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Ciencia y razón

Todavía en el mundo de ayer

Faltaban ya muy pocos años para que finalizase aquel “mundo de ayer” que había descrito Stefan Zweig. En 1910, fallecía en Redding (Connecticut) uno de los escritores norteamericanos más conocidos y mas leídos. Era Mark Twain, seudónimo que escondía su verdadero nombre de Samuel Langhorne Clemens, y que había nacido en Florida en 1835. Pronto vendría la Primera Guerra Mundial y todo aquel mundo desaparecería. Sería sustituido por otro mucho más duro y menos grato para vivir. Faltaban ya muy pocos años para que finalizase aquel “mundo de ayer” que había descrito Stefan Zweig. En 1910, fallecía en Redding (Connecticut) uno de los escritores norteamericanos más conocidos y mas leídos. Era Mark Twain, seudónimo que escondía su verdadero nombre de Samuel Langhorne Clemens, y que había nacido en Florida en 1835. Pronto vendría la Primera Guerra Mundial y todo aquel mundo desaparecería. Sería sustituido por otro mucho más duro y menos grato para vivir.

Mark Twain fue soldado de la Confederación, durante la Guerra de Secesión. Conoció la esclavitud, tema que exploró en sus escritos. Su tío John era propietario de una tienda, una granja y unos veinte esclavos negros. El seudónimo de Mark Twain es la adopción de una expresión típica de los cantos de trabajo de los negros en el rio Missisipi, que significa “dos brazas de profundidad” que es el calado mínimo necesario para una buena navegación. Nuestro escritor tuvo como tantos otros americanos, sobre todo en aquella época, diversas profesiones. Fue aprendiz en imprentas, tipógrafo, negociante de maderas, minero de plata, sin suerte en Nevada, periodista y siempre, a lo largo de toda su vida, escritor con una mezcla de sentimentalismo y de ironía. Viajó por Europa y Tierra Santa. Estos viajes le sirvieron para escribir. Y así publicó “Los inocentes en el extranjero”, un libro en el que se burlaba de los aspectos del Viejo Continente, que solían deslumbrar a los turistas estadounidenses. También “Un vagabundo en el extranjero” describe un viaje a pie entre la Selva Negra, en Alemania, y los Alpes suizos.

Sus últimas obras, escritas entre 1890 y 1900, están marcadas por la amargura y un creciente pesimismo causado por el fracaso de sus negocios y la muerte de su mujer y dos de sus hijas.

Fue una celebridad mundial en los últimos años de su vida. Recibió el doctorado Honoris Causa por la Universidad de Oxford (Inglaterra) en 1907.

Representa un aspecto de la vida norteamericana de aquellos años, cuando Estados Unidos todavía no era una potencia. La potencia, o las potencias eran Inglaterra y Francia que dominaban, más o menos, el mundo. Y Alemania que deseaba ardientemente llegar a ser una potencia. Todavía existía el Imperio Austro- Húngaro. Y se recordaba, con cierta nostalgia, el Sacro Imperio Romano Germánico, que ya había desaparecido. La nostalgia y el recuerdo, amenizados con unas dosis de humor, representan la literatura de Mark Twain que, en algún sentido, nos recuerda la posterior de Stefan Zweig.

Su obra mas conocida es “Las aventuras de Tom Sawyer”, que es de 1876, en la que surgen algunos personajes de la infancia del actor. “Las aventuras de Huckleberry Finn”, de 1884, es considerada la primera novela moderna de la literatura estadounidense. “Un yankee en la corte del rey Arturo” (1889) es una historia fantástica que encubre una crítica de la sociedad contemporánea.

Otra característica de Mark Twain como escritor es su popularidad, no sólo en Estados Unidos, sino en todo el mundo. Describiendo cosas frecuentemente muy sencillas e, incluso, vulgares lo hace con tal maestría y sensibilidad, que pueden interesar a lectores completamente distanciados del mundo en que vivió.

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