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Pérez Molina echa balones fuera y culpa a los empresarios de la corrupción en Guatemala

El presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina, se aferra a su cargo a pesar de que se le investiga por un supuesto delito de corrupción. El mandatario ha optado por echar balones fuera y poner bajo el foco a los empresarios, a los que culpa de los escándalos en los que se envuelto el país. El presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina, se aferra a su cargo a pesar de que se le investiga por un supuesto delito de corrupción. El mandatario, en lugar de achantarse ha optado por echar balones fuera y poner bajo el foco a los empresarios, a los que culpa de los escándalos en los que se envuelto el país.

Con las manifestaciones que piden su renuncia como telón de fondo y la dimisión de altos cargos de su Ejecutivo, el mandatario no ha tenido más remedio que dar la cara y anunciar sus siguientes pasos, que no incluyen dimitir.

A pesar de las varias pruebas que lo vinculan al escándalo de corrupción de la Superintendencia de Administración Tributaria (SAT), conocido como La Línea, Pérez Molina ha comparecido para insistir en que nada tiene que ver con estos hechos. Visiblemente molesto, ha declarado “categóricamente” su vinculación con la red mafiosa y haber recibido “dinero alguno” de la trama.

Durante su comparecencia, grabada previamente, el mandatario guatemalteco no solo se ha defendido sino que también ha cargado contra el empresariado (que le dio la espalda el pasado sábado) y contra la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (Cicig) a la que ha acusado de “intervencionista y antidemocrática”.

Por su parte, a los empresarios los ha acusado de ser los corruptores en este caso. “No hay una sola Línea, hay dos. Hasta ahora ha aparecido la que recibe pero no la que paga, sin duda enraizada en el sector empresarial”.

El presidente no ha tenido más remedio que salir al paso después de que el pasado viernes la Fiscalía y la Cicig lo señalaran como el líder de una mafia que ingresó más de 500 contenedores ilegalmente a la SAT con la complicidad de 27 personas.

Por esta causa dimitió en abril la por entonces vicepresidenta Roxanna Baldetti y propició la fuga de su secretario personal, Juan Calos Monzón Rojas, que actualmente está desparecido y cuyo nombre se situó por entonces a la cabeza del organigrama de la organización.

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