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Maduro vuelve a acusar a las empresas de ser las culpables de la crisis económica

Nicolás Maduro, presidente de Venezuela

Maduro, con descaro, insinúa que los empresarios privados no producen nada. El Chavismo quiere guerra, pero la artillería se les agota antes de utilizarla. A menos que en medio de las ideas locas que últimamente se les han ocurrido, pretendan darle una patada al tablero y quitarse la máscara. Maduro, con descaro, insinúa que los empresarios privados no producen nada. El Chavismo C.A. quiere guerra, pero la artillería se les agota antes de utilizarla. A menos que en medio de las ideas locas que últimamente se les han ocurrido, pretendan darle una patada al tablero y quitarse la máscara de corderos democráticos que tanto le costó al presidente de la República ponerse la noche del 6-D.

Marzo de 2013. Había muerto Hugo Chávez. Días después de los maratónicos actos fúnebres del presidente, Diosdado Cabello comenzó a hacer de las suyas en un acto político efectuado en el estado Aragua. Allí, como siempre amenazante, sin el menor atisbo de preocupación, espetó: “Chávez era el muro de contención de muchas ideas locas de esas que se nos ocurren a nosotros ¿oyeron? Y el presidente imponía su liderazgo, su prudencia y su conciencia, y nos evitaba actuar en muchas ocasiones”.

De aquella declaración ya han transcurrido más de dos años. No hubo necesidad hasta ahora de poner en marcha aquellas indeterminadas “ideas locas” que prometió Cabello, por cuanto la oposición no había logrado concentrar el voto mayoritario de la gente en un proceso electoral definitorio. Hasta que llegaron las parlamentarias y perdieron de calle, con los números harto conocidos por todos en el país. Entonces ahora sí es el momento de las “ideas locas”. De los pataleos. De atreverse a insinuar que la oposición hizo fraude en las elecciones, como si el CNE no ha dado suficientes muestras de ser complaciente con el Poder. De pronto, los que son Gobierno actúan como una oposición desesperada que no encuentra la manera de justificar una derrota aplastante. Se invirtieron los papeles como consecuencia de la locura.

Por eso disparan contra cualquier objetivo. Pero en medio de la balacera retórica, terminan dándole mayor cancha al personaje al que intentan disminuir. Henry Ramos Allup ya era emblemático, pero ahora le multiplican la publicidad sin querer queriendo. A Lorenzo Mendoza ya le han dedicado lamentables discursos, y Maduro ayer volvió a la carga: “¿Ustedes han visto a algún pelucón produciendo algo en su vida? ¡Lagañas, dicen por ahí! (…) Vienen las horas de definición. Un, dos. Un, dos. Suena el reloj. Se acerca la hora de las definiciones, pelucón. Cara a cara nos vamos a ver, pelucón. El pueblo y tú, pelucón”. Lo dijo con cara de desconcierto al final de la última frase, porque sabe que lo expresado no resiste el menor de los análisis superficiales. Y más tarde, remató de manera más que suicida con el tema de Sidor: “A los que critican, les hace falta ir a los hornos de Sidor a ver cómo se bate el cobre”.

Cuando Maduro tuvo la oportunidad de estar cara a cara con Lorenzo Mendoza, éste último terminó cantándole muchas de sus verdades al Presidente. Cuando Maduro reclama que un “pelucón” es improductivo, recuerda indirectamente que las empresas en manos de su régimen, están en la más absoluta bancarrota. Sidor es apenas un botoncito de toda la botonería. Y cuando invita “a los que critican” a ir a los hornos de la empresa a ver “cómo se bate el cobre”, debería invitarse a sí mismo a leer un estado financiero de la acería, para que él pueda comprobar de primera mano cómo se funden los cobres entre muchas deudas y poca producción.

Pero la verdadera “idea loca” se le ocurrió al proponente de sacar a la luz ideas locas. Ese fue Diosdado Cabello: “Les toca a ustedes -a las comunas- en este Parlamento Nacional Comunal que se instala a partir de ahora para debatir puntos que le corresponden (…) hay que ayudar al compañero presidente Nicolás Maduro, no la tiene fácil el compañero Nicolás Maduro, mejor dicho no la tenemos fácil nosotros, el pueblo”.

¿En qué cabeza cabe que son seis y no cinco los poderes públicos? ¿Quién elige a los parlamentarios comunales? ¿La elección del seis diciembre no existe? ¿Tan pronto han decidido borrar del mapa el discurso de Maduro admitiendo los resultados? ¿Pretenden darle una patada al tablero y quitarse la máscara de corderos democráticos que tanto le costó al presidente de la República ponerse la noche del 6-D?

El Chavismo C.A. quiere guerra, sin dudas, pero la artillería se les agota mucho antes de utilizarla. Si le dan una patada al tablero, el final de la estrategia tendrá resultados impronunciables. De no ser así, la idea loca del parlamento comunal pasará con más pena que gloria al basurero de la historia, lugar al que –insisto- marchan con exceso de velocidad.

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