Colombia aún intenta pasar página a los más de 50 años de guerra con las FARC. Una parte «fundamental» de esa tarea es fijar una «verdad transformadora» que explique lo ocurrido y dé las claves para que no se repita, para lo cual la Comisión de la Verdad trabaja a contrarreloj sobre un universo de más de ocho millones de víctimas en medio de fuertes «resistencias».
Carlos Martín Beristain, psicológo español con vasta experiencia en la atención psicosocial a víctimas de todo el mundo, es uno de los once miembros de la Comisión de la Verdad creada por el acuerdo de paz, pero el único extranjero porque tiene una misión especial, la de contar la historia de las más de 500.000 personas que huyeron de Colombia para dejar atrás el conflicto armado.
En una entrevista concedida a Europa Press, Martín Beristain admite que se trata de una labor «difícil». En primer lugar, porque «casi ninguna Comisión de la Verdad se ha ocupado de las víctimas en el exilio», poniendo el foco en las que han permanecido en territorio nacional. En el caso de Colombia, la dimensión del conflicto armado también ha hecho que quienes huyeron sean «invisibles».
Una segunda dificultad es «la gran dispersión del exilio colombiano». «En su momento, el exilio paraguayo estaba concentrado en Argentina; el exilio liberiano estaba en Ghana y en Estados Unidos; y aquí tenemos un exilio en más de 23 países», desde Ecuador o Venezuela, geográficamente cercanos, a Canadá o España.
La falta de recursos, que en su caso provienen de la comunidad internacional, ha obligado a agudizar el ingenio. Martín Beristain ha tejido una red de NODOS, organizaciones de «gente que conoce Colombia y trabaja en temas de construcción de paz» a la que han formado para recoger testimonios. El objetivo es llegar a mil y ya llevan unos 550.
Otro desafío es articular un relato representativo porque hay perfiles muy diversos. Las primeras grandes olas migratorias desde Colombia se produjeron en los años 80, en la época del «Estatuto de Seguridad». Después, el éxodo ha estado asociado a los diálogos de paz fallidos. Con el quiebre del proceso de El Caguán, impulsado por el Gobierno de Andrés Pastrana, se dispara la violencia y la población sale en masa. «Siete de cada diez muertos de todo el conflicto armado se dieron entre 1998 y 2008», subraya.
Martín Beristain explica que, en el caso de la diáspora colombiana, un desafío específico es desmontar los estereotipos. «Les preguntamos qué les llevó a salir del país, (…) pero también qué se encontró aquí, qué problemas, qué impactos, qué consecuencias, (…) porque desde Colombia muchas veces la impresión es que quien se fue a Estados Unidos o España tuvo una vida mejor o era un traidor porque buscó su salida personal mientras los demás se quedaron allí. Hay que explicar la historia del exilio también», sostiene.
«PACTOS DE SILENCIO»
El trabajo del psicólogo español es tan solo una pieza de un puzzle mucho más amplio que persigue una «verdad transformadora», esto es, que no se limite a contar «qué pasó», sino que proporcione un «contexto explicativo» –«Porqué pasó»– para poder decir «esto es lo que tiene que cambiar para que esto no vuelva a suceder»: Una tarea anclada en la memoria histórica con miras a la no repetición.
Eso implica, por un lado, que sea una verdad inclusiva. Aunque será «imposible» recoger todas y cada una de las vivencias personales, el resultado final sí tendrá que ser «representativo», de modo que «no haya sectores importantes que han sufrido esa victimización que se nos queden fuera», indica. Y, por otro, que sea «una verdad sensible», que a través de las experiencias individuales «genere empatía en una parte de la sociedad que no se ha dejado tocar por el conflicto armado».
Martín Beristain aclara en cualquier caso que «aquí hay varias verdades», tantas como patas tiene el Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición (SIVJRNR), uno de los ejes del acuerdo de paz. Así, la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas pretende averiguar «la historia y el paradero» de los desaparecidos y la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) persigue una «verdad judicial».
El objetivo común es provocar «esa crisis de los pactos de silencio que tiene que darse en toda transición política para que se pueda hablar de las cosas que nunca se hablaron, que ese ocultamiento que teje muchas veces la versión de los responsables se vaya quebrando».
«AÚN HAY MIEDO»
La continuidad del conflicto armado en Colombia, no solo con las FARC a través de sus disidencias, sino por la existencia de otras guerras con otros grupos armados, como el Ejército de Liberación Nacional (ELN), y de ellos entre sí hace especialmente complicado el cometido de la Comisión de la Verdad.
«Aún hay miedo», reconoce Martín Beristain. «Hay gente que cuando fue a denunciar y volvió a su casa les estaban esperando para volver a amenazarles», a veces incluso con «complicidades de algunos sectores del aparato del Estado», por lo que «hay mucha desconfianza».
No obstante, al mismo tiempo recuerda las palabras de un grupo de mujeres que le dijeron: «Tenemos miedo a hablar pero queremos hablar». El médico vasco destaca que esa es precisamente una de las «fortalezas» de Colombia, que «siempre ha habido gente dispuesta a hablar, hasta en los momentos más agudos de la guerra». «Se recogieron los cuerpos cuando los paramilitares prohibieron recogerlos del río Cauca», ilustra.
Por eso, apunta a otra «resistencia invisible, que es la resistencia a admitir la verdad». Mientras que gobiernos como el de Nelson Mandela en Sudáfrica o Raúl Alfonsín en Argentino hicieron suyas las conclusiones y recomendaciones de sus comisiones de la verdad, en otros como Perú o Guatemala no fue así por «falta de voluntad política». «Esas cosas que hemos vivido en otros países hacia finalizar el informe, aquí las estamos viviendo antes», lamenta.
Martín Beristain avisa de que «la intolerancia frente a los hechos» en Colombia es «un muy mal indicador» y lo asocia a una «polarización social» que ya ha visto en otros escenarios –«El caso vasco»– y que «aquí es muy fuerte». «Aunque tú no te pongas, te ponen en un sitio, tratan de dividir entre nosotros y ellos, y eso es lo que hay que deconstruir en el caso colombiano», señala.
EN UN «PUNTO CRUCIAL»
El experto internacional reclama «una política sostenida en el tiempo», más allá de los cambios de Gobierno, dedicada a implementar el acuerdo de paz, sobre todo en lo referido a la protección de los ex guerrilleros y de los líderes sociales –víctimas de una renovada violencia «escandalosa»–; a que «un Estado civil, positivo y democrático» ocupe el vacío dejado por las FARC y que han ocupado otros; y a la restitución de tierras.
La Comisión de la Verdad aportará su granito de arena con un informe que, a no ser que se prorrogue su mandato, tendrá que presentar hacia noviembre de 2021 con una «verdad completa» y recomendaciones para los próximos 20 años, por lo que «no es un puerto de llegada, sino un puerto de partida» para generar un «diálogo social».
Martín Beristain asume que hay una «situación de riesgo» para el proceso de paz –«No soy ningún ingenuo»–, pero también ve razones para la «esperanza», tales como el firme apoyo de la comunidad internacional y «los nuevos dinamismos», «el hecho de que la gente haya perdido el miedo a expresar el malestar públicamente».
En su opinión, Colombia no tiene más remedio que abrazar esta «oportunidad», buscar «una salida política al conflicto armado más amplia», porque de lo contrario «se enfrenta al riesgo de volver a un ciclo de violencia de 10 o 15 años más». «Ese es el punto crucial en el que estamos hoy», zanja.