El presidente boliviano, Evo Morales, se debate estos días entre recibir a los marchistas que reclaman que se respete el Territorio Indígena del Parque Nacional Isibiro Sécure (TIPNIS) o mantener vigente el pulso. Mientras su popularidad cae bajo mínimos, las petroleras y los transportistas le han dado un respiro. El presidente boliviano, Evo Morales, se debate estos días entre recibir a los marchistas que reclaman que se respete el Territorio Indígena del Parque Nacional Isibiro Sécure (TIPNIS) o mantener vigente el pulso. Mientras su popularidad cae bajo mínimos, las petroleras y los transportistas le han dado un respiro.
El mandatario abrió esta semana la posibilidad de reunirse con los marchistas del TIPNIS. Sin embargo, las exigencias impuestas por Evo han hecho que los marchistas declinen la oferta. La noche del jueves, Morales ofrecía a los indígenas la posibilidad de reunirse con él en el Palacio Quemado, sede presidencial, a través de una carta, con el objetivo de deliberar y consensuar sus demandas en el marco de la más amplia disposición y voluntad política.
Sin embargo, la mañana del jueves el ministro de Comunicaciones, Iván Candelas, ha informado a los indígenas que el Palacio presidencial estaba en obras y que, por lo tanto, no reunía las condiciones necesarias para realizar un diálogo masivo con los representantes del TIPNIS. Aunque hasta hace pocas horas han tenido lugar reuniones oficiales en el edificio. Por ello, Candelas ofrecía la sede de la Vicepresidencia como lugar para la reunión.
Los indígenas exigen que el encuentro se produzca en el Palacio Presidencial, como así se les había anunciado anteriormente. Además en la plaza de la sede presidencial se encuentran acampados un grupo de ellos, en vigilia hasta que evo les reciba.
«Nosotros estamos en la sede de Gobierno, en la plaza Murillo, al frente del Palacio, y nos sentaremos a discutir que nuestras demandas se vayan resolviendo una a una con el presidente del Estado, no con el vicepresidente», dijo el líder del Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis), Fernando Vargas.
Rafael Quispe, presidente del Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (Conamaq), considera que la negativa de Evo a reunirse en el Palacio presidencial es una táctica represiva para desmovilizar a la marcha, que consiste en sacar de la plaza Murillo a los dirigentes indígenas para impedirles su regreso a la vigilia del TIPNIS, montada desde la noche de ayer en el centro del poder político del país.
Los indígenas han realizado una lista con 16 puntos que reúnen todas sus peticiones. Entre ellas se encuentran el rechazo a la construcción de la carretera que cruce el TIPNIS, la paralización de todas las actividades hidrocarburíferas en el Parque Aguarague, garantizar que los territorios indígenas sean respetados en la nueva legislación agraria, así como garantizar el derecho pleno del acceso y uso de la información y la comunicación a los pueblos indígenas.
La marcha ha venido a golpear la popularidad del presidente boliviano, muy maltrecha ya por su intención, las pasadas navidades, de aumentar notablemente el precio de la gasolina. Sin embargo, las petroleras internacionales le han dado esta semana un respiro que, aunque positivo, podría estar envenenado.
Las empresas extranjeras han anunciado una inversión multimillonaria en el sector de hidrocarburos de Bolivia en 2012, según confirmó la empresa estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB). En 2006, Evo nacionalizó el sector y, desde entonces, las inversiones habían sido escasas.
“Los montos presupuestados presentados por los operadores superan los 1.000 millones de dólares (unos 720 millones de euros), lo cual demuestra que el sector de exploración y explotación, denominado upstream en hidrocarburos, está destinando una fuerte y agresiva inversión para estas actividades en la próxima gestión”, confirmó el gerente nacional de Administración y Contratos de YPFB, Edwin Álvarez.
Las empresas extranjeras que han anunciado su inversión en el país son: Petrobras Bolivia, Petrobras Argentina, Repsol YPF, Total, Pluspetrol y Canadian Energy, entre otras.
El Plan de Inversiones 2011-2015 de YPFB establece que las inversiones públicas y privadas sumarán este en este período 9.351,4 millones de dólares (más de 6.280 millones de euros).
Parece que atrás se han quedado las redecillas entre Morales y las empresas extranjeras. En 2006, nada más llegar al poder, el presidente nacionalizó la industria de hidrocarburos y mandó al Ejército boliviano a tomar los 56 campos petroleros de la región, que gestionaban Repsol y Petrobras, como parte de su proyecto electoral. Desde entonces, las inversiones extranjeras en este sector habían sido escasas.
Sin embargo, en febrero de este año, Evo envió al representante de la petrolera pública del país YPFB, Carlos Villegas, a hacer un llamamiento a las principales compañías del sector para que volvieran a invertir en Bolivia.
Este llamamiento tuvo sus frutos y el Gobierno comenzó a hacer negocio. En marzo, la argentina YPF, filial de la española Repsol, y la brasileña Petrobras firmaron un acuerdo con la estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), para la exploración de hidrocarburos en seis áreas del sur de Bolivia.
La noticia se produce cuando el pasado fin de semana, el presidente boliviano sufrió su primera derrota electoral en los seis años que lleva en el gobierno. Las elecciones para elegir a 28 miembros de los cuatro tribunales nacionales fueron un fracaso total. Los primeros resultados establecen que los votos nulos alcanzaron un 45% y los blancos un 15,5%. Ambos suman un total de 60,5%, frente a un 39% de votos a favor.