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EL NUEVO MODO

Tesis avanzadas sobre transiciones (V°)

HAY UNOS TIPOS DE TRANSICIONES A RECONOCER. Aunque no la única, la clasificación de las transiciones a la democracia de Share y Mainwaring domina la escena en la región. Incluye tres tipos: colapso, autoexclusión y transacción. Nosotros ya hemos hecho conocer nuestro criterio, que refiere cuatro ampliamente diferentes: cooptación, propiciación, negociación y vaciamiento. Nos interesan por separado y sus combinaciones, en los términos ya establecidos: para “comprender la “mezcla” presente o posible en cada situación”. HAY UNOS TIPOS DE TRANSICIONES A RECONOCER. Aunque no la única, la clasificación de las transiciones a la democracia de Share y Mainwaring domina la escena en la región. Incluye tres tipos: colapso, autoexclusión y transacción. Nosotros ya hemos hecho conocer nuestro criterio, que refiere cuatro ampliamente diferentes: cooptación, propiciación, negociación y vaciamiento. Nos interesan por separado y sus combinaciones, en los términos ya establecidos: para “comprender la “mezcla” presente o posible en cada situación”.

¡Veamos! En Venezuela, del 22 al 23 de enero de 1958, se logró la salida del dictador de turno. Lo hizo una junta militar (dije militar, no cívico-militar, como insiste erradamente la historiografía). El tirano se hizo molesto al régimen militar, que había “resuelto poner término a la angustiosa situación política por la que atravesaba el país”. El acta constitutiva establecía que “la Junta Militar dictará, mediante Decreto refrendado por el Gabinete Ejecutivo, las normas generales y particulares que aconseje el interés de la República, inclusive las referentes a nueva organización de las ramas del Poder Público”. Había caído el gobierno y los militares habían cooptado el proceso político, aunque por muy poco tiempo.

La calle seguía viva y los agentes favorables a la democracia actuaban. En sólo un día fueron relevados dos miembros de la Junta identificados con la dictadura caída y se había formado otra; esta vez, cívico-militar. Los militares, con otros sectores, habían pasado a una propiciación de la democracia, en una situación de aparente vaciamiento súbito. También hubo propiciación en los ’70, en España, por el Rey Juan Carlos y sectores aliados. Distinto a lo que sucedió en Chile a finales de los ’80. Tipos y combinaciones diferentes de ellos.

La cooptación, tal como dicho, es “un modo de preservar el antiguo régimen”, pero “un cambio que contiene alguna explicación y también podría conducir a la democracia. Define lo que podríamos llamar –y disculpen el neologismo- una prototransición”. A mediados de los ’30 había habido otra cooptación en Venezuela, que requirió una acción cívico-militar, diez años después, para definir una transición a la democracia. Cuáles factores variaron de una a otra es una interesante revisión.

La transición por propiciación (así llamo al tipo adoptado por España en los setenta) es la impulsada principalmente por un régimen totalitario, cooptado o derivado del antiguo régimen. No la considero una autoexclusión, porque “permite que el antiguo régimen impregne al nuevo y eso mantiene anclajes, resabios, privilegios, etc., dolorosos en casos, como el español”. La propiciación por la corona y operadores condujo a negociaciones sobre el contenido y alcance de la democratización. Para esto último influye mucho el recurso o no a la Justicia Transicional o la calidad de las negociaciones. Entre memoria y olvido y entre justicia e impunidad hay mucho espacio para que resulten formas más o menos democráticas.

La transición por negociación (caso chileno, a finales de los ’80) sucede cuando el totalitarismo o el régimen cooptado se ve compelido a desalojar el poder, pero no lidera la salida. Ha habido un vaciamiento de las condiciones que le permitieron dominar. Una nueva fuerza asume o comparte el liderazgo del proceso y acelera la transición. En el caso de Myanmar nos preguntamos si entre la Liga Nacional por la Democracia de Suu Kyi y el poder militar hay un proceso propiciado, de destino democrático incierto, o unas reales negociaciones a favor de la democracia. Hemos venido insistiendo en redes en la importancia de la agenda en el proceso del país asiático.

El vaciamiento tiene grados, con dependencia de la correlación y de la capacidad de las partes en la definición de la agenda de avance o democratización. En su extremo se sitúa el vaciamiento súbito, completo o no, del antiguo régimen. Los matices no son siempre evidentes. El derrocamiento de un totalitarismo no siempre hace desaparecer sus privilegios. Recuerden Nicaragua. La fuerza de la institución militar o la astucia y capacidad política de los negociadores democráticos definen soluciones más o menos totalitarias o democráticas.

Dicho lo anterior, se concluye que a la democracia conviene el mayor vaciamiento totalitario. La dialéctica totalitarismo-democracia no cesa. Cada caso tendrá sus temas, pero todos exigen una agenda asertiva. En el mundo actual, de mixtificación totalitaria del concepto democrático, es necesaria la más prolija definición de los logros, sean concesiones, acuerdos o conquistas.

La Venezuela de hoy enfrenta un totalitarismo hegemónico, con amenaza de mayor cierre político. La política unitaria concibe, equivocadamente, una realidad de competitividad electoral. Se confía, entonces, en el sistema electoral como único canal de cambio. Es criterio discutible. Deja por fuera casi todos los factores eventualmente favorables de una estrategia integral. El régimen aspira extenderse. No propicia, ni negocia. Cómo vaciar el régimen de fuerza y agenda parece ser el cometido. ¿Sucede? No es evidente. ¿Resultado? Queda en el plano de la duda.

* [email protected] / @SJGuevaraG1

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