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Las “maras”, el narcotráfico y los crímenes políticos marcarán las elecciones presidenciales

Guatemala, un país extenuado por la violencia

El próximo 30 de septiembre se celebran elecciones presidenciales en Guatemala. En lo que va de campaña, 35 personas, políticos nacionales y locales y sus asesores principalmente, han fallecido por causas violentas. Pero la criminalidad que registran estos comicios no es una excepción. El país se ha convertido en el feudo de las “maras” y uno de los focos de narcotráfico del subcontinente centroamericano. El próximo 30 de septiembre se celebran elecciones presidenciales en Guatemala. En lo que va de campaña, 35 personas, políticos nacionales y locales y sus asesores principalmente, han fallecido por causas violentas. Pero la criminalidad que registran estos comicios no es una excepción. El país se ha convertido en el feudo de las “maras” y uno de los focos de narcotráfico del subcontinente centroamericano.

La actualidad informativa de Guatemala ha estado ligada esta semana a las elecciones presidenciales. Ante la imposibilidad de presentarse a las mismas por Constitución, Álvaro Colom, presidente guatemalteco, se divorció de su mujer, Sandra Torres, para que esta representara a su partido en los comicios. Sin embargo, el Tribunal Constitucional ha dado la sorpresa denegando tal posibilidad y rechazando la candidatura de la ex Primera Dama.

La presidencia de Álvaro Colom no será recordada por nada excesivamente bueno para el país. Por el contrario, un suceso, hace ahora dos años, tiene todos los visos de ser lo que los ciudadanos recuerden de la misma. Por aquellas fechas, un vídeo se hizo muy popular en todo el mundo. El abogado Rodrigo Rosemberg denunciaba supuestos casos de corrupción llevados a cabo por la pareja presidencial. En el mismo advertía de que solo se haría público si él era asesinado. Culpaba, a su vez, al matrimonio Colom de ser los inductores de su posible asesinato. El vídeo se llegó a las televisiones poco después de que fuera tiroteado cuando paseaba en bicicleta por su barrio.

La violencia está tan arraigada en la sociedad guatemalteca que no entiende de posiciones sociales o estatus económicos. No en vano, según la denuncia que realizaba Rosemberg, un empresario de éxito en el país, Khalil Mussa, y su hija Marjorie Mussa, también habrían sido asesinados, en abril de 2009, a manos de los sicarios de los Colom y sus colaboradores. Ninguna de estas cuestiones fueron probadas y juzgadas. La impunidad con la que se cometen los asesinatos, solo tres de cada diez son juzgados y resueltos, ha arrastrado al país a una situación insostenible.

Y hay quien se aprovecha de ello. En la actualidad, la Mara Salvatrucha y la pandilla del Barrio 18 constituyen las dos agrupaciones pandilleras más representativas en la región del Triángulo de Centroamérica, en términos de constituir las pandillas territoriales más numerosas, las que cuentan con mayor presencia y cobertura nacional, las mejor organizadas y las más violentas.

Ambas pandillas surgieron en Centroamérica a inicios de los noventa, influenciadas por el retorno de pandilleros centroamericanos de los Ángeles, California, quienes terminaron imponiendo paulatinamente las identidades norteamericanas a los grupos locales.

Tanto la Mara Salvatrucha como el Barrio 18 son en la práctica las dos pandillas hegemónicas que han sobrevivido y coexistido en el tiempo, aún y cuando surgieron con posterioridad a muchas de las pandillas domésticas que ya existían en estos países desde finales de los ochenta. Ambas son consideradas redes transnacionales que se expanden por Nicaragua, el Salvador y Honduras, un problema, por lo tanto, común para los pequeños países centroamericanos que cuentan en sus fronteras con cerca de 33.000 miembros según datos oficiales.

Traficantes de droga a pequeña escala, en los últimos años se han acrecentado sus relaciones con las redes de narcotráfico internacionales, sobre todo llegadas desde México, por lo que han aumentado sus niveles de violencia y su poder adquisitivo. Y es que el narcotráfico ha entrado con fuerza en Guatemala. El fenómeno del tráfico de drogas no es nuevo para Guatemala: su ubicación geográfica y su porosa frontera con México la ha hecho durante años una parada preferida para las drogas que tienen a Estados Unidos como destino final.

Pero lo preocupante, ahora, es que según varios informes los poderosos y sofisticados carteles mexicanos han decidido mudar parte de sus operaciones a territorio guatemalteco. «La violencia de las drogas está cruzando la frontera (entre México y Guatemala) ya que la dura postura del gobierno mexicano está empujando a organizaciones notorias como los Zetas hacia el sur», afirma un informe del Departamento de Estado de Estados Unidos de principios de este año.

Y eso genera temor en un país considerado uno de los más violentos del mundo. En Guatemala hay 52 homicidios por cada 100,000 habitantes: en México, esa cifra es de 14 homicidios por cada 100,000 habitantes mientras que es Estados Unidos es 5,4. Los Zetas, empujados por la presión del Gobierno mexicano, han encontrado en Guatemala el contexto de impunidad que buscaban.

Según expertos, los altos índices de pobreza en el país y el legado de los más de 30 años de conflicto armado interno -que llegó a su fin en 1996- hacen de Guatemala un caldo de cultivo ideal para el reclutamiento de jóvenes a las filas del crimen organizado. El engranaje entre las maras y los narcos está servido, lo que todo parece indicar que Guatemala se enfrenta a una «tormenta perfecta».

«Tenemos que poder enfrentar esta agresión», afirmó el presidente Álvaro Colom en entrevista con BBC Mundo.

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