Los fraudes cibernéticos han aumentando de manera alarmante en América Latina. Según un estudio realizado por el Registro de Direcciones de Internet para América Latina y Caribe (Lanic, sus siglas en inglés), los bancos latinoamericanos pierden al año 93.000 millones de dólares por estas estafas. Los fraudes cibernéticos han aumentando de manera alarmante en América Latina. Según un estudio realizado por el Registro de Direcciones de Internet para América Latina y Caribe (Lanic, sus siglas en inglés), los bancos latinoamericanos pierden al año 93.000 millones de dólares por estas estafas.
Las técnicas utilizadas para cometer los fraudes son varios: robo de datos personales, spam, ataques a la red o el denominado ‘phishing’, fraude de comercio eléctrico. Éste último causa pérdidas de 196 millones de dólares anuales, mientras que las de hurto de datos personales ascienden a 761 millones de dólares.
Según la investigación, es realmente preocupante el volumen de los delitos en el ciberespacio “con escenarios muy probables de ataques cibernéticos y consecuencias gravosas para la población”.
El coste para realizar estos delitos es asequible para los ciberdelincuentes, ya que por 200 dólares pueden obtener todas las herramientas necesarias iniciar una campaña de ‘phishing’. Por ejemplo, en el mercado negro el alquiler de una ‘botnet’, una plataforma espía, por hora se cotiza en 9 dólares.
Las autoras del estudio, Patricia Prandini y Marcia Maggiori, advierten que las amenazas cibernéticas son “cada vez más complejas y sofisticadas” y que “alimentan una economía clandestina que crece exponencialmente días a día”. Semanalmente 16 sitios web maliciosos son los que realizan estos ataques a los cerca de 2.500 bancos que existen en la región.
La investigación recoge una lista de los países más afectados de la región, liderando el ranking Brasil seguido de México, Argentina, Chile, Colombia y Uruguay.
En el estudio se explica que los delincuentes aprovechan «las debilidades de las tecnologías, los vacíos en la legislación y la falta de concientización de los usuarios». A esto se añade “la facilidad con que se pueden borrar en Internet las evidencias y las dificultades para identificarlas cuando se carece de especialistas o no se cuentan con las herramientas adecuadas”, según Prandini y Maggiori.
La desmaterialización de las fronteras es otro punto que juega a favor del cibercrimen, “porque habilita al delincuente a acceder a su blanco sin prácticamente moverse de su silla”, puntualiza el informe.
La investigación concluye recomendando a los gobiernos que tomen medidas de prevención en ciberseguridad y exhorta a los usuarios presas y usuarios a “cuidar sus datos personales y denunciar los incidentes de seguridad».
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