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Transiciones

¡Ya Don Enrique habló!

No como el Don Rafael de la famosa radionovela cubana, pues el nuestro habla con frecuencia, sino como él mismo, hace casi cincuenta y nueve años. Envidio su tránsito vital: protagonista principal de la caída de la dictadura venezolana de los ’50 del siglo pasado, otra vez juega un rol estelar. No como el Don Rafael de la famosa radionovela cubana, pues el nuestro habla con frecuencia, sino como él mismo, hace casi cincuenta y nueve años. Envidio su tránsito vital: protagonista principal de la caída de la dictadura venezolana de los ’50 del siglo pasado, otra vez juega un rol estelar. Tiene bien ganada la gloria. Pero, eso tendrá que esperar. Por ahora, le valen más la libertad y la independencia.

Los truhanes, los mojigatos, los incautos y los analistas y gurúes de pacotilla de estos tiempos, incluso algunos cercanos, ya andan dándole la vuelta contemporizadora a la decisión del Consejo Nacional Electoral venezolano (CNE), de anteayer miércoles.

Se han ido por la vía del tecnicismo. De pronto surgieron expertos en tiempos y movimientos de todas partes. Ven el proceso; pero, no sus implicaciones obvias: el régimen y sus cómplices de todas partes y lados tienen larga vida. Los venezolanos, sobre todo, los más sufridos, que se aguanten. Más valen los intereses de unos pocos y la cobardía que las realidades dramáticas de la Venezuela de hoy.

No así Don Enrique Aristeguieta Gramcko, paisano y amigo, quien –lo digo con mucho orgullo- me honra con su amistad. Y a quien rindo admiración. En “Un mensaje a todos los venezolanos” califica la decisión del CNE de “segunda vez en un lapso de pocas semanas, (que) el régimen ha dado un Golpe de Estado”.

Y que “la ciudadanía en bloque no puede -¡no puede!- aceptar mansamente lo que está pasando”. E insiste en que el pueblo en la calle tiene que ser detonante para provocar en Venezuela un cambio absoluto que nos vuelva a llevar a la democracia y nos permita salir de esta negra noche del atraso, de la miseria, del hambre y de la muerte del gobierno del chavismo y del castro-comunismo.

Luego de una invocación a la fuerza y otros valores de todos, sigue el Dr. Aristeguieta, planteando que el pueblo venezolano no es la primera vez, como ya lo fue en enero del ’58, que hizo valer sus derechos y su fuerza, para derrocar aquella dictadura y que ahora hay que “volverlo a hacer para derrocar la presente dictadura, que ha sido la peor de toda nuestra historia”.

Y finaliza con una voz de aliento para que todos cumplan con su deber, invocando, con valentía, a civiles, militares, jóvenes, viejos y etcétera. La invitación es a dar el paso del derrocamiento, sin ambigüedades, ni formulitas amañadas, como es el “arte” de la acomodaticia Mesa de la Unidad Democrática, verdadero “tapón” para una solución a la presente desgracia.

Como habrán notado, valió la pena que Don Enrique hablara. Después lo hizo María Corina Machado, en un claro deslinde estratégico respecto a la Mesa. Nuestro presagio de hace poco tiempo se asoma: la MUD muestra fisuras. El riesgo de partirse es cierto. Ojalá que como el precandidato Rafael Caldera, en 1957, quien pasó de aspiraciones electorales a contribuir a la lucha insurreccional contra el dictador.

Por cierto, en un momento de la vida de la Junta Patriótica de entonces, la vanguardia política civil de aquella transición a la democracia, el representante del partido de Caldera –otro Don Rafael- fue el joven abogado Enrique Aristeguieta Gramcko. El mismo que “viste y calza” los puntos que le asigna la Venezuela de hoy y de siempre.

No hay solución electoral a la pronta salida del régimen, por más maromas que se inventen la MUD y sus acólitos. Inexorablemente, o cambia, o se parte. La decisión es de ellos. Venezuela no va a acompañarlos a cualquier cosa. Mucho menos, a seguir perdiendo tiempo.

* Santiago José Guevara García

Valencia, Venezuela

[email protected] / @SJGuevaraG1

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