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El ente regulador del mercado de capitales en Venezuela interviene tres casas de Bolsa

Los conflictos cotidianos del chavismo

El ente regulador del mercado de capitales en Venezuela intervino tres casas de Bolsa en el país por mantener operaciones relacionadas con algunos de los 11 bancos que fueron cerrados en los últimos tres meses. Nuestro colaborador Juan Carlos Zapata ha realizado un reportaje sobre la última oleada de nacionalizaciones del Gobierno de Hugo Chávez. La llegada de Jorge Giordani al Ministerio de Economía y Finanzas para fusionarlo con el despacho de Planificación también ha implicado la remoción de la mayoría de los funcionarios de las dependencias adscritas a ese organismo. El ente regulador del mercado de capitales en Venezuela intervino tres casas de Bolsa en el país por mantener operaciones relacionadas con algunos de los 11 bancos que fueron cerrados en los últimos tres meses. Nuestro colaborador Juan Carlos Zapata ha realizado un reportaje sobre la última oleada de nacionalizaciones del Gobierno de Hugo Chávez. La llegada de Jorge Giordani al Ministerio de Economía y Finanzas para fusionarlo con el despacho de Planificación también ha implicado la remoción de la mayoría de los funcionarios de las dependencias adscritas a ese organismo.

Ahora, la Comisión Nacional de Valores de Venezuela, CNV, busca la vía para poder utilizar los activos de las casas de Bolsa intervenidas por el Gobierno de Hugo Chávez. Pero el entramado es más complicado. El caso U21-Canarias puso al desnudo a la autoridad, entretenida en montar mercados o bodegas populares antes que supervisar el mercado de capitales.

Para tapar su propia ineficiencia, la política oficial transcurrido el plazo de “gracia”, la sangre debe llegar al río, castigando a inocentes y culpables. Mientras, la ruta de investigación del sector es el financiamiento, el apalancamiento, y no los activos que estaban soportando las operaciones. Por no saber cómo llegar a los activos, es que la CNV castiga a todos por igual: a los que se autofinanciaron y a los que no.

Se deja a un lado un punto del problema: los bolifuncionarios que apalancaban, admitiendo mutuos, las operaciones de las casas de Bolsa, teniendo que las instituciones estatales no podían prestar, y sabiendo, el bolifuncionario, que buena parte del dinero era para que operadores adquirieran yates, aviones, casas lujosas, juguetitos… O sea, la gran estafa es el Estado, y estafado por los bolifuncionarios que a sabiendas se prestaron para la maniobra.

Mientras, al ministro Jorge Giordani lo agarra una paradoja: en su primera gestión en 1999 fue partidario de la democratización del capital, visto que él y Nelson Merentes, ex-profesores universitarios, recibieron parte de sus pagos de antigüedad en Vebonos, y ahora puede acabar con la apertura, limitando el negocio de las casas de corretaje.

Lo peor es que el nombre del gremio se deteriora por igual, cuando no son todos los culpables, y nadie sale en su defensa. Hay inclusive afectados en sus operaciones internacionales. Se aprovecha para pases de factura entre competidores, como si en este país hubiese plena garantía, y quienes piensan salir librados calculan equivocadamente permanecer lejos del rigor del ojo chavista. Así, unos operadores se ríen de otros. Se recalcan los reincidentes en escándalos de naturaleza parecida. La CNV puede por lo pronto convocar a aquellos expertos y ex-funcionarios que escribieron las normas.

Los mismos que desde 2007 venían alertando sobre violaciones al mercado de los mutuos, como la autocustodia de títulos, sin olvidar que el ex-presidente de la CNV , Fernando De Candia, fue uno de los que en dos oportunidades solicitó que las casas de Bolsa depositaran los títulos en la caja de valores o en custodios autorizados, aunque después De Candia se olvidara de todo y apareciera mezclado en la caída de los bancos de Ricardo Fernández Barrueco.

Si hubiese estado de derecho en Venezuela, la CNV pudiera ser objeto de demanda, puesto que incumplió con su papel de supervisor. Inclusive, hay ex-directores de esos que no alzaron la voz para hacer cumplir la norma, que hoy fungen de interventores. Esta es la Venezuela irreal, en la que los conflictos internos estallan día a día.

Por ejemplo, el superministro de Planificación y Finanzas, Giordani, toma el mando. El ministro se empeña en el control de las finanzas públicas, y sus alrededores. No sólo controló el descontrol de Alejandro Andrade, Tesorería Nacional, también le puso la mano a la dirección de Crédito Público, y ahora va por el Seniat, por el reinado de José David Cabello, hermano del segundo hombre del régimen, Diosdado Cabello. No es casual la posición de Giordani de bajarle poder a Diosdado. Ya lo hizo en el Banco del Tesoro.

Lo de Giordani y Cabello no es nuevo. A Giordani es a quien se le ha escuchado la versión más acabada del Diosdado escondido el 11 de abril de 2002. Eso no se olvida. Mientras ya José Luis Pérez se sienta en la Superintendencia de Seguros, de donde había salido antes por rencillas internas. Lo primero que ha hecho es eliminar los guardaespaldas de su antecesora, visita las dependencias y hasta saca plata del cajero del banco que está al cruzar la calle como cualquier subalterno.

Es una lucha de consecuencias, lo que se libra internamente en el chavismo. Ya está dicho lo de Rafael Sarría y su ubicación permanente en los alrededores de Fort Laudardale. Y en esa lucha, va el alcalde de Caracas Jorge Rodríguez y cierra el tan mencionado y conocido casino de La Candelaria. Los nexos de este negocio están claros. Y Rodríguez sabe que ataca a quien lo ataca en la dirección interna del PSUV en Caracas y en la administración de la alcaldía de Caracas.

Entretanto, cae otro boliburgués en desgracia, Mahyed Kalil, quien se venía quejando de que las noticias que lo relacionaron con Diosdado Cabello le habían hecho mucho daño, pues éste, molesto, presuntamente lo había amenazado. Ahora el empresario está en la mira, investigado.

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