A poco más de una semana para las elecciones presidenciales de Brasil, los candidatos siguen afilando sus armas y haciendo campaña para hacerse con la mayor cantidad de sufragios posibles. Aunque las encuestas dan por favorita a la presidenta Rousseff, la clase media podría marcar la diferencia. A poco más de una semana para las elecciones presidenciales de Brasil, los candidatos siguen afilando sus armas y haciendo campaña para hacerse con la mayor cantidad de sufragios posibles. Aunque las encuestas dan por favorita a la presidenta Dilma Rousseff, la clase media podría marcar la diferencia.

Esta parte de la sociedad supone gran cantidad de nuevos consumidores, claves en las elecciones del 5 de octubre, no solo por haber disparado el consumo interior bruto, sino también porque han supuesto la creación de un nuevo brasileño.

Uno que va a la universidad, que sabe manejarse con las nuevas tecnologías, que posee una cuenta en el banco, puede comprarse ropa de marca, invierte en un coche y muchos de ellos ya tienen su propia casa.

A pesar de esta situación, lograda en los últimos diez años, primero por el Gobierno de Luiz Inácio Lula de Silva, y después por Dilma Rousseff (ambos del Partido de los Trabajadores) muchos dudan si volverán a votar por el partido oficialista.

Hay diversas clases medias, la que llega a fin de mes con grandes esfuerzos y la que lo hace de modo holgado. Mientras que los que forman parte de la primera aseguran que podría hacerse mucho más por el pueblo brasileño, los del segundo se quejan de la corrupción.

El economista Carlos Mendonça de Barros, ex ministro de Comunicación con el Gobierno de Fernando Henrique Cardoso y actual director de la agencia Questinvest, ha señalado que “los brasileños a los que el PT sacó de la pobreza y dio trabajo y crédito, ahora que empieza a pagar impuestos pone sus ojos un poco más a la derecha”.

No todos piensan igual, pues algunos entrevistados por el diario español El País, aseguran que no es esa su intención, de hecho en la última encuesta de Datafolha se ve como aquellos que ganan entre dos y cinco salarios mínimos no pretenden votar a Rousseff. Aunque los más pobres probablemente lo hagan.

En cualquier caso, aún habrá que esperar para ver si finalmente es Rousseff la que se hace con el triunfo o la aspirante del Partido Socialista Brasileños (PSB) sin dejar de lado a Aécio Neves del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).

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Arañando votos

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