«Brasil tenía 1.607.000 niños y adolescentes de 5 a 17 años de edad en situación de trabajo infantil en 2023, el menor contingente desde 2016, cuando se inició la serie histórica para ese indicador», destacó el IBGE en un comunicado.
El número de menores trabajando cayó un 14,6 por ciento frente a 2022 (1,8 millones menos) y un 23,9 por ciento respecto a 2016 (2,1 millones).
El noreste, históricamente la región más pobre de Brasil, es donde hay más trabajo infantil (506.000 niños), aunque en proporción, en los estados amazónicos del norte el porcentaje es mayor (6,9 por ciento).
Casi dos tercios (65,2 por ciento) de los niños y adolescentes en trabajo infantil eran negros o mestizos.
El informe también constata que el trabajo infantil aparta a los niños de la escuela: si entre la población de 5 a 17 años el 97,5 por ciento son estudiantes, entre los trabajadores infantiles ese porcentaje baja al 88,4 por ciento.
De entre los más de 1,6 millones de niños que trabajan en Brasil unos 586.000 lo hacen en condiciones que incluyen riesgos de accidentes o que son perjudiciales para su salud.
La legislación brasileña prohíbe cualquier tipo de trabajo a menores de 16 años, excepto en la condición de aprendiz, a partir de los 14 años.