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Argentina, Brasil y México y el resto de países emergentes del G-20 exigirán una reforma del FMI y el Banco Mundial en la cumbre de Toronto

Cambios inminentes

La próxima cumbre del G-20 que se celebra del 26 al 27 de junio en Toronto, Canadá, servirá para que los países emergentes, entro los que se encuentran Argentina, Brasil y México, exijan una reforma inmediata del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), así como una regulación del sistema financiero. Sin embargo, uno de los líderes políticos que más considera necesario estos cambios, el presidente de Brasil Lula da Silva, no acudirá. Ha cancelado su viaje a Canadá por las terribles inundaciones que han azotado Brasil, en su lugar acudirá el ministro de Economía. La próxima cumbre del G-20 que se celebra del 26 al 27 de junio en Toronto, Canadá, servirá para que los países emergentes, entro los que se encuentran Argentina, Brasil y México, exijan una reforma inmediata del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), así como una regulación del sistema financiero. Sin embargo, uno de los líderes políticos que más considera necesario estos cambios, el presidente de Brasil Lula da Silva, no acudirá. Ha cancelado su viaje a Canadá por las terribles inundaciones que han azotado Brasil, en su lugar acudirá el ministro de Economía.

Si todo transcurre como parece en este momento, la cuarta reunión del G20 desde que se desencadenó la crisis financiera global que va a celebrarse esta semana en Toronto terminará también sin ni siquiera un principio de acuerdo sobre unas líneas básicas sobre las que construir reglas homogéneas para la supervisión bancaria. Para algunos expertos consultados por Americaeconomica.com, queda claro que no van a producirse avances en este asunto, al menos hasta que Alemania de por terminado el saneamiento de su sector bancario, en el que ha invertido ya 430.000 millones de euros, según algunas estimaciones, sin que exista ninguna información oficial sobre los resultados obtenidos con esta inyección masiva de capital.

De hecho, en la última Cumbre Europea previa a la cita canadiense, en la que se cerró un acuerdo para publicar los resultados de las pruebas de resistencia de los bancos europeos, los teutones utilizaron al máximo su influencia para evitar que estas cifras estuvieran disponibles en coincidencia con la reunión del fin de semana. Por ahora se baraja como posible fecha la segunda quincena de junio, pero ni siquiera ese extremo esta completamente confirmado.

Ahora se ha establecido un nuevo debate sobre un aspecto que parecía cerrado, los germanos intentan que se excluya de la lista a los Landesbanken germanos y las cajas de ahorros españolas, a pesar de que el Banco de España había asegurado que todas las entidades españolas van a pasar por esta criba. Las reuniones entre el BCE, la CE, los Gobiernos y el Comité de Supervisores Bancarios Europeos durarán hasta mañana.

La cortina de humo elegida por el Gobierno de Merkel para que no parezca que intentan eludir por completo el espinoso asunto de la regulación bancaria es impulsar con Francia la imposición de un impuesto sobre los bancos que, en cualquier caso, tendría carácter local. Aquí Alemania cuenta con el apoyo inicial de Japón, Australia y Canadá, que no tienen intención alguna de ‘tocar’ a sus entidades.

Enfrente estará Obama, quien ha conseguido sacar adelante su reforma financiera, el mayor cambio legal para el sector desde la década de los 30. Sin embargo, para lograr este histórico acuerdo entre demócratas y republicanos, Washington ha tenido que asumir buena parte de las peticiones del lobby bancario, otro de los grandes triunfadores del día.

Según el portal Dow Jones, tras más de 20 horas de reunión para lograr el acuerdo, éste fue propiciado por una propuesta presentada por Collin Peterson, congresista republicano de Minnesota, en la que sugería relajar la dureza de las normas que afectarán a las operaciones de derivados de las entidades.

La propuesta se hizo pasada la medianoche. Cinco horas después, todo estaba dispuesto para la foto, mientras medios de comunicación de todo el mundo se disponían a anunciar la aprobación por parte de congresistas y senadores de la mayor regulación financiera de la historia moderna de EEUU. Una segunda victoria de Obama, para muchos, tras la obtenida con la reforma sanitaria, hace unos meses.

En concreto, el acuerdo salió adelante por 20 votos a favor y 11 en contra entre los miembros de la Cámara de Representantes, y obtuvo siete sufragios favorables y cinco en contra por parte de los senadores. De este modo, el proyecto de ley al completo será sometido a votación la próxima semana en el Congreso y podría ser promulgada por el presidente el próximo 4 de julio. El Día de la Independencia.

Pero el inquilino de la Casa Blanca también obtiene réditos. El pacto, forjado contra el reloj, permitirá al presidente firmar el texto legal el 4 de julio, día de la Independencia y también llegar a la Cumbre del G20 con los deberes hechos.

Según las crónicas de urgencia de las agencias internacionales, a las 05.39 de la madrugada, hora local de la capital de EEUU se firmaba la aprobación sobre los 2.000 folios del texto de la nueva propuesta de ley por los componentes de la Comisión bicameral del Congreso y el Senado para que la reforma financiera siga su camino burocrático hasta el Despacho Oval de la Casa Blanca.

Pero, ¿qué es lo que se ha aprobado finalmente? Por lo que se sabe, mayores restricciones a las operaciones por cuenta propia de la banca y un incremento de la supervisión sobre el mercado de derivados. Es decir, un límite a las operaciones bancarias llevadas a cabo para obtener beneficio propio.

Sin embargo, la propuesta de Peterson -la que hizo posible la aprobación del documento, de más de 2.000 páginas- suavizó la presentada inicialmente por el senador Lincoln, y apostó por el derecho de los bancos a retener la realización de una parte de las operaciones con derivados, mientras obliga a afiliar las demás. Un pequeño matiz que provocó el acuerdo.

El secretario del Tesoro de EEUU, Timothy Geithner, expresó su satisfacción por el acuerdo, y afirmó que “la meta está a la vista”. Geithner también destacó que el proyecto pactado por los miembros del comité es “fuerte” y representa “la mayor reforma financiera desde las que siguieron a la Gran Depresión”.

En este sentido, el responsable del Tesoro estadounidense aseguró que la nueva regulación dotará de la mayor protección de la historia del país a los consumidores y evitará que las entidades asuman riesgos que puedan amenazar a la economía.

El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, y el líder del Consejo, Herman Van Rompuy, han enviado una carta a los líderes de los países del G-20 en la que establecen sus prioridades para salir de la crisis. La propuesta de estrategia europea pasa por “empezar la consolidación fiscal sustancial”, es decir, la reducción de los déficits públicos “como muy tarde en 2011”. Aunque precisan que el G-20 debería acordar “una estrategia de salida de la crisis coordinada y diferenciada para asegurar la sostenibilidad de las finanzas públicas”.

En otras palabras: Merkel tiene razón y EEUU debería apoyar la cruzada germana para vencer a la crisis. El problema es que EEUU tiene sus propios temores, que pasan por una reducción demasiado brusca del déficit, que traería el fantasma de la recesión de vuelta a la maltrecha economía estadounidense (y europea). Es decir, que mientras Alemania, junto a otros países como el Reino Unido, lidera una tendencia que defiende fuertes medidas de ajuste, EEUU lleva días advirtiendo de que en el G-20 insistirá en que no se dejen de lado los planes de estímulo para seguir ayudando al crecimiento económico.

Aprovechando la notable atención mediática que está recibiendo el Hotel Novotel Toronto, perteneciente a una cadena francesa del mismo nombre, sus trabajadores han decidido esta semana realizar una huelga con una discreta manifestación a la puerta del mismo. Discreta por sus números, ya que los medios de varios países -que están ya instaladas para cubrir el encuentro de los líderes- se han hecho eco de sus protestas, que cargan contra la cadena francesa y su falta de atención a los empleados.

Por otra parte, los presidentes de Telefónica, César Alierta, y de BBVA, Francisco González, son los únicos directivos de empresas españolas que acudirán a la Cumbre del G-20 que se celebra este fin de semana en Toronto (Canadá), según asegura Europa Press. Ambos líderes empresariales han sido invitados a la mesa redonda del B-20 (Business Summil), que se celebra en paralelo a la Cumbre y que cuenta con la asistencia de los primeros ejecutivos de algunas de las grandes multinacionales.

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