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EL NUEVO MODO

Transiciones II

Pues sí, como dicho en el artículo anterior, no es lo mismo transición a la democracia que transición del comunismo al mercado, como se ha llamado convencionalmente una exitosa línea de trabajo económica surgida en los ’90. Pues sí, como dicho en el artículo anterior, no es lo mismo transición a la democracia que transición del comunismo al mercado, como se ha llamado convencionalmente una exitosa línea de trabajo económica surgida en los ’90.

No son lo mismo, aunque podrían complementarse completamente; pero, en casos, difieren y se contrarían. Su relación es un interesante programa de investigación que proponemos. Juntaría transitólogos, politólogos, economistas, abogados, administradores públicos, comunicadores y otros profesionales.

Sucede que, como dicho en el artículo anterior, la primera alude a un cambio de régimen político, y la otra, a uno en lo económico. Cualquier distraído podría caer en la implicación de lo primero por lo segundo; pero, la experiencia hasta ahora nos dice que en casos no es así.

La literatura económica se ha atado al dogma de fe de liberales y marxistas, según el cual, lo que pasa en economía determina lo que pasará en política. O sea, visto dinámicamente, que tener buen desempeño económico acarrea adelantos hacia la democracia. Y aún no se han dado cuenta –o se hacen los sonsos- de que la China actual vino a aguarles la fiesta.

Y eso, porque China es el mejor ejemplo de transición económica exitosa que no se acompaña de una transición democrática. Hoy disputa a los Estados Unidos el primer lugar en lo económico, nadie duda de que apunta a ser la potencia dominante y es un ejemplo destacado –con particularidades a estudiar- de transición del comunismo al mercado; pero, nadie se atrevería a mencionarlo como un ejemplo de país democrático. Lo que es políticamente, déjenme decirles, conviene a muchos, no necesariamente comunistas.

Claro que están otros ejemplos en contrario. Los “Tigres del Báltico”, incluso Eslovaquia, de la antigua órbita soviética, son mencionados en la literatura en el campo, como ejemplos de desarrollo de mercado avanzado en países democráticos, incluso mayores que algunos de sus viejos vecinos capitalistas europeos, de democracia de vieja data. Y hay muchos ejemplos más. Para este artículo, no vale la pena abundar.

Lo que sí interesa es la pregunta de lo que hace la diferencia. Es la inspiración del programa de investigación que menciono arriba. ¿Qué hace que unos países que transitan del comunismo al mercado también lo hagan a la democracia y que otros, no? ¿Cuáles factores lo han impedido? ¿Qué es lo que hay que hacer al respecto? Hay más asuntos derivados de lo planteado; pero, por ahora, son ésos los que nos interesan.

Y a algunas hipótesis vamos. Hipótesis deductivas. No encuentro literatura que se haya ocupado del asunto. Parece que cada proceso –a la democracia o al mercado- interesa solo en una dimensión. A nosotros nos interesan las dos y sus relaciones. Y nos interesan el diagnóstico y las recetas.

Nuestro interés –que sea patente en este artículo- es para su aplicación al caso actual venezolano, en un ojalá que próximo tránsito, no solo a la democracia, sino también al desarrollo económico pleno, con base en el mercado y el capital de riesgo privado.

Y veamos. Hay seis líneas de la acción transicional que permite pasar del comunismo o el estatismo al mercado. Nos hemos referido a ellas en una serie reciente. Hoy nos interesan lo que llamo lo legal-institucional y la relación entre economía y política. Eso, porque me limito solo al análisis que proponemos.

Lo que se haga en lo legal-institucional va a depender de lo que haya y se haga en la política. Es la variable decisiva para lo que interesa. Las situaciones pueden ser diversas y diversos pueden ser los manejos. Exige esmerado análisis y una aún más exigente estrategia.

En lo concreto, para la acción política venezolana, planteo que los sectores a favor de una democracia avanzada (no lo que hubo hasta ahora) y partidarios de una economía de mercado (tampoco lo ya conocido) deben coaligarse, fuera de “purismos” y golpes de pecho ideológicos, para la propuesta de un país progresivamente a la medida de lo necesario y una estrategia que lo permita. Muchos de los análisis transicionales nuestros apuntan a ese cometido.

La Venezuela actual no admite todos los escenarios transicionales “teóricos”. La naturaleza profunda del país, la naturaleza y carácter de la crisis nacional, los factores de “poder fáctico” presentes, las hipótesis sobre los tipos de transición posibles, las derivas próximas, etc. demandan permanente atención y un muy focal seguimiento, para el mejor manejo posible. Cuidado si por etapas.

Para todo lo que nos interesa de lo legal-institucional, falta una discusión experta acerca de los componentes que marcan la diferencia entre los logros de mercado y los democráticos. Pareciera un tema trivial, pero no lo es. Sobre ello trabajaremos en el próximo artículo. Y termino.

Mientras escribo, el país bulle. Los jóvenes han estado de nuevo en las calles y plazas y el régimen arremete con sus arietes principales: su inteligente control de las instituciones y el recordatorio de la violencia de sus cuerpos armados.

En las redes me preguntan si estamos en un “Momento Transicional”, un concepto que he avanzado con mucha aprensión. Respondo que estamos frente a otro de ellos, que abre ocasiones; pero, que no lo es aún. No desearía que no estemos preparados. Hay mucha ligereza con relación a lo que nos tocaría avanzar.

* Santiago José Guevara García

(Valencia, Venezuela)

[email protected] / @SJGuevaraG1

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