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La popularidad del presidente de Perú cae seis puntos por las manifestaciones mineras, los problemas familiares y la corrupción

Un mes negro para Humala

Sólo han pasado poco más de 100 días desde que Ollanta Humala preside Perú y, sin embargo, su buena estrella parece empezar a desvanecerse. Sobre todo, la última semana en la que muchas de las bombas de tiempo que le amenazaban han estallado casi simultáneamente. Y su aceptación popular se debilita. Sólo han pasado poco más de 100 días desde que Ollanta Humala preside Perú y, sin embargo, su buena estrella parece empezar a desvanecerse. Sobre todo, la última semana en la que muchas de las bombas de tiempo que le amenazaban han estallado casi simultáneamente. Y su aceptación popular se debilita.

Desde los relaciones peligrosas de algunos de sus familiares a los enredos de alguno de sus ministros, pasando por el conflicto minero de Cajamarca. Un cocktail que ha provocado un descenso de seis puntos en la popularidad del líder de Gana Perú que, por el momento, aún se sitúa en un 56%, según la última encuesta publicada por Ipsos Apoyo Opinión y Mercado.

El último inconveniente con el que se ha encontrado Humala es la huelga indefinida que se ha producido en Cajamarca en rechazo del proyecto cuprífero de Conga, llevado a cabo por la minera Yanacocha, al considerar los campesinos de la zona consideran que afectará a las reservas de agua de la región.

Yanacocha planea drenar cuatro lagunas de la zona para poder extraer el oro y el cobre que se encuentra debajo, pero a cambio quiere construir reservorios de agua para proveer de este líquido a la población.

Humala ha llamado a los manifestantes a la cordura y ha asegurado que el Gobierno va a garantizar el agua para las comunidades de campesinos. El presidente peruano ha asegurado que la minería es muy importante para el país ya que aporta una serie de recursos económicos que permiten atender las demandas de los más pobres.

Pero la situación que vive actualmente Cajamarca no es único hecho que ha provocado el descenso de popularidad del mandatario. También hay que sumar la manifestación organizada por la Confederación Nacional de Pensionistas y Jubilados de Perú (Conadepen), que marcharon por las calles de Tacna para llevar un memorial hasta la sede de Gobernación para exigir a Humala un aumento de sus pensiones.

Su familia también ha jugado un papel importante, ya que en Perú se ha hablado más de ella, que de temas propios de la política. Para empezar, uno de sus hermanos, Antauro, se encuentra en la cárcel por asaltar una comisaría en 2005 con un grupo de hombres armados y pretender la renuncia del entonces presidente, Alejandro Toledo, y la restitución de la Constitución de 1979.

Por otro lado, su padre Isaac que ha estado acusando a su hijo de haber cambiado de forma radical su postura con respecto a la política minera del país, e incluso ha avisado a su hijo de que va camino al “suicidio político”.

Tampoco hay que olvidarse de su prima, Liliana Humala, que ha sido acusada de utilizar sus influencias dentro de la Policía para desalojar el Camal de Yerbateros, y favorecer así a uno de sus clientes, ya que Liliana es abogada.

Pero si todo esto era poco, fuera del ámbito familiar, hay que recordar que Omar Chehade, vicepresidente segundo de Perú, se niega a dimitir, después de ser investigado por corrupción, a pesar de renunciar a ejercer las funciones de su cargo. Humala, ya ha asegurado que Chehade no pertenece ya al Gobierno.

La diputada del partido opositor Fuerza 2011, Luz Salgado, explicó que legalmente Chehade continúa como segundo vicepresidente y la única figura posible es la renuncia, hecho que antes del cierre de esta edición no se había producido.

El segundo vicepresidente peruano es investigado por una reunión que mantuvo en un restaurante de la capital del país con tres generales de la Policía a los que supuestamente solicitó que intervinieran para favorecer al Grupo Wong en su litigio con la azucarera Andahuasi.

En definitiva, de momento, algo es seguro este noviembre va a ser difícil de olvidar para el mandatario peruano. Todavía tiene margen para cambiar la situación, pero los problemas sin resolver parecen empezar a acumularse, sin que las respuestas ofrecidas hasta ahora hayan tenido demasiado efecto.

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