Ozempic se ha convertido en un medicamento popular en Uruguay. Su uso inadecuado genera preocupación entre médicos.
Sin embargo, especialistas consultadas por la Agencia Sputnik advirtieron sobre el uso inadecuado del medicamento con fines estéticos y manifestaron preocupación por el impacto de la desinformación que circula en redes sociales.
La diabetóloga Tamara Rodríguez, secretaria de la comisión directiva Sociedad de Diabetología y Nutrición del Uruguay, alertó que las redes sociales están influyendo directamente en la forma en que muchos uruguayos llegan al consultorio para saber sobre el medicamento.
«Claramente los pacientes llegan influenciados por videos o publicaciones en internet. Preguntan si es seguro, si realmente funciona o si hay efectos adversos. Lo preocupante es que muchos podrían estar usándolo sin supervisión médica», expresó.
Por su parte, la licenciada en Nutrición y doctora en Ciencias de la Salud, Estela Skapino, advirtió en diálogo con esta agencia que el uso no controlado puede tener consecuencias metabólicas y físicas importantes.
«A largo plazo, uno de los riesgos es la pérdida de masa muscular y densidad ósea, que acompañan al descenso rápido de peso. Por eso es fundamental un asesoramiento nutricional y médico adecuado, con seguimiento profesional», sostuvo quien además es profesora grado 5 de Nutrición Clínica de la Universidad de la República.
Desde su lanzamiento global en 2018, el fármaco Ozempic, desarrollado por la farmacéutica danesa Novo Nordisk, se transformó en uno de los medicamentos más rentables del mundo.
Según una nota de Pharmalive publicada el 7 de octubre, los ingresos brutos de Novo Nordisk fueron de 42.120 millones de dólares en 2024, lo que implicó una mejora del 25 por ciento con respecto al año anterior. En la primera mitad de 2025, los ingresos brutos de la compañía crecieron otro 16,1 por ciento, llegando a 22.470 millones de dólares.
Convertido en un fenómeno cultural, Ozempic fue apodado por algunos medios internacionales como «la droga de Hollywood» o «la inyección milagrosa», tras su adopción por celebridades y figuras públicas como Kim Kardashian o Elon Musk. En plataformas como TikTok, los videos con el hashtag Ozempic acumulan millones de visualizaciones, mientras especialistas advierten que la tendencia ha fomentado la automedicación y provocado escasez del fármaco en varios países.
El 13 de octubre, Ozempic comenzó a distribuirse en farmacias de Uruguay en dos presentaciones DualDose 0,25/0,5 mg y FixDose 1 mg, ambas de aplicación subcutánea semanal.
«Ha habido un aumento de las ventas en Uruguay, quizás no exponencial al inicio como pensábamos. Por suerte se está dando con precaución. Probablemente esta situación se deba a que muchos pacientes ya venían bajo tratamiento con este fármaco, el cual traían de los países vecinos, donde sigue siendo más económico», explicó Rodríguez.
En Uruguay los precios oscilan entre 14.000 pesos (351 dólares) y 17.000 pesos (427 dólares). En dosis bajas, una caja alcanza para un mes de tratamiento, ya que el medicamento suele administrarse de forma semanal y cada envase contiene cuatro aplicaciones.
Antes de que comenzara a comercializarse en el país, muchos ciudadanos viajaban a Chuy, ciudad fronteriza con Brasil, o a Buenos Aires para adquirir el medicamento.
En Argentina, la empresa fabricante bajó «casi un 50 por ciento» el precio tras la llegada de competencia nacional, según informó la prensa local a mediados de junio de este año.
Allí los precios rondan los 230.000 pesos argentinos (unos 158 dólares), mientras que en Brasil el valor promedio es de 900 reales (alrededor de 168 dólares). En ambos países ya existe producción local de semaglutida, disponible no solo en inyecciones, sino también en formato oral.
Las especialistas explicaron que el medicamento está aprobado por el Ministerio de Salud Pública únicamente para el tratamiento de la diabetes tipo 2.
«El producto autorizado para la obesidad se llama Wegovy, contiene la misma droga pero en dosis mayores y aún no está disponible en nuestro país», precisó Rodríguez.
La diabetóloga explicó que, en el tratamiento de la obesidad, se comienza con dosis similares a las que se indican a los pacientes diabéticos, pero se incrementan progresivamente con el tiempo.
Rodríguez subrayó, además, la importancia de contar con seguimiento médico y un abordaje integral que incluya cambios en la alimentación y el estilo de vida.
«No existe magia en los fármacos. La semaglutida puede ser una herramienta eficaz, pero para lograr beneficios reales deben acompañarse con cambios en el estilo de vida, alimentación saludable y actividad física», dijo.
La «mejor indicación» para el uso de este medicamento se da en pacientes con diabetes, obesidad o factores de riesgo cardiovascular, explicó. En el caso específico de la obesidad, el tratamiento puede considerarse en personas con un índice de masa corporal (IMC) superior a 30, o bien mayor a 27 cuando existen comorbilidades asociadas, como diabetes tipo 2, hipertensión arterial u otras afecciones metabólicas, agregó.
La especialista recordó que el uso de semaglutida está contraindicado en personas con antecedentes de cáncer medular de tiroides o neoplasias endocrinas múltiples tipo 2, y advirtió que se debe tener precaución en pacientes con litiasis vesicular (cálculos en la vesícula) o retinopatía diabética.
Según ambas expertas, el medicamento actúa de la misma forma en pacientes con diabetes tipo 2 y en aquellos con obesidad. Su principio activo imita la acción de una hormona natural, el péptido similar al glucagón tipo 1 (GLP-1), que es secretada por las células intestinales y que estimula la liberación de insulina, reduce los niveles de glucosa en sangre y aumenta la producción de glucagón, lo que ayuda a prevenir episodios de hipoglucemia.
Además, reduce el apetito al enlentecer el vaciamiento gástrico, lo que hace que los alimentos permanezcan más tiempo en el sistema digestivo y generen una mayor sensación de saciedad. También actúa a nivel cerebral, atravesando la barrera hematoencefálica hasta el centro del apetito, donde refuerza su efecto en la regulación del hambre.
«En definitiva, lo que termina pasando es que la persona come menos, lo que explica la reducción del peso», dijo Skapino.
En tratamientos controlados, puede generar una reducción del 10 al 15 por ciento del peso corporal, aunque los resultados varían según la dosis y los hábitos del paciente, remarcaron las especialistas.
Rodríguez señaló que el problema radica en que, si la persona no mantiene una alimentación equilibrada, «va a seguir teniendo alteraciones en el metabolismo a pesar de que el peso disminuya».
Además del control de la diabetes, el fármaco puede reducir factores de riesgo asociados a enfermedades cardiovasculares y cáncer, a través del propio descenso de peso. «El exceso de peso es uno de los principales factores de riesgo de las enfermedades no transmisibles. Cuando logramos reducirlo, mejoran otros parámetros de salud», explicó Skapino.
Sin embargo, subrayó que los beneficios del tratamiento solo perduran si van acompañados de cambios sostenidos en el estilo de vida. «Muchos pacientes que inician el tratamiento lo abandonan por costos, efectos secundarios o porque esperan resultados rápidos. Cuando no hay un cambio de hábitos -alimentación, actividad física, sueño y apoyo psicológico-, se ha demostrado que se recupera entre un 60 y un 70 por ciento del peso perdido», advirtió.
Por su parte, Rodríguez destacó que los estudios internacionales muestran beneficios cardiovasculares y renales importantes: «Disminuye la mortalidad por infarto y ACV, mejora el perfil lipídico y el control glucémico. Bien utilizado, es un fármaco seguro y muy útil».
Entre los efectos adversos más comunes, Rodríguez mencionó náuseas, vómitos y molestias gastrointestinales, que suelen ser «leves y transitorias». No obstante, advirtió sobre riesgos más graves en caso de uso sin evaluación médica previa, como pancreatitis o complicaciones en personas con enfermedades no diagnosticadas.
Consultada sobre la posibilidad de que se apruebe formalmente su uso para el tratamiento de la obesidad en Uruguay, Rodríguez señaló que es «probable que en el futuro» se incorporen las dosis específicas para ese fin, tal como ya ocurre en otros países.
«Lo fundamental es garantizar que haya un uso responsable. Lo que preocupa es el consumo sin control médico, impulsado por la moda o las redes sociales», concluyó Rodríguez.
Por su parte, Skapino insistió en que el tratamiento de la obesidad debe ser interdisciplinario y sostenido en el tiempo. «No se trata solo de un medicamento o de una dieta. Es un abordaje integral que requiere acompañamiento médico, nutricional y psicológico. La obesidad afecta al 65 por ciento de la población adulta uruguaya y es el principal factor de riesgo de las enfermedades que más muertes causan en el país. Por eso es urgente abordarla de forma seria y coordinada», finalizó.
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