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EL NUEVO MODO

De Caracas a La Haya

Una lectora amiga, mexicana, me pregunta si surgió un filón radical democrático en Venezuela. En el momento de escribir, leo que es ésa la posición del ex constituyente Alberto Franceschi, con relación al manejo mostrado por el ex presidente del Consejo de Seguridad y subsecretario general de la ONU, nuestro amigo Diego Arria, en el reciente debate de los precandidatos democráticos. De mi parte, ante las muchas consultas sobre los resultados del evento, he destacado un aspecto, un tanto rebuscado para algunos, como lo es la irrupción, ¡por fin!, de la política en el presente evento electoral. Radicalismo democrático o recuperación de la política, la campaña electoral venezolana cambió. Una lectora amiga, mexicana, me pregunta si surgió un filón radical democrático en Venezuela. En el momento de escribir, leo que es ésa la posición del ex constituyente Alberto Franceschi, con relación al manejo mostrado por el ex presidente del Consejo de Seguridad y subsecretario general de la ONU, nuestro amigo Diego Arria, en el reciente debate de los precandidatos democráticos. De mi parte, ante las muchas consultas sobre los resultados del evento, he destacado un aspecto, un tanto rebuscado para algunos, como lo es la irrupción, ¡por fin!, de la política en el presente evento electoral. Radicalismo democrático o recuperación de la política, la campaña electoral venezolana cambió.

El primer debate cumplió con dos exigencias de nuestro modelo de acción política: la primera, la presencia de argumentos, diagnósticos y propuestas; a diferencia del patrón observado hasta ahora de sólo encuestas y propaganda. La segunda la trajo Arria: la mención y atención descarnada de los principales temas y derechos políticos, comenzando por el crudo diagnóstico de la situación nacional que se enfrenta y la defensa de presos políticos, exiliados y medios de comunicación atacados; más el reconocimiento del claro contexto de conflicto político que marca la hora nacional; a diferencia del modo de festín electoralista, como ha venido queriendo la Mesa de la Unidad Democrática. Pues bien: cambió la política democrática venezolana. Ganaron las ideas. Ganó la política en general. Y ganó Venezuela.

Pues, según lo que planteo, yo sí creo –los “encuestadores” van a decir que no- que algo importante pasó en la política venezolana en estos días. Sin duda, un giro fuerte. Un avance que no tendrá retroceso. Un aprendizaje. Un cambio emocional, pero también conceptual, sustancial. Y, como dicho, lo más trascendente es la irrupción de las ideas, la politización de la campaña y la evidencia de la capacidad para hacer lo que hay que hacer.

El momento, sin duda, culminante del debate –el que arrancó la mayor cantidad de aplausos de los asistentes- fue el discurso de cierre del antiguo Presidente del Consejo de Seguridad de la ONU, al amenazar al Jefe de Estado de introducir, este lunes 21, ante la Corte Penal Internacional de La Haya, una demanda por crímenes de lesa humanidad, en la cual lo acusa de fomentar un opresivo clima de odio en el país que ha puesto en riesgo la vida de miles de sus compatriotas. Ya en una intervención anterior, en el mismo debate, Arria había afirmado que “en un país que se perfila con crisis, como es el caso de Venezuela, están prendidas todas las alarmas de riesgo de una mayor violencia. Estas señales de peligro están presentes por todas las organizaciones que operan en el país, las mafias, los carteles, y por el alto grado de corrupción dentro del sector militar y dentro de los organismos de seguridad”. Y había comenzado su intervención, señalando: “Tengo miedo, como todos ustedes, que terminemos hundidos en el odio y la violencia. Tenemos que derrotar el miedo, Yo sé cómo hacerlo: propongo conducir un gobierno de transición de 2-3 años”.

Lo cierto es que en el debate surgió una voz, inesperada para muchos, diferente a todos, que dijo unas cuantas verdades que, para ser sinceros, incluso muchos “opositores” no quieren decir. De paso, no menos importante, algunos aprendieron que hay una ciudad del mundo llamada La Haya.

Aún más, surgió un estilo. Antes del debate, en una cadena nacional de radio y televisión de más de dos horas, estuvo el presidente amenazando a la banca, insultando a sus adversarios –los “premajunches”- y desempolvando la fastidiosa tesis del magnicidio.

El contraste mostró que frente a la amenaza, la grosería y la banalidad, apareció en la oposición –y para la oposición- un nuevo modo de encarar una campaña: crudo, agudo, certero, crítico, directo, valiente, transformador, creíble. Y la gente lo vio, lo oyó y lo aceptó. Lo hizo Diego Arria. Debería adoptarlo toda la oposición. Y como dicho, este lunes, Venezuela se desplaza de Caracas a La Haya.

Santiago José Guevara García

(Valencia, Venezuela)

[email protected] / @SJGuevaraG1

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