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La llegada de Obama al poder confirma a Lula como líder mundial

La gran referencia

El presidente brasileño, Lula da Silva, se ha consolidado este 2009 como la cara visible de Latinoamérica frente al mundo desarrollado, en parte gracias a la atención que le ha concedido, en todo momento, el nuevo inquilino de la Casa Blanca, Barack Obama. Además, la acertada gestión del mandatario brasileño en su último año en el poder ha permitido que Brasil lidere la recuperación económica en la región y el ex-sindicalista del metal es ahora uno de los principales dirigentes del mundo, imprescindible en todas las grandes citas internacionales. El presidente brasileño, Lula da Silva, se ha consolidado este 2009 como la cara visible de Latinoamérica frente al mundo desarrollado, en parte gracias a la atención que le ha concedido, en todo momento, el nuevo inquilino de la Casa Blanca, Barack Obama. Además, la acertada gestión del mandatario brasileño en su último año en el poder ha permitido que Brasil lidere la recuperación económica en la región y el ex-sindicalista del metal es ahora uno de los principales dirigentes del mundo, imprescindible en todas las grandes citas internacionales.

La Cumbre del G-20 de Pittsburgh fue la cita que consagró a Brasil como uno de los países referentes del mundo del futuro. El presidente brasileño propuso allí reformar el Banco Mundial y el FMI, el mantenimiento de las políticas anticrisis y el entierro definitivo del G-8, para ser sustituido por el G-20. Su buena sintonía con Obama dejó más que en evidencia la admiración de los líderes globales por el cabeza del Partido de los Trabajadores.

No es para menos, todo apunta a que el país carioca se convertirá en el primero en abandonar la crisis económica. Las cifras no dejan lugar a dudas, con un constante incremento en la creación de empleos desde junio y la importancia de las grandes obras de infraestructura como la canalización del Río San Francisco. De hecho, el Gobierno de Lula espera una subida del 1% del PIB en 2009 y de un 4,8% para el 2010, datos que también se corresponden con los publicados en el informe Focus del Banco Central.

El Estado va a destinar 7.500 millones de euros a los Juegos Olímpicos (la otra gran puja de Brasil) y otro tanto en el mundial de fútbol que también le han sido asignados, fundamentalmente al transporte y a proyectos de infraestructuras. Y es previsible que buena parte de ese capital provenga del repunte de los ingresos petroleros que se esperan con la nueva reforma energética impulsada por Lula, que aspira a convertir a Petrobras en un gran exportador de crudo aprovechando los megayacimientos de Tupi y Carioca.

Con este telón de fondo, no es de extrañar que los inversores se hayan lanzado a la compra de activos brasileños este año.

Los mercados bursátiles y de deuda han recibido una auténtica avalancha de inversores que han llevado al parqué a recuperar los niveles previos a la quiebra de Lehman Brothers. Todo parece indicar que esta tendencia continuará, pese a los esfuerzos del Gobierno de Lula por evitar que esta situación desemboque en una nueva burbuja financiera, como temían algunos expertos con la fuerte revalorización que el real ha experimentado frente al dólar. Tanto es así que el Gobierno decidió en octubre imponer un impuesto a las transacciones financieras. Pero ni siquiera eso ha conseguido frenar la confianza del mercado.

Petrobras se ha disparado un 60% este año en el Bovespa, mientras que sus títulos en el Latibex registran una revalorización del 101%.

El mercado de blue chips latinoamericanos en euros se ha consolidado también como uno de los más rentables, con una revalorización cercana al 89% en 2009. Las empresas brasileñas han sido las principales culpables de la euforia de los inversores sobre este mercado, que ha llegado a duplicar, e incluso triplicar, las rentabilidades registradas por otros índices internacionales.

Pero aparte de la buena sintonía de la economía del país Lula ha conseguido un gran líder político con gran influencia. Así lo ha demostrado en repetidas ocasiones, como en la Cumbre Iberoamericana de 2009.

El futuro del país está bien amarrado. 2010 será el turno de las presidenciales, con Dilma Russeff como la candidata de Lula. Pero la expectación se dirige ya al 2014, unos comicios en los que no se excluye que Lula se presente de nuevo como candidato.

El único problema grave con el que se ha encontrado el mandatario brasileño en el 2009 y en el que no ha podido mediar ha sido el golpe de estado en Honduras.

El levantamiento que se produjo en Honduras el pasado 28 de junio ha devuelto al país al panorama internacional y a las portadas de los medios de comunicación. Este golpe de Estado terminó con la sustitución del presidente constitucional Manuel Zelaya y el nombramiento de Roberto Micheletti como mandatario de facto.

El pasado 29 de noviembre se celebraron unas elecciones en Honduras, que no han sido reconocidas por la mayoría de la comunidad internacional en las que ha salido vencedor Profilio Lobo. El nuevo presidente electo del país tomara posesión de su cargo el próximo 27 de enero de 2010, aunque aún no es seguro que Micheletti ceda el cargo.

Ante esta crisis política Lula, ha asegurado tajantemente que no reconocerá las elecciones en Honduras ni la victoria al conservador Porfirio Lobo.

Habrá que esperar al año próximo para conocer la resolución de este conflicto político en Honduras, pero lo que si es ya evidente es que Lula ha conseguido que su mandato sea recordado como uno de los mejores de Latinoamérica.

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