La oficina de Naciones Unidas para los Derechos Humanos ha denunciado asesinatos, desapariciones, tráfico de personas, intimidación y violencia sexual en esta peligrosa ruta, punto obligado de paso para quienes buscan seguir avanzando de manera irregular hacia la zona norte de las Américas y, en particular, hacia Estados Unidos.
En la estación seca, atravesar una selva que se extiende por 575.000 hectáreas cuesta unos siete días de viaje, pero en la temporada de lluvias, que dura nueve meses, el trayecto puede alargarse de media hasta los diez días.
En lo que va de año, ya han cruzado la selva más de 330.000 personas, una cifra sin precedentes y que, en una quinta parte, corresponde a casos de niños. Por ponerlo en perspectiva, en todo 2022 unos 248.000 migrantes emprendieron esta ruta, por lo que 2023 va camino de consolidarse como un año de récord.
La ONU está «preocupada» por los «riesgos» y «vulnerabilidades» que asoman tras estos viajes, en palabras de una portavoz del Alto Comisionado, Marta Hurtado. No atender a los migrantes, ha añadido, «empeora las condiciones precarias de vida y aumenta las vulnerabilidades».
De hecho, pese a los esfuerzos de las autoridades de Panamá para habilitar varios centros de acogida, el elevado flujo migratorio ha imposibilitado que los migrantes puedan recibir la atención que requieres, por lo que Hurtado ha emplazado a todos los gobiernos a colaborar.
«Atajar los retos de la migración requiere de trabajos y soluciones colectivas a nivel regional e internacional», ha subrayado la portavoz, que confía en que pueda haber avances para atajar también los «factores estructurales» que llevan en un inicio a las personas a abandonar sus hogares «en busca de seguridad y de una vida más digna para ellas y sus familias».