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EL NUEVO MODO

COLOMBIA-VENEZUELA

Para Chávez, las más importantes relaciones binacionales del país son parte de su juego perverso. Van y vienen como un bandoneón. Y nada garantiza que cambien. Para Chávez, las más importantes relaciones binacionales del país son parte de su juego perverso. Van y vienen como un bandoneón. Y nada garantiza que cambien.

A sus partidarios y al sinfín de iconoclastas irredentos del mundo debieron parecer gloriosos los manejos de Chávez frente a su vecino y ex connacional Colombia,… ¡hasta el espectáculo de esta semana en Santa Marta! En verdad, el sainete de Chávez con base en la supuesta conspiración colombo-estadounidense, ahora trasmutada en un conjunto vacío, es sólo un pretexto de alguien sin madurez, capacidades de gobierno y visión de realidad, en un mundo y momento en los cuales tales atributos son altamente imperativos.

No me iré por las ramas y voy directo a la médula del amplio tema. En el mundo volcado a la supranacionalidad y lo global, el manejo caprichoso de las relaciones internacionales es un inequívoco signo de inmadurez y regresión. La vieja Albania, Cuba y Corea del Norte son referencias en esa línea. Y Chávez nos ha montado en esa ruta.

Hoy hay otro manejo. China, país comunista, sería otro ejemplo de lo mismo, de conducirse bajo esas maneras. No caben en el mundo actual. Son inmaduras e inhumanas, en tanto atentan contra la primera responsabilidad de los países: la procura de la prosperidad y el bienestar de sus nacionales, en un esquema de amplitud mundial.

Pero, además, demuestran un pobre desempeño en algo que he querido resaltar, con buen eco, en Twitter, esta semana. El tema de las capacidades de gobierno, tema básico a la sociedad democrática venezolana, no sólo para mostrar las falencias de Chávez, sino útil a la comparación entre sus manejos y una agenda alterna, aupada por ella. He insistido en algunos elementos de contexto, de mediano a alto riesgo, como la actual situación de debilidades y amenazas que cercan a Chávez, que lo podrían inducir a sustituir la estrategia necesaria por una táctica de salvamento, dado su alto nivel de exposición.

Para nuestra nación, debería haber una agenda alternativa a elaborar, en la cual no pueden estar ausentes explícitamente los temas de la estancia de fuerzas irregulares en nuestro territorio y la plena solución a los problemas de secuestrados y actos delictivos. Podría ser más, pero es el mínimo aceptable en lo que refiere a esa situación. Claro que hay más temas en la relación bilateral. Muchos. Trascendentes, algunos. Ésos deberían ser el norte de cualesquiera conversaciones. Desarrollo conjunto, por ejemplo.

La realidad de la bilateralidad no es vista de manera creativa por Chávez y sus estrategas. Cito un solo aspecto, de orden histórico, pero también prospectivo, que, en primer lugar, exige respeto y, en segundo, permite potenciales inexplorados: el de las varias regiones transfronterizas. Son realidades; implican nexos de todo tipo, incluso familiares; representan un potencial de bienestar claro, con ventajas evidentes; y son el objeto de un particular interés en el mundo actual, por su carácter supranacional y su contribución a la integración de grado superior de los pueblos.

La agenda colombo-venezolana debe ser múltiple. Las relaciones, permanentes. Su prioridad, alta, por representar la más importante relación binacional del país, por encima de USA, y más aún, de Brasil. Y el manejo, por profesionales de las relaciones internacionales.

No puede ser que ese tema sea del manejo arbitrario de Chávez y sus asesores, sin que las fuerzas democráticas hagan el trabajo de shadow cabinet, al estilo del sistema de Westminster. El país, ahora con Chávez a la defensiva, corre riesgos; pero, también prefigura una perentoria necesidad de despliegue de las más idóneas capacidades de gobierno. Es un tema para demostrar que los sectores democráticos sí tenemos qué ofrecer al país. Es tiempo de un “Nuevo Modo”

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