Si hay un tema candente en Chile en las últimas semanas, ése es el de HidroAysén. El megaproyecto eléctrico impulsado por el gobierno de Piñera y que prevé la construcción de cinco grandes presas en la Patagonia para abastecer de electricidad el crecimiento del país, ha provocado manifestaciones y protestas en varias ciudades, y un 74% de los chilenos declara estar en contra de su puesta en marcha. Sin embargo, las dos empresas que participan en el proyecto, la italiana (aunque con matrícula española) Endesa y la chilena Colbún –ésta muy ligada a Piñera, cuyo cuñado es uno de sus directivos– presionan para que salga adelante. Los 3.200 millones de dólares que deberán invertirse en su construcción y la posibilidad de que ambas compañías terminen formando una suerte de duopolio en el mercado de la energía hacen que la recompensa sea muy atractiva. Si hay un tema candente en Chile en las últimas semanas, ése es el de HidroAysén. El megaproyecto eléctrico impulsado por el gobierno de Piñera y que prevé la construcción de cinco grandes presas en la Patagonia para abastecer de electricidad el crecimiento del país, ha provocado manifestaciones y protestas en varias ciudades, y un 74% de los chilenos declara estar en contra de su puesta en marcha. Sin embargo, las dos empresas que participan en el proyecto, la italiana (aunque con matrícula española) Endesa y la chilena Colbún –ésta muy ligada a Piñera, cuyo cuñado es uno de sus directivos– presionan para que salga adelante. Los 3.200 millones de dólares que deberán invertirse en su construcción y la posibilidad de que ambas compañías terminen formando una suerte de duopolio en el mercado de la energía hacen que la recompensa sea muy atractiva.
Si hay alguien que puede obtener grandes réditos de HidroAysén, cuya inversión ronda los 2244 millones de euros, es Endesa. La empresa, pese al tratamiento dado por los medios chilenos, es en realidad una subsidiaria de la semipública italiana Enel desde el año 2009 (no española, por tanto), y se juega mucho en el proyecto.
La enorme deuda contraída por Enel para hacerse con Endesa (controla el 92%) hace que busque formas sólidas de rentabilización de la inversión y flujos de caja estables. En ese sentido, los expertos apuntan a que una vez concluido HidroAysén, tanto Endesa como Colbún controlarían alrededor del 80% del mercado eléctrico en Chile en una estructura duopólica, lo que generaría grandes ingresos y comisiones para los propietarios italianos de la primera, deseosos de obtener réditos rápidos que amorticen sus niveles de deuda.
La mejora en generación de caja sin embargo no hace que Enel invierta en la mejora de las infraestructuras de Endesa en España. La empresa italiana busca principalmente mantener su ritmo de crecimiento, una política que revierte poco en territorio español.
La seguridad energética es una de las obsesiones del gobierno de Sebastián Piñera, ya que Chile crece a un ritmo anual muy fuerte y se teme que el sistema no pueda seguir el ritmo. «Necesitamos una energía más segura, para no enfrentar riesgos de apagones, y más económica, porque hoy tenemos una energía muy cara, con la que sufren las familias y también el sector productor cuando tiene que competir», ha indicado Piñera para intentar dar argumentos favorables a HidroAysén.
Sin embargo, la especial sensibilidad de los chilenos hacia la Patagonia explica la férrea oposición que demuestran a un proyecto cuyo impacto sobre los ecosistemas de Aysén no parece del todo claro. En ese sentido, Matías Asún, director de Greenpeace Chile, en declaraciones a AmericaEconomica.com, señala que “el Estado no ha valorado lo suficiente el impacto en fauna y flora que tendrá en la Patagonia”, una de las reivindicaciones clave en las protestas que se han desatado en varias ciudades chilenas.
Lo cierto es que la ciudadanía chilena se ha movilizado para oponerse al proyecto. Según un estudio, un 74% de la población rechaza la construcción de las cinco presas y del tendido eléctrico necesario para trasladar la energía producida en la región de Aysén hasta Santiago de Chile, ya que consideran que el impacto ecológico es muy acusado. En efecto, las protestas contra el impacto ecológico y financiero han llevado a miles de ciudadanos a tomar las calles en jornadas de rechazo y manifestaciones que, según la oposición y las asociaciones ambientales fueron duramente reprimidas por el Ministerio del Interior, a cargo de Rodrigo Hinzpeter. Incluso el grupo ciberactivista Anonymous ha lanzado ataques informáticos contra las páginas Web del Ministerio de Energía y la Comisión Nacional de Energía, que han provocado la interrupción del servicio de sus páginas Web.
Esta semana misma semana fue la Conferencia Episcopal chilena la que ha propinado a Piñera un duro varapalo al mostrar públicamente su desacuerdo con el proyecto. A través de un comunicado, los obispos señalan que HidroAysén es “inaceptable” y que «una decisión basada sólo en intereses económicos es éticamente inaceptable y deplorable, porque constituye una mezquina burla de la sociedad»..
Al mismo tiempo, las acusaciones de conflicto de intereses se han sucesido entre ciudadanos y oposición. Golborne se ha apresurado a desechar cualquier sospecha de irregularidades en la aprobación de HidroAysén. «Yo tengo una hija que trabaja en una empresa eléctrica, una distinta, pero ella trabajaba allí antes de que yo fuera ministro. Yo soy una persona que no le debe nada a nadie y, por lo tanto, tomo mis decisiones de forma independiente. Y no me cabe duda de que el presidente Sebastián Piñera está en la misma condición», declaró a los medios el biministro de Energía y Minería, tajante.
La referencia de Golborne al presidente no es gratuita. Diversos medios chilenos se han hecho eco de las relaciones familiares entre Eduardo Morel, gerente de Colbún, empresa participante en el proyecto junto con Endesa, y director suplente de HidroAysén, y el mismo presidente chileno, Sebastián Piñera. Ambos son cuñados, lo que ha reforzado la sombra de sospecha que planea sobre el impopular proyecto