En este sentido, en la presentación de sus perspectivas económicas para América Latina y el Caribe, el organismo señala la subida de precios como «el tercer shock» al que se enfrenta la economía latinoamericana en los últimos años, tras la pandemia y la guerra entre Rusia y Ucrania.
Entre los motivos expuestos, el FMI ha destacado el repunte de la demanda y el efecto que la guerra de Ucrania ha tenido sobre los precios de la energía y los alimentos.
No obstante, el director en funciones del departamento del Hemisferio Occidental del FMI, Nigel Chalk, ha resaltado la «rápida respuesta» de las autoridades monetarias de la región frente al aumento de la inflación -mucho antes que en otras economías-, lo que ayudó a contener las presiones en los precios y a mantener ancladas las expectativas inflacionarias a largo plazo. «Pero la inflación sigue siendo elevada», ha recordado.
Con relación a cómo puede afectar la elevada inflación de Estados Unidos, Chalk ha destacado la resiliencia que están teniendo por el momento las economías latinoamericanas, pero ha apelado a «no ser complacientes», ya que se desconoce la persistencia que tendrá la inflación en el país norteamericano, y una evolución negativa de esta cifra podría ser «muy doloroso» para la región.
DESACELERACIÓN ECONÓMICA EN TODA LA REGIÓN
En medio del endurecimiento monetario y financiero mundial, el FMI prevé que la actividad se desacelere en toda la región a finales de 2022 y en 2023, con un crecimiento del 3,5% y el 1,7%, respectivamente.
Con este posible empeoramiento de las economías latinoamericanas, el FMI también ha puesto el foco en un incremento del malestar social, considerando este como un «riesgo importante».
«Para reducir la incertidumbre y mantener las expectativas inflacionarias ancladas, será fundamental comunicar con claridad las intenciones de política, al mismo tiempo que se deben impulsar medidas compensatorias que sean inclusivas y tengan en cuenta a los más vulnerables», han explicado desde el organismo.