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EL NUEVO MODO

Salida al ruedo

Las aguas de la política venezolana, de lado y lado y en el centro, están encrespadas.

Las aguas de la política venezolana, de lado y lado y en el centro, están encrespadas. El país se ubica en medio de una crisis constitucional, con un ex presidente ausente, en supuesto ejercicio y un “gobierno” usurpador y espurio gracias a las cabriolas de la Asamblea Nacional y el Tribunal Supremo de Justicia, el bienestar de las mayorías afectadas por la desaparición en los anaqueles de componentes básicos de su dieta, recrudecimiento de la inflación, problemas severos de inseguridad, en las cárceles, etc., y para terminar de complicar las cosas, con enfrentamientos en ambos extremos de la política.

Mientras escribía y tuiteaba las dos últimas semanas sobre la referencia a la política democrática en 1957-58, que permitió el derrocamiento del dictador militar  Marcos Pérez Jiménez, en Caracas se producía la salida al ruedo de una Junta Patriótica, igual denominación de la entente de partidos y otros factores que contribuyó a aquella caída.

La nueva Junta Patriótica pretende asumir los temas y luchas dejados de lado por la política inmovilista, electoralista, mimética y complaciente de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), hasta ahora única referencia unitaria de la oposición. Que sirva este artículo para desarrollar mi opinión sobre cómo veo las cosas.

Lo primero es reafirmar un criterio que no me gusta para nada esgrimir, pero que la convicción me obliga a reiterar: por el camino electoralista de la MUD, sin luchas por el mejoramiento de las condiciones y el sistema electoral, los abusos del régimen en campañas y cambios sustanciales en la acción política, no le ganaremos nunca al ‘chavismo’. No pasaríamos del evidente colaboracionismo con el régimen y los negocios de los beneficiados del permanente carnaval electoral, que son bastantes.

Lo segundo es asentar que el error (o intereses) de algunos no es garantía de que otros lo hagan mejor. No es por hacerlo distinto a la MUD que la oposición venezolana tiene ganado el camino al cielo. No; lo sería si, y solo si, hace las cosas como hay que hacerlas. Y esa definición y ejecutorias no son cualquier tema. Se trata, ni más ni menos, de armar el modelo de gestión política que se corresponda con la específica situación social, cultural, política, económica e institucional que sufre el país. Con esa amplitud y una dura exigencia.

La primera para ese modelo es un importante cambio actitudinal del liderazgo. El liderazgo opositor debe abandonar el “vedetismo”. Cada líder se cree la única estrella en el firmamento. Venezuela no ha salido de las trampas del carisma y la política tradicional. Hay que recordar de Rómulo Betancourt, indiscutido padre de la democracia moderna venezolana, desaparecida con él, su histórica búsqueda de la unidad entre 1956 y 1958. Tampoco debe olvidarse –esto va sobre todo a la MUD- que en el gobierno de unidad nacional de Rómulo, de 1959 a 1964, los independientes tuvieron una cuota igual a los partidos, e, incluso, superior a la de AD, el partido ganador en las primeras elecciones democráticas posteriores al anterior dictador.

Para la política democrática alternativa a la MUD he venido “vendiendo” el concepto de confluencia, para describir lo que toca hacer de cara al momento político; aunque debo aceptar que no he tenido fortuna. Ojalá la Junta Patriótica se conciba como tal y no sea solo emoción de un momento o una reacción frente a anécdotas relativas a uno u otro líder.

Esa confluencia, como tanto ya he escrito, debe avanzar a exigencias organizativas mayores. Lo he dicho y lo repito: el primer paso en estas lides de la política tiene que plantearse resolver los problemas organizativos y de dirección. Sin perfeccionismos, pero sin descuido del necesario carácter progresivo de la unidad nacional, que es la meta.

Lo demás, con toda su complejidad, es asunto de ser asertivos en el modelo de gestión política. Ese concepto, en principio abstracto, lo que quiere decir es que hay que ponerse de acuerdo sobre los grandes temas de la acción política del día a día y las orientaciones –el estilo- para abordarlos.

Para aclararlo: el modelo de la MUD lo describimos en el primer párrafo. El de la Junta, o cualquier otra confluencia debe ser integral: 1°) de permanente defensa de los valores democráticos básicos y derechos; 2°) de lucha por las condiciones electorales, en su dimensión más amplia; 3°) de demostración de la neta diferencia política con el ‘castro-chavismo’, a través de un seductor Proyecto de País, entendido como instrumento político; y 4°) de creciente base social, a través del acompañamiento y el compromiso con diversos sectores. Todo, para ganar social, política y electoralmente y cambiar el país. No para parecerse al chavismo. Tampoco a la época decadente del ciclo del ‘58 al ’98.

Confluencia de liderazgos, organización, dirección amplia y modelo de gestión política son, entonces, los atributos exigidos. Para el pleno éxito de los sectores democráticos nacionales y la redención de los venezolanos.

* Santiago José Guevara García
[email protected] / @SJGuevaraG1

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