Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

Durante el último año, la presidenta argentina ha cargado contra Clarín y La Nación al menos tres veces

Las cruzadas de Cristina Fernández contra los medios opositores

La relación entre Cristina Fernández de Kirchner y los medios argentinos más críticos con su gestión ha sido siempre tensa. El último desencuentro se ha producido esta semana, cuando su ministro de Interior, Federico Randazzo, ha acusado a los diarios Clarín y La Nación de “atentar contra la democracia” por la forma en que informaron sobre supuestas irregularidades en las elecciones primarias de agosto. Unas declaraciones, a las que se han unido otros miembros del Gobierno, que ponen de relieve el permanente conflicto entre el poder y la libertad de expresión en el que Argentina parece vivir inmersa desde hace años. La relación entre Cristina Fernández de Kirchner y los medios argentinos más críticos con su gestión ha sido siempre tensa. El último desencuentro se ha producido esta semana, cuando su ministro de Interior, Federico Randazzo, ha acusado a los diarios Clarín y La Nación de “atentar contra la democracia” por la forma en que informaron sobre supuestas irregularidades en las elecciones primarias de agosto. Unas declaraciones, a las que se han unido otros miembros del Gobierno, que ponen de relieve el permanente conflicto entre el poder y la libertad de expresión en el que Argentina parece vivir inmersa desde hace años.

En los últimos doce meses, Cristina Fernández ya había desatado su ira contra ambos medios al menos dos veces. Ahora, vuelve a iniciar una cruzada contra los medios argentinos que se muestran críticos con sus políticas. En este caso, la polémica la ha iniciado Randazzo, quien ha acusado a Clarín y La Nación de “mentir” y “tergiversar” en la información relativa a las supuestas irregularidades en los recuentos que se denunciaron tras las elecciones primarias de agosto. Unas acusaciones a las que se han unido los ministros de Economía (Amado Boudou), de Comunicación (Juan Manuel Abal Medina) y el jefe de Gabinete (Aníbal Fernández), y ante las que la oposición al kirchnerismo ha reaccionado acusando a Cristina de querer acallar las voces críticas.

El episodio supone el último capítulo de la tensión constante que se vive en el país entre las autoridades y aquellos medios que eligen una línea editorial que cuestione las acciones del Gobierno. En este caso, La Nación y Clarín son los que más se han significado en ese sentido, y son los que reciben los mayores ataques desde el oficialismo. En octubre de 2010, Cristina cargó contra ambas cabeceras por la posición prominente que tienen en la empresa Papel Prensa y que según la presidenta les otorgaba la capacidad de tener “como rehenes” al resto de medios del país, que dependen del papel que distribuye la empresa.

En aquel momento, la presidenta argentina declaró que sería buena la nacionalización de los medios de comunicación para que dichas empresas adquieran conciencia nacional y defiendan los intereses del país. Se quejó abiertamente, como ha continuado haciéndolo en otras ocasiones, de que los medios del país no sean más corporativos con su Gobierno como lo son en otros países, donde se “tapó, ignoró y muchas veces fueron cómplices de la política de entrega y subordinación sin decir una sola palabra ni sacar una fotografía’.

«En cualquier democracia a los que logran aprovecharse de su posición dominante se los llama monopolio», aseguró Fernández, que consideró que Clarín” y La Nación, con un 49 y un 22% de las acciones de Papel Prensa respectivamente, “tienen de rehén» a la competencia por su capacidad de influir sobre el suministro y el precio de esta materia prima. Aseguró que varios diarios minoritarios que se mostraron favorables a las declaraciones de la presidenta, sufrieron falta de papel pese a haberlo pagado por anticipado.

Asimismo, en julio de este mismo año, Cristina y sus aliados políticos utilizaron a ambos medios de cabeza de turco en plena crisis energética, con un país que venía sufriendo desde hacía semanas graves carencias de combustible que provocaron serios problemas de abastecimiento a la población. El Gobierno se había negado a admitirlo, algo que finalmente hizo, aunque culpabilizando de la situación, a través del ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, a los medios de comunicación La Nación, Clarín y Perfil.

Según De Vido, esas tres cabeceras orquestaron “campañas mediáticas” que causaron pánico en los argentinos y les llevaron a acudir en masa a las gasolineras a cargar los tanques de sus vehículos, lo que, según el Gobierno, es la causa de la escasez. «Nunca tuvimos un black-out, cuando Brasil tuvo tres en los últimos ocho años. Quieren generar sensación de intranquilidad e inseguridad en la gente. Son un macro-multimedio La Nación, Perfil y Clarín, dedicado específicamente a denostar la tarea del gobierno popular», ha acusado De Vito, quien también ha afirmado que «hay campañas mediáticas que llevan a que la gente concurra masivamente a cargar combustibles. Entonces, gran parte de la reserva de combustible de la Argentina está en los tanques de los autos y de los camiones».

Los tres ejemplos, que se han dado durante el último año, son una muestra fehaciente de la línea del Gobierno de Cristina con respecto a los medios. Acusaciones y ataques que se producen en momentos claves y con los que el kirchnerismo busca ofrecer una impresión de indefensión ante lo que considera unos medios peligrosos para sus intereses políticos. Sin embargo, la libertad de expresión y de prensa deberían mantenerse como uno de los valores más importantes de una democracia, al margen de luchas políticas puntuales.

Más información

Scroll al inicio