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México no seguirá la línea económica marcada por Chile y Brasil

Sin control

El Gobierno de México no adoptará las iniciativas que han establecido sus contrapartes chileno y brasileño para evitar un sobrecalentamiento de la economía. Así lo ha expresado esta semana el ministro de Hacienda mexicano, Ernesto Cordero, que ha descartado que la política económica del país se plantee como una posibilidad el hecho de controlar los flujos de capital, tal y como realiza Brasil. Sin embargo, la entrada del llamado capital golondrina en Latinoamérica ha registrado un significativo avance durante 2010, y, más en especial, en estos tres países, motores del crecimiento de la región. Algo de lo que los expertos internacionales consideran que las naciones deberían protegerse. El Gobierno de México no adoptará las iniciativas que han establecido sus contrapartes chileno y brasileño para evitar un sobrecalentamiento de la economía. Así lo ha expresado esta semana el ministro de Hacienda mexicano, Ernesto Cordero, que ha descartado que la política económica del país se plantee como una posibilidad el hecho de controlar los flujos de capital, tal y como realiza Brasil. Sin embargo, la entrada del llamado capital golondrina en Latinoamérica ha registrado un significativo avance durante 2010, y, más en especial, en estos tres países, motores del crecimiento de la región. Algo de lo que los expertos internacionales consideran que las naciones deberían protegerse.

Por eso, durante la presentación del informe que ha elaborado el Instituto de las Finanzas Internacionales (IIF, por sus siglas en inglés) sobre la entrada de capital privado en las economías internacionales, el subdirector del organismo, Philip Suttle, ha instado a los gobiernos latinoamericanos a defenderse. Para hacerlo, según el experto, tienen cuatro opciones: reducir sus tasas de interés, aplicar medidas para restringir el flujo de capitales internacionales, ajustar una política fiscal para reducir el crecimiento y permitir de manera colectiva una apreciación mayor de sus monedas.

Los Gobiernos de Brasil y de Chile ya han tomado una serie de iniciativas durante los últimos meses para protegerse frente a esta entrada masiva de capital golondrina y evitar el sobrecalentamiento de sus economías, lo que perjudicaría su crecimiento.

En este sentido, el gobierno del ex – presidente brasileño, Lula da Silva, ha tomado una serie de iniciativas encaminadas a frenar la entrada de capital privado extranjero, camino que ha continuado la nueva mandataria, Dilma Rousseff. En el caso de Chile, las medidas proteccionistas han estado más encaminadas a una intervención en el mercado cambiario internacional, con la elaboración de un programa de compra de dólares vigente para 2011 por parte del Banco Central chileno.

Sin embargo, el Gobierno de México no parece partidario de tomar iniciativas que protejan a su economía de esta entrada de capital. En efecto, el ministro de Hacienda, Ernesto Cordero, ha comentado durante un foro sobre Latinoamérica organizado por la Organización para el Comercio y el Desarrollo (OCDE) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) que, aún cuando el Gobierno prestará atención a la apreciación del peso, los controles a los flujos de capital no serían apropiados para el país.

Cordero ha justificado su afirmación con el argumento de que el sector exportador no es vulnerable a los problemas del tipo de cambio porque tiene otras ventajas competitivas. Entre ellas, su ubicación geográfica, una base sólida de capacitación, y bajos costos de transporte y logística.

Además, el Gobierno de Felipe Calderón considera que el hecho de aplicar un impuesto a las transacciones financieras no es algo prudente ni adecuado para la realidad de México, un país que trata de incrementar la penetración financiera.

El problema es claro. Durante este año, la buena marcha de la economía de los países emergentes, enmarcados en un territorio internacional incierto, ha causado la entrada de muchas inversiones privadas que han inyectado una tremenda liquidez en sus mercados y han causado una escalada de sus divisas. Las bajas tasas de interés y el leve crecimiento de las economías avanzadas, combinadas con una dinámica expansión en los países emergentes, atrae hacia estos mercados los flujos de capital. Y aunque las inversiones fueron recibidas de buen grado en un principio y se consideraban necesarias para el crecimiento, muchos países han llegado al punto de saturación.

Los datos publicados por el IIF hablan por sí solos. Durante el año 2010, habrían llegado unos 908.300 millones de dólares (667.455 millones de euros) a los mercados emergentes. Para dentro de dos años, la cifra será de 1 billón de dólares. América Latina es, dentro de este grupo, el segundo receptor más importante de inversiones de cartera, al captar un 24,2% de los recursos totales en el 2010. La cifra, de 220.000 millones de dólares (161.665 millones de euros), supone un incremento de 76.000 millones de dólares (55.847 millones de euros) respecto a 2009.

En cuanto a las previsiones para este año, los flujos a la región serán del orden de los 214.900 millones de dólares (157.917 millones de euros), algo menos que durante 2010, aunque volverán a subir hasta los 216.400 millones de dólares (159.019 millones de euros) en 2012. Este comportamiento responderá a los controles de capital de los gobiernos.

Por países, Brasil ha sido el que más flujos de capital ha recibido durante 2010, con un total de 122.000 millones de dólares (89.650 millones de euros). De lejos le sigue México, con 36.000 millones de dólares (26.454 millones de euros), y Chile, que llega a la suma de 27.000 millones de dólares (19.840 millones de euros). A continuación se encuentran Colombia, con 13.000 millones de dólares (9.552 millones de euros) en flujos recibidos; Perú, con 8.000 millones de dólares (5.878 millones de euros) y Argentina, con 6.000 millones de dólares (4.409 millones de euros).

El IIF, encargada de elaborar el informe que muestra estos datos, es la principal asociación mundial de entidades financieras. Con sede en Washington, cuenta con más de 430 miembros del calibre de Deutsche Bank, Citigroup y Bank of America – Merrill Lynch.

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