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Transiciones

Condiciones iniciales

¿Vale la pena regresar a los modos políticos, económicos e institucionales que nos trajeron el régimen causante de tanto sufrimiento y vergüenza? Pues, no. Resulta imperativo cambiar. ¿Vale la pena regresar a los modos políticos, económicos e institucionales que nos trajeron el régimen causante de tanto sufrimiento y vergüenza? Pues, no. Resulta imperativo cambiar. Incluso, refundar. Insisto en que no es verdad que éramos felices y no lo sabíamos, como tantos distraídos repiten. Venezuela venía mal desde finales de los ’60, aunque por la bonanza petrolera de los ’70, los problemas se expresaron unos años más tarde.

El crecimiento se paró en 1978, aún en bonanza comenzamos a endeudarnos, con la segunda bonanza no crecimos, las devaluaciones arrancaron en 1983, los ´80 fueron de problemas de deuda, en el ´89 explotó el Caracazo, en el ’92 hubo dos golpes de Estado, hubo la crisis institucional de la destitución de CAP II, otros intentos de golpe, un gobierno vegetativo y corrupto en Caldera II y la guinda del coctel: el triunfo de un militar ramplón y el inicio de la cubanización del país. ¿Se nos olvida todo eso? ¿Son eventos para el olvido, o para el análisis útil? ¿A esa historia queremos regresar?

Pregunto: ¿no hay como que resetear el país? A la salida de esta desgracia llamada chavismo estaremos a más de doscientos años de independencia… ¡dominados por la miserable Cuba castrista! A más de cien años de la consolidación, por Gómez, de un Estado nacional… ¡sin instituciones verdaderas! Y a más de cien años de explotación petrolera… ¡como líderes mundiales en los índices de miseria! No creo que pueda haber un desempeño peor.

E insisto: aquellos polvos pre-chavistas trajeron los barros chavistas actuales. Es que nos hicieron olvidar que ya habíamos podido ser exitosos. Sí lo fuimos. Venezuela, pese a eventos adversos, errores y omisiones diversas, pudo mantener, desde finales de los ’20 hasta finales de los ’70, cincuenta años de crecimiento alto y estable. Más tiempo que la Argentina pre-Perón. Estuvimos en la “pole position” para ingresar al primer mundo. Pero, “todo se derrumbó”, como dice la canción pop.

¿Qué hacer en el escenario –ojalá que muy pronto- de un renacer del país? Las experiencias transicionales, a la democracia y el mercado, y su estudio utilitario, nos muestran que se es más exitoso, mientras más claro se definen el qué hacer y el cómo. Es lo que hemos llamado una “idea-fuerza potente”. Y su logro depende de la satisfacción de las precondiciones, condiciones y procesos transicionales que hemos sistematizado. En la Economía de la Transición las dos primeras se agrupan en las llamadas “condiciones iniciales”, una lista abierta a la percepción de los analistas. No el concepto cerrado de Walras en el siglo XIX. Sobre ellas, en el caso venezolano, trabajamos en el momento actual.

Hemos propuesta una lista amplia de esas condiciones. Trabajamos en un cuadro al respecto. Las hay de ocho tipos: sociales, culturales, económicas, políticas, institucionales, geográficas, históricas y del mundo exterior. Y pueden ser resultantes de la historia o requeridas por la prospectiva.

Sea lo que sea lo que se haga, debe apoyarse en lo que somos; pero, más aún en lo que queramos ser. Y me voy, sin exigencia de rigurosidad conceptual y detalles, a los cuatro tipos más importantes de condiciones: las culturales del liderazgo, el sello político del régimen a implantarse, la orientación de la gestión económica y el concepto de base para las instituciones.

Con un liderazgo impregnado de las mieles del estatismo, formas precapitalistas, temor al mercado y anclado en la política tradicional o carismática no tenemos futuro. Requerimos liderazgo para el cambio a la competitividad, un Estado proactivo, la vocación por las exportaciones, el predominio de las instituciones y otros atributos positivos. Queda apoyar el liderazgo necesario. Es la clave.

* Santiago José Guevara García

[email protected] / @SJGuevaraG1

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