Una transición a la democracia, en toda su profundidad y extensión, es la única opción a Venezuela. Lo digo desde las preferencias, no desde los escenarios. Una transición a la democracia, en toda su profundidad y extensión, es la única opción a Venezuela. Lo digo desde las preferencias, no desde los escenarios.

El fin de semana pasada, ustedes conocieron de la iniciativa de reconocidos venezolanos llamada “Urge una transición para rescatar la democracia en Venezuela”, en la cual participamos.

Este sábado 1° de marzo, un grupo de carabobeños de distintos ámbitos de actividad presentaremos un manifiesto de intención política, que hemos dado en llamar “Iniciativa Transicional”, en el cual, reconocida la situación actual del país, se propone “la asunción de una inaplazable transición a la democracia”.

El diagnóstico es simple: “La situación actual solo es definible en términos de tragedia; explicada, no por carencia de condiciones, recursos y capacidades nacionales, sino por el proyecto político que detenta el poder, productor de violencia, miseria, destrucción y sumisión a factores externos”.

Tragedia, drama, horror, situación límite, barbarie, mortandad, etc., son los calificativos que aplican en la dantesca razzia represiva del régimen. Se llega a pensar que no la ejecutan venezolanos, sino sus mentores y socios, sin duda, perdedores de un filón gratuito de muchos dólares, en caso de derrumbe del régimen.

La propuesta es concreta: “Es nuestro criterio que ello es solo superable con su sustitución por una iniciativa transicional que permita un alto nivel de consenso a favor de una nueva base institucional para la recuperación de la democracia, el camino a la prosperidad y la honra de los ideales de justicia y estabilidad”.

Transición a la democracia, consenso, base institucional, fines de democracia, prosperidad, justicia y estabilidad. Eso propugna el Manifiesto.

Lo anterior se propone por la vía de “la mediación internacional y el requerimiento, con ese apoyo, a instituciones como el Tribunal Supremo de Justicia, la Asamblea Nacional y la Fuerza Armada Nacional, en socorro de la sufrida sociedad nacional y en defensa de sus intereses generales, afectados por el perverso esquema de polarización y exclusión del régimen”.

Con esto reforzamos otras iniciativas surgidas en la menguada hora nacional. Venezuela, como hemos implorado en estas líneas, está necesitada de respaldo de todos los segmentos de la comunidad internacional que puedan aportar a su normalización. En nuestra posición, ello es solo posible con la introducción de cambios sustanciales en las instituciones y la política venezolanas.

Una “normalización” dentro de los márgenes del régimen sería dar continuidad al conjunto de condiciones y el proceso que han llevado a la nación a su actual infortunio. Se explica por “el proyecto político que detenta el poder, productor de violencia, miseria, destrucción y sumisión a factores externos”.

Los que suscribimos el Manifiesto estamos dispuestos al apostolado con base en el concepto que nos anima. No “transición” a secas. No cualquier cambio. Nada que ver con retórica vacía, o adoptar un término que se puso de moda.

¡No! Es asumir la transición a la democracia –en términos de ortodoxia, pero con nuestros aportes a su actualización-, como la metáfora política inspiradora de la acción nacional en el momento actual.

Para definirnos y diferenciarnos de la fauna que pulula en la política venezolana, hacemos una primera declaración de nuestras convicciones.

Creemos en:

1°) la posibilidad del cambio político, con acatamiento estrictamente constitucional;

2°) la imperiosidad de una urgente reinstitucionalización del país, sobre bases y garantías plenamente democráticas y consensuales;

3°) la bondad de un apropiado esquema de unidad nacional, más allá de una estrecha unidad partidista y sus grupos asociados;

4°) la importancia de la lucha política, más allá del dañino electoralismo;

5°) la relevancia de un proceso transicional, entendido, no de cualquier manera, sino en riguroso apego al conocimiento universal en el tema; y

6°) la conveniencia de ocuparnos de la construcción de una democracia libertaria que pueda consolidarse y preservarse de regresiones, como sucedió con el promisorio ciclo democrático iniciado en 1958.

La “Iniciativa”, impulsada con entusiasmo por líderes sociales, militantes de las luchas laborales, profesionales, jóvenes, activistas de derechos humanos, etc., plantea su propuesta de manera clara: ¡Resulta imperativa una transición a la democracia, mediante la interpretación apropiada de la Constitución Nacional!

Están invitados todos los venezolanos que desean superar el siniestro presente y garantizar un sólido futuro.

* Santiago José Guevara García

(Valencia, Venezuela)

sjguevaragarcia@gmail.com / @SJGuevaraG1

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¡Transición!

Santiago José Guevara García*

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