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La oposición favorita en las presidenciales que son un plebiscito para la izquierda en Uruguay

El candidato opositor a la Presidencia de Uruguay Luis Lacalle Pou (centroderecha) llega como favorito al balotaje del domingo en Uruguay, que podría marcar el final de 15 años de gobiernos de izquierda.

Lacalle Pou, líder del Partido Nacional, obtuvo menos votos que su contrincante oficialista, el exalcalde de Montevideo Daniel Martínez, en la primera vuelta de octubre, pero para el balotaje logró conformar una coalición de partidos liberales, de derecha e izquierda socialdemócrata que corre primera en las encuestas.

Los últimos sondeos dan a Lacalle Pou más de 50% de la intención de voto mientras que Martínez, del gobernante Frente Amplio (izquierda), reúne hasta 44%.

Un plebiscito para la izquierda

Para el politólogo de la Universidad de la República Diego Luján, la votación equivale a un plebiscito sobre los logros de la izquierda.

«Cuando hay un partido que está en el gobierno durante tres períodos» desde 2005 «con mayoría parlamentaria (y) pudiendo llevar adelante su agenda» sin necesidad de acuerdos con otras formaciones políticas, «los resultados son responsabilidad de ese partido», expresó Luján a la AFP.

El académico resaltó que «en un sistema de partidos institucionalizado» como el de Uruguay, «con actores estables que son siempre los mismos, la gente identifica claramente quién es responsable por la gestión de gobierno. Entonces hay una evaluación» de resultados.

En las elecciones de 2014, con una economía en crecimiento y encabezado por uno de sus líderes históricos -Tabaré Vázquez, primer presidente proveniente de un partido de izquierda en Uruguay-, el Frente Amplio derrotó a Lacalle Pou, que buscaba la Presidencia por primera vez.

La evaluación «le jugaba a favor» entonces a la izquierda «porque tenía logros para exhibir», pero «hay pocos logros en este tercer gobierno», estima Luján.

En sus primeros dos gobiernos, la coalición aprobó emblemáticas leyes como la del aborto (2012), el matrimonio entre personas del mismo sexo (2013) y la pionera legalización de la marihuana (2013).

Inseguridad e impuestos, temas en juego

Al tope de las preocupaciones de los electores está la inseguridad creciente. Uruguay, un país considerado seguro en el violento contexto latinoamericano, registró un incremento de 45% de los homicidios entre 2017 y 2018, y la tasa de homicidios pasó de 5,7 a 8,4 cada 100.000 habitantes entre 2005 y 2015, con la izquierda en el poder.

Además, la economía está estancada, el desempleo orilla el 9,5%, y las quejas por los costos de tarifas públicas, combustible y la presión tributaria se escuchan al unísono entre empresarios y comerciantes que dan empleo.

«Uruguay no aguanta más impuestos», repite el abogado Lacalle Pou, quien se comprometió no solo a no subir la carga tributaria sino a generar 900 millones de dólares de ahorro en el Estado para bajar el persistente déficit fiscal de 4,9% del PIB.

Martínez considera de su lado que se debe hacer «lo imposible» por no subir impuestos, pero no lo descarta.

Y aunque habló de renovación, echó mano de la vieja guardia del Frente Amplio y anunció que el expresidente José Mujica (2010-2015), de 84 años, sería su ministro de Agricultura, y el actual ministro de Economía, Danilo Astori, de 79 años, su canciller.

La decisión, inconsulta con el partido de gobierno, generó rispideces en una campaña que tuvo dificultades desde el comienzo, cuando varios nombres propuestos para integrar la fórmula presidencial con Martínez terminaron descartados o rechazando la invitación.

Sin socios

El Frente Amplio se quedó además sin socios. Aunque retiene un 39% del electorado y de las bancas en el Parlamento, perdió sus mayorías, y ningún partido del arco opositor le tendió una mano hacia el balotaje.

«Tres períodos consecutivos con mayoría parlamentaria le fueron útiles para no depender de otros partidos» pero eso «fue abroquelando a los partidos de oposición» detrás de «un discurso cada vez más de cambio y de alternancia», incluso entre formaciones que están en las antípodas ideológicas, estimó Luján.

El Frente Amplio debió sortear además en 2017 la escandalosa renuncia de su vicepresidente Raúl Sendic, protegido de Mujica y compañero de fórmula de Vázquez, luego procesado por peculado y abuso de funciones.

Esto erosionó «un discurso muy ético y muy renovador» que catapultó al Frente Amplio al poder en 2005, describió el experto.

Unos 2,6 millones de uruguayos están convocados a votar el domingo en comicios obligatorios en los que el ganador se dirime por mayoría simple. El próximo presidente asumirá el primero de marzo de 2020 para un período de cinco años.

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La oposición favorita en las presidenciales que son un plebiscito para la izquierda en Uruguay

Mauricio RABUFFETTI / AFP

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