Pese a sus promesas de que sería México quien pagaría por los costos del polémico muro que pretende construir en la frontera entre los dos países, su proyecto de presupuesto contempla dicha partida multimillonaría en gastos de construcción y cerca de un total de 4.500 millones en diversos conceptos. En la estrategia del palo y la zanahoria que la Administración Trump está desarrollando en su relación con México, al menos por el momento, prioriza de forma clara su lado amenazante. Aunque tan solo sea para cohesionar a su electorado interno, ya que el presidente estadounidense está dando muestras de que ni él mismo se cree sus propias promesas.
Durante toda la campaña electoral, el neoyorquino se hartó de prometer que sería México quien pagaría por los costos del polémico muro que pretende construir en la frontera entre los dos países. Eso sí, cómo suele ser habitual en él, sin dar detalles de cómo pretendía lograrlo, pese a que las autoridaes del país azteca descartaron repetidamente que eso fuese a suceder.
Ahora, según ha informado la propia Casa Blanca, el presidente estadounidense ha asignado 2.600 millones de dólares de su propio presupuesto para la «planificación, diseño y construcción» del muro fronterizo. Además asigna fondos de 314 millones de dólares para contratación y entrenamiento de 500 agentes fronterizos y 1.000 agentes migratorios.
Y, según recoge AFP, en el capítulo dedicado al Departamento de Seguridad Interna (DHS), el proyecto de presupuesto también asigna recursos adicionales por 1.500 millones de dólares con relación al presupuesto de 2017 para ampliar la capacidad de «detención, transporte y remoción de inmigrantes ilegales».
Es decir, una factura total con cargo al contribuyente estadounidense de cerca de 4.500 millones de dólares tan solo en este presupuesto y que habría de ir escalando si quisiese terminar el proyecto en su legislatura.
No en vano, el costo del muro que Trump desea construir indican que tan solo en la obra, la factura estaría por lo menos entre los 15.000 y 20.000 millones de dólares. Sin señales, desde luego, de que las autoridades mexicanas tengan intención de asumir el coste.
Aunque probablemente eso sea lo de menos para Trump ya que mientras el mundo discute sobre quién paga la factura consigue desviar la atención sobre la legitimidad de la obra en sí. Todo ello mientras aviva las tensiones y polariza a los suyos con una gestión de los marco de discusión en los que sí ha demostrado ser magistral. Y, después de todo, eso sea quizá lo único que importe al neoyorquino.
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