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EL NUEVO MODO

Sistematizar

Escribo este artículo como ejercicio de balance y nueva reflexión de cara al trabajo de recopilar y sistematizar mis anteriores desarrollos. Escribo este artículo como ejercicio de balance y nueva reflexión de cara al trabajo de recopilar y sistematizar mis anteriores desarrollos sobre lo que he llamado un “Modelo de Gestión Política” de la política democrática venezolana frente al neototalitarismo que la aflige.

Como partida, no me complico la vida con exquisiteces en la definición del régimen castro-chavo-madurista. Que sea más o menos totalitario no le quita tal carácter. En una oportunidad lo explicaba a Daniel Pabón, de El Carabobeño, diario regional de mi ciudad de residencia: puede ser más o menos totalitario, pero lo es.

Tampoco dudo sobre mi tesis de que la transición a la democracia es la mejor metáfora inspiradora de una política frente a él. Y pasa que la política venezolana, tan acostumbrada a las mieles del estatismo, el rentismo clientelar y los arreglos de cúpulas, transita aún hoy por caminos distintos al implicado por la metáfora: los mismos senderos que nos trajeron a Chávez y sus socios.

Porque es que la política democrática dominante sigue la lógica de unos partidos reos del corporativismo rentista ilegítimo que se implantó a finales de los ’60 y comienzos de los ’70 del siglo pasado. Simulación de partidos democráticos, democracia aparente, arreglos entre “líderes”, captura de rentas, manejo clientelar, alejamiento de la sociedad, etc.

Esos partidos cayeron en 1998, pero su impronta sigue dominando el mundo político. Hay nuevos partidos, pero la lógica sigue siendo la misma. Ahora, exacerbada por los apremios de la supervivencia de sus capitostes. Son colaboracionistas, en tanto y en cuanto son patológicamente partidistas, electoralistas, sin proyecto de cambio de régimen y sin propuesta de futuro.

Frente a ello, la única redención posible es una unidad nacional (dije nacional, no partidista), que por vía de la lucha democrática apropiada el contexto permita una transición a la democracia, que deberá estar dotada de un proyecto de cambio radical (de raíz; no extremista, ¡porsia!)y un futuro plenamente democrático y de prosperidad.

Para ser racional, eso requiere un “Modelo de Gestión Política”. No el “business electoralista” actual y la nociva dispersión de esfuerzos (que siempre habrá). Uno que exprese la metáfora y la convierta en orientaciones, contenidos y garantías de éxito en el día a día que conduzca a la democracia.

El tema lo hemos trabajado. Evolucionamos de llamarlo “Modelo de Acción” a “Modelo de Gestión”. A diversos niveles y mayor o menos resolución y por varios medios, incluida la práctica política.

Interesa sistematizarlo y socializarlo. Lo primero, lo seguiremos intentando. Lo segundo nos ha resultado muy duro por las razones antes expuestas y otras de la idiosincrasia venezolana. Pero, obviamente, insistimos.

Hemos hecho referencia al tema duro de las condiciones electorales actuales, las cuales parecieran mantenerse aún, por lo visto hasta ahora en las últimas acciones en la Asamblea Nacional. Y también hemos contrastado las iniciativas bien orientadas en lo político con el perverso electoralismo imperante.

Hemos ponderado el valor de los liderazgos para el tipo especial de política a avanzar, con énfasis en su apoyo en la organización y las normas y no en el carisma. Y hemos insistido en la necesidad de la renovación conceptual y práctica implicada por lo anterior.

Hemos repetido hasta el cansancio en la necesidad del “Modelo de Gestión” y nos hemos ocupado de la mención de las condiciones necesarias para su surgimiento y éxito. Pero, no es suficiente. En la formulación, quiero decir. La práctica es aún más procelosa.

Ahora toca sistematizar, profundizar, instrumentar y difundir los nuevos desarrollos con relación a él y situaciones, iniciativas y temas relacionados. Es la confesión de que concederemos mayor privilegio a lo conceptual, teórico, metodológico y técnico que a la práctica política misma.

Privilegiaremos su desarrollo “aguas abajo” para la consideración y tratamiento de lo que llamamos condiciones transicionales, con la licencia de incluir algunos temas especializados de particular interés, como la Economía Transicional, también manejada en estas líneas, en distintos momentos y de diversas maneras.

Por lo pronto, ya tuvimos una primera reunión de trabajo y nos embarcamos en las revisiones necesarias en el camino al nuevo libro referido la semana pasada. Como dicho, “Venezuela esta extraviada” y enfrenta terribles riesgos.

Asumo lo que me prometí el día de mi grado universitario: un inmenso compromiso con el país en el plano intelectual. Ojalá que en un amplio intercambio con ustedes, amigos lectores.

* Santiago José Guevara García

(Valencia, Venezuela)

[email protected] / @SJGuevaraG1

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