Es un secreto a voces entre los aficionados españoles al jazz. No conviene perder de vista, ni de oído, a Moisés P. Sánchez, porque estamos, posiblemente, ante uno de los pianistas más relevantes del momento. Ante el hombre que puede tomar el testigo que dejó el gran Tete Montoliú. Es un secreto a voces entre los aficionados españoles al jazz. No conviene perder de vista, ni de oído, a Moisés P. Sánchez, porque estamos, posiblemente, ante uno de los pianistas más relevantes del momento. Ante el hombre que puede tomar el testigo que dejó el gran Tete Montoliú, una ausencia muy difícil de llenar.
De momento, ya tiene todo el prestigio y la credibilidad que necesita, gracias a su presencia en los grandes escenarios internacionales donde ha compartido tablas con artistas de la talla de Joshua Redman o Gonzalo Rubalcaba. Pero, como bien saben los buenos ‘gourmets’ de esta música, los grandes festivales no lo son todo.
Como a todos los grandes músicos de este estilo, a Sánchez se le disfruta mejor en las distancias cortas. Protegido por la intimidad y el recogimiento de esos pequeños clubs en los que suena siempre gran música. Como el Café Central de Madrid, uno de los locales más emblemáticos del circuito jazzístico europeo.
Dentro de unos días, entre el 3 y el 9 de abril, el pianista ofrecerá una semana de conciertos diarios en el Central. Una cita que ningún amante de la música debe perderse. Esta vez, además, Sánchez se presenta en formato de cuarteto, acompañado por Reiner Elizarde ‘El Negrón’ al contrabajo, Borja Barrueta a la batería y, además, con una invitada muy especial.
Esta vez el trío añade a la cantante Cristina Mora, que ya ha trabajado en otras ocasiones con Sánchez. Pero con unas intenciones un poco distintas de lo habitual en este tipo de conjuntos. Mora utilizará su voz como un instrumento más, lo que permitirá a este músico singular explorar territorios sonoros hasta ahora inéditos en su trabajo.
El pianista, con cuatro disco a sus espaldas y una extensa carrera, ha experimentado con muchas de las fórmulas habituales en el jazz, con cuartetos clásicos, en solitario y hasta con orquestas sinfónicas. Así que hay alabarle esta disposición a correr riesgos y apostar por adentrase en lo desconocido. ¿Le acompañarán ustedes?