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Las reformas de Cuba nunca son lo que parecen

Quién sabe si por la expectación que generan las noticias sobre Cuba, por los deseos de que algo cambie en la Isla o por pura habilidad de su Gobierno, los medios internacionales han anunciado esta semana la “liberalización” de la compra-venta de coches. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Quién sabe si por la expectación que generan las noticias sobre Cuba, por los deseos de que algo cambie en la Isla o por pura habilidad de su Gobierno, los medios internacionales han anunciado esta semana la “liberalización” de la compra-venta de coches. Sin embargo, nada más lejos de la realidad.

Algo ha cambiado, de eso no hay duda. Entre algunos cubanos, contentos muchos de ellos por poder deshacerse de los vehículos que poseen en sus casas, ha cundido una especie de alegría por la noticia. No en vano, después de ser requerido por la población para que se integrara en los Lineamientos, podrán finalmente vender o donar los coches de segunda, tercera o cuarta mano que sean de su propiedad o incluso adquirir otro.

La burocracia también pierde su importancia. No será necesario un permiso estatal específico para realizar la compraventa. En adelante, los 450 notarios que existen en el país serán los encargados de atestiguar la propiedad del vehículo así como la operación de transmisión. Dichos notarios ya han realizado un cursillo formativo que les permita entender las nuevas circunstancias.

La transacción irá, como es de recibo, acompañada de un impuesto estatal. Al nuevo propietario del vehículo le corresponderá abonar el 4 % por concepto de Transmisión de Bienes y Herencias, mientras que el vendedor, a cuenta del Impuesto sobre Ingresos Personales, deberá abonar otro 4%.

Y esta es, en definitiva, la única modificación que afecta al común de los cubanos en la nueva normativa. El resto, sigue todo igual. Solo aquellos que hayan servido a Cuba fuera del país, en sus empresas o como cooperantes o diplomáticos, podrán acceder, como sucedía hasta ahora, a la compra de un vehículo seminuevo. Y para ello deberán, como sucedía hasta ahora, pedir un permiso especial al ministro de Transportes y adquirirlo a través de la empresa estatal Cimex.

Hay quien considera que, con esta medida, los precios de los coches de segunda mano irán bajando. Recuerdan además que, por mucho que se hubiese querido abrir el mercado, pocos cubanos podrían adquirir un coche nuevo. Entre esa selecta población estarían aquellos que cuentan con familiares fuera del país, emigrados a los que les hayan ido bien la cosas.

Otra de las cuestiones que habrían frenado la apertura, tal vez algo más peregrina pero no por ello menos sensata, tiene que ver con la calidad de las infraestructuras cubana. Están éstas poco capacitadas para soportar un tráfico rodado excesivo así como el tránsito de camiones o vehículos de gran capacidad.

En cualquier caso, no parece que por el momento el Gobierno cubano vaya a modificar la tendencia que ha llevado en los últimos años. Es decir, seguirá adquiriendo vehículos a las grandes empresas que trabajan en la Isla en régimen mixto. Estos, solo los cubanos que gracias a «su trabajo en funciones asignadas por el Estado o en interés de éste», podrán adquirirlos. Pero también estos estarán limitados. Deberán obtener el permiso del Ministerio de Transporte, una autorización que se entregará solamente «una vez cada cinco años».

Situación esta que no deberán sufrir los extranjeros afincados en la Isla de manera temporal. Estos podrán comprar los autos en Cuba o importarlos, con un límite de hasta dos durante su estancia en la isla.

En cuanto a los coches que podrán transferirse o donarse, caben todos aquellos considerados antiguos así como los modernos que, durante los últimos años, han podido importar o comprar de segunda mano artistas y deportistas, así como médicos que han cumplido «misiones» oficiales en otros países, como Venezuela.

Los cubanos que emigren -unos 38.000 anuales que engrosan una comunidad de casi dos millones en Estados Unidos, España y otros países- podrán vender sus autos antes de marcharse o transferirlos a sus familiares.

Pero hay algo curioso. Los observadores políticos esperan conocer con más detalles las normas publicadas hoy. De la lectura de los teletipos que han aparecido, se desprende que el propio Raúl Castro, presidente cubano, si hubiese ahorrado su sueldo de los últimos 40 años a 1.000 pesos cubanos (31 euros) mensuales, apenas podría adquirir un Smart.

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Americaeconomica.com

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