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EL NUEVO MODO

Cooptación

La mayoría de los analistas nacionales postulan que los gobiernos de Eleazar López Contreras e Isaías Medina Angarita, entre 1935 y 1945, a la salida de la dictadura de Juan Vicente Gómez, representaron una transición a la democracia. Nosotros sostenemos que no: que solo fue una larga… La mayoría de los analistas nacionales postulan que los gobiernos de Eleazar López Contreras e Isaías Medina Angarita, entre 1935 y 1945, a la salida de la dictadura de Juan Vicente Gómez, representaron una transición a la democracia. Nosotros sostenemos que no: que solo fue una larga cooptación, que aspiraba prolongarse. Tal como planteamos en nuestra clasificación: fue solo una prototransición.

De acuerdo a nuestras “Tesis Avanzadas sobre Transiciones”, la cooptación es “un modo de preservar el antiguo régimen. Pero, expresa un cambio que contiene alguna explicación y también podría conducir a la democracia. Define lo que podríamos llamar –y disculpen el neologismo- una prototransición”.

Toca a la política democrática hacer unas pocas cosas frente a una situación como ésa: no ceder en su tarea de vaciamiento político, pujar por alumbrar condiciones transicionales y disponer del programa de gestión y acción para ella. Se dice fácil, no lo es, pero no hay opción, si lo que se quiere es avanzar el plan de democratización.

Ya hemos dicho que en Venezuela hubo una fugaz cooptación en 1958. Con sus especificidades, a estudiar. Recientemente pasó también, con otras características, en Myanmar (Birmania).

Observemos: una dictadura militar prolongada trocó en gobierno civil, dirigido por uno de los más prominentes miembros de la junta anterior, a través del apoyo en un recurso de los neototalitarismos: una elección acomodaticia.

Cuál será el destino final del proceso político birmano es aún hoy una incógnita; pero, innumerables indicios muestran haber avanzado a una muy interesante transición a la democracia. Cuáles elementos explican el cambio y sus perspectivas resulta una interesante pregunta para conocer mejor el tipo de proceso referido.

En el país asiático ahora pareciera estarse frente a un proceso de propiciación (no necesariamente de autoexclusión, como plantean Share y Mainware). El régimen ha asumido, sin dudas, la facilitación del proceso de cambios observado. Ya lo planteábamos en las “Tesis”: “Más interesante aún: ¿no es el proceso birmano un proceso propiciado por el antiguo régimen, a partir de una cooptación?”.

Algunos, con visión diferente, señalan el avance a un caso de transición a la democracia negociado, por la relevancia en la vida política birmana de la Señora Aung San Suu Kyi, representante del más importante partido de la oposición democrática.

En lo expuesto podemos observar la presencia de tres de los cuatro tipos de transición a la democracia incluidos en nuestra clasificación. Porque es que también decíamos en las “Tesis”: “hemos hecho conocer nuestro criterio, que refiere cuatro ampliamente diferentes: cooptación, propiciación, negociación y vaciamiento”.

Muy importante, entonces, incluir el tipo, dentro del estudio de los procesos que van del totalitarismo, cualquiera que él sea y cualquiera sea su intensidad. Como sugerido, nada nos dice que las transiciones a la democracia discurren de acuerdo a un único modelo, ni que las partes en liza perciban el proceso de la misma manera.

No puede haber simplismo, entonces, en su comprensión y manejo. En ellas están contenidos, de manera única, distintos tipos. Lo que eso significa es que cada transición exige una lectura fina, experta, que permita deconstruirla apropiadamente, para luego intervenirla satisfactoriamente.

Como visto, es tema para expertos; no para diletantes. Exige saber interpretar la realidad, en toda su extensión, disponer de “saber hacer” político, entender de “ingeniería institucional”, etc.

Todo ello, para, por ejemplo: 1°) descubrir los procesos que contienen potencialidad transicional (la precisa presencia de un Momento Transicional); 2°) determinar el menú específico de vías de vaciamiento político del régimen; 3°) definir el tipo de capacidades de gestión política, para la necesaria interacción con los voceros y discursos oficiales (ejemplo: capacidad de “negociadores transicionales”); 4°) desmontar las bases “institucionales” del régimen y preparar la elaboración necesaria a la transición y la consolidación a procurar. Y así, un largo etcétera.

El tema de la cooptación da para más. Su plena comprensión es absolutamente necesaria. Su manejo debe ser de extremo cuidado. Porque puede haber incluso un cambio de régimen, pero que el antiguo mantiene el poder o dominio sobre componentes sensibles del sistema. Las fuerzas armadas, por ejemplo. Quiérase o no, son el fiel de la balanza en la vida política; al menos, en nuestros volátiles países.

Lo hemos relacionado, en nuestros escritos, con carencias en el vaciamiento político del totalitarismo desplazado. Pasó en Nicaragua. Pasa en Egipto. No pasó en la Venezuela de 1958. La claridad sobre los componentes irrenunciables de una transición a la democracia debe estar en el inventario de los políticos transicionalistas.

No puede ser cualquier practicante o avispado. Se requiere destrezas especiales. Una buena anticipación de la dinámica transicional es indispensable. El arte de la política contra totalitarismos –no cualquiera- es crucial.

*Santiago José Guevara García

(Valencia, Venezuela)

[email protected] / @SJGuevaraG1

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