Debo confesar que me gusta provocar. Es buen medio para generar respuestas no convencionales. Y me ha resultado. Buena falta que nos hace el intercambio fuerte de pareceres. Somos reos del convencionalismo. Debo confesar que me gusta provocar. Es buen medio para generar respuestas no convencionales. Y me ha resultado. Buena falta que nos hace el intercambio fuerte de pareceres. Somos reos del convencionalismo.
Colegas y amigos me han respondido o han comenzado a desarrollar otros argumentos a raíz de mis afirmaciones de las últimas semanas. La situación presente de Venezuela pide a gritos acción y no se maneja un único diagnóstico. ¿Gobierno, sociedad e intelectuales observamos y nos relacionamos con la economía venezolana a través del mismo lente?
Pues, en son de provocación, desde hace días he estado fastidiando a mis lectores y amigos de redes, afirmando que la economía venezolana no va mal, sino muy bien,… desde el punto de vista de la intención de Chávez y sus cómplices de llevarnos a una economía como la cubana,… o aún peor. Así como he dicho que no es con el manejo político económico convencional, sino con el desusado método de la Economía Política que podemos comprender lo que pasa en la Venezuela de hoy.
La razón para la provocación es que los venezolanos no estamos viendo la economía con el lente adecuado. Queremos entenderla convencionalmente; es decir, según el conocimiento establecido. Y cuidado si sus condiciones no aplican.
El propio presidente, el día que escribo, dice que la descomunal caída del PIB del primer trimestre, precedida de varios negativos, es “el velorio del sistema capitalista”. Todavía parece que no le llegan las noticias sobre las causas del fracaso del sistema soviético. Pero muestra sus intenciones.
Un colega y amigo, formado en prestigiosas universidades y de excelente desempeño convencional, afirma que Cuba y Venezuela son casos de regreso al esclavismo. Estado esclavista, sociedad esclava. Y se monta en análisis como los que propongo. Las discusiones en Twitter y Facebook también dan un giro. Rescatada la vieja Economía Política y en progreso la doble visión de lo que pasa, cambia el panorama analítico y político. Aunque esto último es harina de otro costal.
Y es que la realidad –la bizarra realidad venezolana- nos sirve cada día nuevos elementos para comprender lo que pasa. La caída del PIB a niveles de gran contracción y el desbordamiento de la inflación a niveles de liderazgo mundial, junto con la represión financiera y económica y la criminalización de empresarios, el desabastecimiento por causa de los controles, los racionamientos decididos por el gobierno, las tropelías infinitas del régimen, las decisiones inauditas sobre el mercado cambiario, la realidad de un inevitable mercado clandestino del dólar, etc., no son indicadores negativos para las intenciones de Chávez.
Él está haciendo lo que quiere. Le resultan, por el contrario, indicadores muy buenos, en la medida que conducen a la fractura y desmoralización del capital social nacional y el derrumbe de la economía privada nacional. O sea, a permitir la cubanización de la economía.
Nada que ver con un comunismo a la china. Tiene que ser a la cubana. El poder del hegemón se edifica sobre la ruina de la sociedad nacional, no de su poderío. No con base en un gran partido, sino con unas fuerzas armadas profesionales depredadoras y cómplices.
Lo importante es reinar. Para eso, unos pocos ingredientes: sociedad humillada, economía interna quebrada, apoyo en la renta petrolera y de otras fuentes, dependencia del Foro de Sao Paulo (Brasil, Cuba y otros) y un mínimo de carantoñas al capital de los halcones americanos.
El mejor lente, entonces, para comprender lo que pasa es el de la vieja Economía Política, que se interesa por la puja entre los agentes económicos, en términos de cambios de poder y distribución de resultados. No tengo dudas de que las pérdidas de la sociedad y la economía privada nacional son la ganancia del chavismo y sus socios extranjeros, incluidos sus múltiples socios maulas y algunas empresas petroleras del círculo de George W. Bush, socias privilegiadas de Chávez en la Faja del Orinoco. Hasta que llegue el desplome.