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El intento por retirar las subvenciones al petróleo y el gas generan conflictos en varios países

La gasolina sale cara

Existe un problema no resuelto con las subvenciones a las energías en América Latina. Como paradigma de la situación, esta semana el Gobierno de Evo Morales tuvo que retirar su propuesta de aumentar el precio de la gasolina entre un 57 y un 83%. Las revueltas internas y la caída de la popularidad del presidente en un 24% fueron el resultado de la propuesta. En Chile, donde el Ministro de Minería ha dimitido por el alza del gas en la provincia de Magallanes, o en México, donde se debate la retirada de subvenciones, la situación es similar. Existe un problema no resuelto con las subvenciones a las energías en América Latina. Como paradigma de la situación, esta semana el Gobierno de Evo Morales tuvo que retirar su propuesta de aumentar el precio de la gasolina entre un 57 y un 83%. Las revueltas internas y la caída de la popularidad del presidente en un 24% fueron el resultado de la propuesta. En Chile, donde el Ministro de Minería ha dimitido por el alza del gas en la provincia de Magallanes, o en México, donde se debate la retirada de subvenciones, la situación es similar.

Que varios países de América Latina cuentan con importantes reservas de petróleo en su territorio es una cuestión que pocos podrán discutir. Por el contrario, que el reducido precio que se paga en muchos de ellos por la gasolina se deba a estas reservas, ya no está tan claro. Tres de estos países han dado la señal de alarma en la última semana ya que ese abaratamiento, con los elevados precios del petróleo en el mercado, tienen un por qué, las subvenciones.

Dichas subvenciones cuestan a Bolivia más de 300 millones de dólares al año, de ahí que su presidente, Evo Morales, haya intentado a finales de 2010 dar término a esa situación. Sin embargo, ni el ambiente navideño y su inevitable distensión han servido para que la sociedad boliviana se quedara en casa y no protestara. El llamado “gasolinazo”, la intención del ejecutivo de ampliar el precio de la gasolina entre un 57 y un 83%, lanzó a la calle a afines y disidentes.

No en vano, la imperante pobreza en el país obligó al Gobierno boliviano, cuando Evo no estaba en el poder, a aplicar subvenciones a la gasolina para facilitar su uso por parte de la población. Por consiguiente, sin destacables mejoras en las condiciones de vida de la población, el retorno de los precios previos a las subvenciones haría inviable para muchos el transporte o su uso cotidiano. Los alimentos, con el mero anuncio de la subida, aumentaron de precio, los transportistas llamaron a la huelga y la población salió a la calle para protestar.

Como resultado, el Gobierno de Evo Morales decidió retirar la subida. Sin embargo, pese a la retirada, la popularidad del presidente iba a sufrir las consecuencias. La aceptación de Morales cayó desde un 54% hasta el 30%, el peor dato desde que accedió a la presidencia, un dato que, si el presidente boliviano desea permanecer en la presidencia, podría obligarle a regresar a la senda del antiliberalismo que tantos éxitos le ha dado.

Algo similar ha sucedido en Chile. El presidente Piñera anunciaba esta semana un incremento del 17% en el precio del gas en la provincia sureña de Magallanes. Lo justificaba asegurando que era la única manera de garantizar el futuro del suministro de energía. Piñera, como Morales, ha aprovechado que es verano en el país para anunciar una medida como esta. Sin embargo, los pobladores de Magallanes, que sin duda pasan inviernos demasiado duros y fríos que no olvidan durante el verano, se lanzaron a protestar.

Al menos dos personas han muerto en lo que va de protesta y 45 han sido detenidas. El gas, en un lugar con temperaturas bajo cero, es indispensable para sus pobladores. Sin embargo, según el Ministro de Energía, Ricardo Raineri, el Estado se hace cargo de 87,5 dólares por cada 100 que se pagan por el gas en Magallanes. Otra vez las subvenciones, en Estados cada vez más adelgazados por la venta de las empresas públicas, generan un gasto difícil de mantener.

México está en la situación previa. El debate en el país se ha instalado entre aquellos que consideran que las subvenciones deben ser retiradas y los que aseguran que su retirada impediría a muchos su uso. El alza de precios de la gasolina a comienzo de aña ha puesto a los transportistas en guardia. Como en Bolivia, anuncian subidas en sus tarifas y protestas si el Estado continúa elevando su precio. Por el contrario, tal vez el Estado no tenga otra opción que asumir las protestas.

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