Unos cien acólitos del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, se han reunido este domingo frente a la sede del Ejército, en Brasilia, para pedir una intervención militar y desde donde se ha vuelto a atacar al Tribunal Supremo Federal y al Congreso.
Con pancartas y lemas contra los magistrados del Supremo, a quienes se les calificó de «dictadores», los manifestantes han protestado por las últimas decisiones de la Justicia brasileña, que en las últimas fechas se encuentra investigando a posibles sospechosos de estar llevando a cabo planes contra las instituciones democráticas.
Una de las personas que ha centrado los ataques de los manifestantes, ha sido el magistrado Alexandre de Moraes, quien encabeza actualmente las investigaciones sobre posibles actos antidemocráticos cometidos por simpatizantes de Bolsonaro, como el ataque hace unas semanas a la sede del Supremo con fuegos artificiales.
Las manifestaciones a favor de Bolsonaro y contra algunos de los poderes del Estado vienen sucediéndose cada domingo en Brasilia desde el pasado 15 marzo, pese a las restricciones impuestas para intentar frenar el avance de la COVID-19.
Bolsonaro ha ido un paso más allá y ha estado presente en algunas de ellas, llegando incluso a pasearse a caballo entre la enardecida multitud que ofrecía a sus hijos para que el líder de extrema derecha les besara e hiciera carantoñas.
Asimismo, no ha sido el único acto en favor del presidente de Brasil que se ha celebrado este domingo, tal y como ha reseñado el periódico brasileño ‘Folha de Sao Paulo’.
Aunque también mucho más reducido, unas 40 personas se han plantado frente a la Asamblea Legislativa de Sao Paulo para exigir un juicio político al gobernador del estado Joao Doria, a quien en su día Bolsonaro calificó de «lunático» por haber decretado la cuarentena como medida para frenar el avance de la pandemia.
Por contra, y a pocos kilómetros de estas protestas, ha tenido lugar una manifestación contra el Gobierno de Bolsonaro encabezada por movimientos sociales y algunos sectores de las aficiones de los equipos de fútbol de Sao Paulo, por un lado; mientras que por otro, fue liderada una marcha por el Partido de la Causa Obrera (PCO).
La división de la marcha en contra de Bolsonaro ha sido calificada de «puntual» por parte del PCO, ya que algunos sectores «han intentado imponer una política en la que no hubiera banderas y pancartas de la izquierda».
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