Sí habrá una novedad relevante: Argentina traspasará la presidencia pro témpore a Brasil, país del que podrían esperarse avances concretos en torno al tratado de libre comercio (TLC) alcanzado con la Unión Europea (UE) en 2019, tras dos décadas de negociaciones.
«No hay muchas expectativas ni grandes anuncios previstos en la cumbre, porque el Mercosur está en una fase de normalización con la llegada de Luiz Inácio Lula da Silva al Gobierno», certifica durante una entrevista con la Agencia Sputnik el sociólogo Gabriel Puricelli, coordinador del Programa de Política Internacional del Laboratorio de Políticas Públicas (LPP).
Como miembros del Mercosur, Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay convergerán este lunes en la reunión del Consejo del Mercado Común, órgano ejecutivo integrado por sus ministros de Relaciones Exteriores y de Economía, antes de la cumbre presidida por los jefes de Estado a la que también están invitados los países asociados: Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú y Surinam.
Para la ocasión habrá «un diálogo político más adecuado entre los cuatro presidentes de los países, pero no hay en estos momentos una agenda intrépida del Mercosur», afirma Puricelli.
«En estas cumbres, es más importante el trabajo previo que lo que sucede en la reunión de presidentes, que ya llegan con todos los acuerdos hechos previamente en los grupos de trabajo o en el Consejo de Mercado Común», agrega.
El presidente de Bolivia, Luis Arce, ha confirmado su asistencia a la cumbre del Mercosur, al igual que el primer ministro de Guyana, Mark Phillips, mientras que de parte de Chile asistirá su ministro de Relaciones Exteriores, Alberto van Klaveren, según pudo averiguar esta agencia.
Los integrantes de la unión aduanera recibieron con recelo un anexo medioambiental que la UE presentó en marzo con la intención de incorporarlo al acuerdo de asociación.
«Ese protocolo adicional no ha sido bien recibido por los colegas latinoamericanos», reconoció el martes el alto representante de la UE para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, en una comparecencia en la Comisión de Asuntos Exteriores del Parlamento Europeo.
El presidente de Brasil fue claro al mostrar sus reticencias sobre ese instrumento adicional presentado por el bloque comunitario, al considerar que «su carta adicional no permite llegar a un acuerdo».
«No es posible que tengamos una asociación estratégica y haya una carta adicional que amenace a un socio estratégico», señaló durante un viaje a París esta semana.
El gobernante brasileño también transmitió sus reservas a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, durante un viaje a Brasil que realizó la funcionaria a mediados de junio.
El documento representa «limitaciones potenciales para las exportaciones agrícolas e industriales de Brasil», pues amplía las obligaciones del país «y lo somete a sanciones en caso de incumplimiento», cuando «la premisa que debe existir entre los socios estratégicos es la confianza mutua y no la desconfianza y las sanciones», manifestó Lula.
«La visita de Lula a Europa no brindó muchos avances en el proyecto comercial más importante del bloque, que es poner en práctica el acuerdo de libre comercio con la UE», contextualiza Puricelli.
Sin margen para hacer una contrapropuesta, el cónclave del Mercosur «será una cumbre rutinaria donde se va a pasar revista a estos temas y donde eventualmente se preparará al bloque para avanzar más allá del fin de este año, en concreto con la UE, que es el gran tema que está pendiente», proyecta el analista internacional.
Para los socios de la unión aduanera, la UE ya cambió las reglas de juego de manera unilateral con el Pacto Verde, un paquete regulatorio aprobado en 2020 que aspira a reducir de aquí a 2030 las emisiones netas de gases de efecto invernadero en al menos 55 por ciento respecto a los niveles registrados en 1990.
Estos nuevos condicionamientos impactarían sobre el volumen de exportaciones de los países de la región.
Más allá de estas diferencias, el clima podría enrarecerse si el presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, insiste en flexibilizar las normas del bloque para poder negociar de manera individual acuerdos de libre comercio, como el que busca concretar con China.
En todo caso, la fase más importante del bloque comercial se abrirá con la presidencia pro témpore de Brasil, que se extenderá por el segundo semestre del año.
«Durante su visita a Europa, Lula tomó el toro por las astas, por lo que puede esperarse un avance concreto en estos seis meses de presidencia brasileña para sugerir una contraoferta ambiental a la UE, un tema sobre el que hay acuerdo en general», aventura Puricelli.
Entre tanto, la incorporación de Bolivia como miembro pleno al Mercosur, ratificada por Argentina, Paraguay y Uruguay, depende solo del aval del Senado brasileño, pero Lula está lejos de tener mayoría en esa cámara, por lo que tampoco este asunto parece tener pronta resolución.
El acuerdo de asociación entre la UE y el Mercosur aún no ha sido ratificado por los parlamentos de los países participantes, requisito indispensable para su aplicación.
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