El deterioro de Petrobras se ha hecho evidente, en 2010 valía unos 126.000 millones de dólares y cuatro años después ya costaba 42.000 millones de dólares, aún gana dinero, aunque las ganancias en 2014 han caído más de un 9% en relación al año precedente. Sin tener en cuenta lo sustraído, claro.
El País señala que los escándalos continúan. Julio Camargo, uno de los acusados de sobornar a altos cargos de Petrobras ha asegurado que pagó unos 4,5 millones de dólares para obtener concesiones de obras.
