Cinco años de trabajo, dos discos y mucho trabajo duro en direct, a lo largo y ancho del territorio español, ha sido las recetas empleadas por el grupo catalán Txarango para superar su mercado natural y su ámbito lingüístico. Cinco años de trabajo, dos discos y mucho trabajo duro en direct, a lo largo y ancho del territorio español, ha sido las recetas empleadas por el grupo catalán Txarango para superar su mercado natural y su ámbito lingüístico.
Sus triunfos en festivales masivos como Viñarock o, más recientemente el Etnosur, de Alcalá la Real en Jaén, son muestras claras de su consagración más allá de las supuestas fronteras y límites que impondría el idioma en el que escriben las letras de sus canciones.
Pero, quizá eso no importe tanto, en un grupo como esté, pleno de ritmo y capaz de conjugar influencias muy diversas y manejarse bien con estructuras rítmicas que, tradicionalmente, han servido para animar a la concurrencia a marcarse unos buenos bailes.
Lo mismo que su buen hacer sobre las tablas de un escenario, su hábitat natural y el verdadero lugar en el que empezó su aventura, porque Txarango ya eran conocidos en toda Cataluña gracias a sus actuaciones, mucho antes de que grabaran su primer disco, que incluía la rumba ‘Amgada primavera’, la canción que les condujo directamente al éxito.
Pero, probablemente, ha sido su segundo álbum, titulado ‘Som Riu’, el que ha marcado el punto de inflexión definitivo. El álbum, aparecido en 2014, con la rumba catalana, de nuevo como raíz estilística, vuelve a incluir, como en su primera referencia, un par de temas en castellano.
Su solvencia instrumental, fuera de duda, y su predisposición a aventurarse en todos los ‘mestizajes’ que les salen al paso, han sido definitivos para que Txarango prepare un espectacular final de gira en Barcelona, el próximo 21 de noviembre donde actuarán acompañados por el pianista cubano Chucho Valdés y la Barcelona Big Latin Band.
